José Antonio Molina Farro
“En tiempos de crisis es un deber moral ser pesimistas”. N. Bobbio
Fuertes tormentas se avecinan para México. Sería necio negarlo, aunque la ceguera ideológica impide ver, pero la ceguera ideológica impide pensar. El Fondo monetario Internacional prevé un crecimiento magro de la economía mexicana, de 1.5% en este año y en 2025 de 1.3. Factores variopintos concurren. Débil Estado de derecho e incredulidad sobre el respeto a los Tratados Internacionales, ausencia de reglas claras, la sobrerrepresentación, la renegociación del TMEC, la inminente desaparición de siete órganos autónomos de Estado conquistados durante décadas de lucha ciudadana, el golpe letal a la protección de los derechos humanos con la perversa y desaseada ratificación de Rosario Piedra, la peor calificada para el cargo, reconocido por los propios legisladores de Morena, como regalo de cumpleaños para Andrés Manuel, el nerviosismo y pérdida de credibilidad de los inversionistas por una reforma judicial poco confiable para la seguridad de sus inversiones, la política proteccionista de Trump, quien insiste en aumentar aranceles y en repatriar la producción de manufacturas a EU, entre otros. Hay, es cierto, nuevas IED, pero se oculta que la tendencia en los últimos cinco años ha sido, con variaciones mínimas: el 76% reinversión de utilidades (lo cual es positivo), 16% transferencia de cuentas entre empresas de un mismo grupo y tan solo el 8% son nuevas inversiones. También hubo una IED extraordinaria en años anteriores con la fusión de Televisa y Univisión y la reestructura de Aeroméxico.
Afortunadamente México se deslindó, sin romper, del grupo BRICS, y la presidenta Claudia Sheinbaun afirma que en este momento la prioridad del país está en fortalecer relaciones con EU y Canadá a través del TMEC. Sin duda una definición económica importante. Habrá que ver en los hechos si a la luz de las recientes reformas en el país y un poder sin contrapesos, la respuesta de los inversionistas extranjeros e incluso nacionales es positiva. Trump está en las antípodas de este optimismo. Y a Trump en su último periodo hay que creerle. Es una balandronada decir que si ellos endurecen su política comercial con el incremento de aranceles, México responderá de igual medida con estas u otras medidas similares. EU compra a México solo el 16% del total de sus importaciones, principalmente productos agropecuarios, por el contrario, el 83% de nuestras exportaciones va hacia los EU, el 48% del PIB de México.
Buen momento o mal momento para invertir. Hay un dato preocupante de un profundo conocedor del tema, académico de muy alto prestigio, ex subgobernador del Banco de México y hoy investigador de El Colegio de México, Gerardo Esquivel, economista íntegro y un brillante paladín de las propuestas de López Obrador en la campaña presidencial. Recordar que Esquivel se opuso en su calidad de funcionario de dicho banco -y a quien el mismo Andrés Manuel promovió- a que el expresidente obtuviera un crédito de 13 mil millones de dólares del FMI para liquidar deuda. AMLO lo calificó de ultraconservador y ultraderechista.
Esquivel nos dice hoy que el Banco de México realiza una encuesta mensual a especialistas en economía del sector privado, con dos simples preguntas: ¿Es buen momento para invertir? o ¿Es mal momento para invertir? Vean esto: marzo de 2024 antes de la reforma judicial, el 46% de los encuestados dijo que sí era un buen momento para invertir. En septiembre de este mismo año, después de la reforma judicial, solo el cinco por ciento dijo que era un buen momento, el 66% que era un mal momento y el 29% no estaban seguros. Esquivel comenzó su artículo con una cita de Warren Buffet. “Se necesitan veinte años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla”, en clara referencia a la citada reforma del poder judicial.
Cierto es que en el Diálogo de Alto Nivel (CEO Dialogue) fue alentador que Sheinbaun declarara, y lo reitera recurrentemente, que las inversiones estarán protegidas.
El asunto es que a las palabras se las lleva el viento y eso no le basta a los inversionistas, así las diga la presidenta. Sí hay que valorarlo, pero también ser realistas. En cualquier parte del mundo los inversionistas exigen reglas claras y Estado de derecho. No nos hagamos ilusiones, la mayor parte de las inversiones son proyectos ya en curso. Retomo a Enrique Quintana editorialista de El Financiero. El mayor proyecto es el del gasoducto y la planta de licuefacción de gas de la empresa México Pacific, que viene desde Texas hasta Puerto Libertad en Sonora, con una inversión del orden de 15 mil millones de dólares, anunciada desde el 2023. Otro proyecto es una coinversión con Pemex de poco más de diez mil millones de dólares en aguas profundas. Otro anunciado anteriormente de Amazon Web Services por seis mil millones de dólares. Una inversión nueva es de Royal Caribbean en Quintana Roo por 1 mil 500 millones de dólares. Sin desdeñarla en su importancia la mayor parte ya tiene tiempo se anunciaron y otras están ya en plena ejecución. México vivirá una situación económica difícil. No podemos cerrar los ojos. Tengo la esperanza de que esta nueva realidad haga rectificar el rumbo. La crisis, como siempre golpeará a clasemedieros y a los más pobres.
Hoy México cumple con los estándares de calificación del FMI, que le permite acceso a una Línea de Crédito Flexible, sin condicionamientos, aunque sí recomienda la importancia de una refirma fiscal tributaria, algo que se ve distante. El déficit fiscal heredado es de 9% del PIB. Deseamos profundamente que el casi seguro endeudamiento no sea para construir carreteras, hospitales, escuelas, seguridad o salud y no deuda para pagar más deuda, que es harto probable. México tiene ya el mayor déficit fiscal de su historia y el mayor endeudamiento público para un sexenio. Un último dato, recordar que el Subsecretario de Hacienda Gabriel Yorio, responsable de las políticas y estrategias de refinanciamiento de deuda pública, prepagos y redocumentación de pasivos, herencia de AMLO y ratificado por Claudia, renunció sin mediar explicación dos semanas después de tomar posesión. ¿Por qué?