Sr. López
Esta Feria, quede usted advertido, es políticamente incorrectísima y hace merecedor a este tecladista de ser incinerado en siete hogueras. No se aceptan reclamaciones. Sobre advertencia no hay engaño.
La vida es sagrada. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie. La pena de muerte es una salvajada inadmisible en cualquier país medianamente decente. Sí, señor.
Hay tratados internacionales que reconocen el derecho a la vida como derecho universal, firmados por México, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en vigor desde 1976, en cuyo artículo 6-1, dice: “El derecho a la vida es inherente a la persona humana. (…) Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente”; o la Convención Americana sobre Derechos Humanos (vigente desde 1978), que reza en su artículo 4-1: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. (…) Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”. Bonito.
Como nuestra Constitución define por encimita el derecho a la vida, la reforma del 2011 incorporó como parte de ella (de la Constitución, no se distraiga), los derechos humanos contenidos en los tratados firmados por México, de manera que no hay duda: en el orden jurídico tenochca el derecho a la vida es intocable. Muy bien.
Pareciera que con y sin leyes ni tratados, así piensa el nacional mexicano nivel banqueta y que por lo mismo son escándalo los más de 130 mil homicidios dolosos que se acumulan en lo que va del presente gobiernofederal… y los 43 de Ayotzinapa, que por algo está tan afanada la autoridad en aclarar el terrible caso. Y pareciera también que nadie cuestiona eso de que la vida se respeta. ¡Padre!
Pero no es tan cierto porque hay cerca de 250 mil casos de muertes provocadas a civiles inocentes que nadie investiga (oficialmente y solo en la capital del país, 237 mil 643, al 29 de septiembre del año pasado); y no solo no se abren carpetas de investigación, sino que a nadie importan un pito y la autoridad cuando las menciona, lo hace con gran orgullo. Asómbrese.
Esa cifra corresponde a abortos legales en la CdMx(legales si son 12 semanas o menos de embarazo), a los que habría que sumar los de Oaxaca, Hidalgo y Veracruz, entidades que también han despenalizado el aborto.
Sin que se mueva la hoja del árbol, el Inegi nos informó en su Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, que 9.4 millones de mujeres de 15 a 49 años dijo haber estado embarazada en los últimos 5 años y que poco más de un millón (¡un millón!), dijo haber tenido al menos un aborto (¡al menos uno!).
Por supuesto hay casos terribles en los que el aborto se justifica, sin dejar de ser matar (que abortar es siempre matar, a las cosas por su nombre), como cuando está en peligro cierto la vida de la madre, asunto de sobrevivencia en que nadie puede meterse a opinar, pero en la Base de datos “Interrupción legal del embarazo” de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, se presentan cifras muy ilustrativas:
Del total de abortos legales practicados, por problemas de salud de la madre, fueron el 0.03%; por pobreza el 0.11%; por problemas con la pareja el 0.1%; por “proyecto de vida” 0.35%… y porque sí, por decisión voluntaria, el 96.52%.
Así que los defensores a ultranza del aborto libre ya pueden irse guardando donde no le dé el aire, susargumentos estrella de las violaciones, las inseminaciones forzadas y demás casos de esos que ponen los pelos de punta: si suma usted al porcentajede mujeres que abortan porque sí, las que lo hacen por su “proyecto de vida” (sí, está difícil seguir de modelo de pasarela “petit”, con barriga de nueve meses), resulta que el casi 97% de los abortos no se realizan para evitar males mayores sino por alguna variante del egoísmo. Lo demás es música de viento.
Y se apresura este menda a aclarar algo de la mayor importancia: NADIE tiene derecho a opinar sobre NINGÚN caso concreto, sobre NINGUNA mujer. Juzgar no nos toca, queda cada quien con su conciencia y su infierno o santa paz.
Pero con la misma premura, se precisa que lo cuestionable es si la autoridad tiene derecho a definir quién es o no es persona, porque ese es el eje de la discusión: si hasta antes de las doce semanas no es un ser humano sino un muégano de células que se puede extirpar como quien se quita un grano. No, mil veces no. El embrión y antes, el cigoto (embrión unicelular), es vida y es vida humana que si se le permite vivir, nace y todo lo demás.
Nuestros poderes legislativos, esos mismos que nos merecen las más ácidas críticas o en el mejor caso, indiferencia, por los no pocos desaseos con que no raramente deciden sobre los asuntos nacionales, resulta que son infalibles y merecedores de todo crédito ético, cuando deciden quién es persona y a quien se puede matar sin consecuencias.
El asunto es tan peligroso que cuando la Asamblea del entonces Distrito federal, en 2007 despenalizó el aborto hasta las doce semanas, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la PGR, interpusieron acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte cuya sentencia (abróchese el cinturón), fue que “el derecho a la vida no es un derecho absoluto” (o sea: es un derecho que puede entrar en conflicto con otros, y se debe decidir qué derecho prevalece; por ejemplo, el derecho de la mujer a continuar con su proyecto de vida), y por tanto, declaró la Corte, el Legislador “no tiene el deber de penalizar el aborto voluntario” (hasta las doce semanas). Lo que -siguiendo ese modo de razonar-, permitirá a nuestros bizarros tribunos, no penalizar la muerte de ancianitos con Alzheimer o que por pobretones signifiquen una carga económica que altere el proyecto de vida de sus hijos. Que se lo escabechen y tan frescos. No lo legalizaron, lo hicieron no punible ¡qué vivos!
No dramatiza este menda, ha pasado y se ha declarado legal matar sin castigo por ejemplo, a homosexuales, gitanos, enfermos mentales y judíos… ya me entiende.
Hoy se celebra el Día Mundial del Aborto. Nada que celebrar.