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Muy caro / La Feria

Muy caro / La Feria
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Sr. López

Como sabe usted, tía Amelia quedó viuda con docehijos varones y los sacó adelante, bien. Ya casados todos, la mantenían entre todos pero tía Amelia era tía Amelia y un día los mandó llamar para decirles que ninguno comió un doceavo de tortilla, un doceavo debolillo, ni habían tenido un doceavo de cama: -Así que desde ahora, cada uno me da gasto completo… -remató con una palabra que rima con cajones. Así fue. La adoraban. Tía Amelia siguió viviendo igual y en la misma casa pero ayudando al que lo necesitara de la familia, del barrio… y de sus hijos. Grande la tía.

Es una verdad como un templo que nadie dice, ¡qué padre, hoy pagué mis impuestos, qué buen día! Y también que todo mundo trata de pagar lo menos que se pueda si se puede.

Pero es necesario pagar impuestos. Hay servicios y cosas de uso común, que generan gastos y siendo para todos los beneficios de esos bienes y servicios generales, es justo pagarlos entre todos. Pero hay los que no lo aceptan.

Por un lado, los de la postura extrema del libertarismo anarcocapitalista que propone la desaparición del Estado (gobierno), pues la sociedad resolverá sus necesidades con las leyes del mercado y que los bienes y servicios generales, se pagarán con  las aportaciones económicas libres que la gente decida, pues los impuestos son entregar a fuerza parte del producto del trabajo de cada quien, a los que con buenas o malas artes, se hacen con el control del gobierno (el Estado).

Algo de razón llevan, no se pagan los impuestos “a la patria”, “a la sociedad”, no, se entregan a los burócratas que ya luego sabremos si los administraron bien o sisaron (que sisar es hurtar cuando se maneja dinero ajeno, ya no se usa pero así se dice… de nada); y hay quienes sisan, lamento abollar su candor.

Otros, menos exaltados, son los libertariosminarquistas, que plantean la existencia de un Estado mínimo que reciba exiguos impuestos, solo los indispensables para garantizar el mercado libre capitalista, proporcionar seguridad con policías y militares, e impartir justicia en tribunales para proteger a todos contra el robo, el fraude, el incumplimiento de contratos, el delito y los crímenes, y nada más; el resto, todo, lo hará la sociedad por su cuenta, todo es todo.

También algo de razón tienen. No es cierto que solo el gobierno puede (o debe), encargarse de la educación, la salud, la infraestructura o el impulso a la economía. Durante siglos y siglos la sociedad, las sociedades, se organizaron por su cuenta sin que sus gobernantes metieran las narices en todo (aunque los impuestos existen desde más de mil años antes de Cristo).

Pero, como sea, en lo que pasan los siglos necesarios para que se pongan de acuerdo anarcos, minarcos y el mundo, aceptemos nuestra realidad: tenemos que pagar los impuestos que nos imponen, que por eso se llaman impuestos. Muy bien (o ni modo, al gusto).

Todo esto viene a cuento de que la Secretaría de Hacienda ya entregó a la Cámara de Diputados sus proyectos de Ley de Ingresos y Decreto de Egresos,para el próximo año. Los impuestos y en qué se los van a gastar.

El que paga por algo se supone que lo recibe a cambio. El que paga impuestos, recibe bienes y servicios públicos. En México, no. Pagamos y el gobierno da lo que le pega la gana, con la calidad que sea y todos a tragar. Aceptado. No nos gusta pero no hay de otra. Si nos cobran mucho o poco de impuestos, da lo mismo, no recibimos la contraprestación ni en lo más elemental: la seguridad pública (chiapanecos y yucatecos, absténganse, son envidia nacional en esto). Y también a tragar con la corrupción rampante actual, nunca antes vista en nuestra risueña nación, porque pillos siempre ha habido y habrá, pero no un gobierno estructuralmente corrupto. Por tercera ocasión: a tragar.

Una advertencia, con datos del Inegi, del total de la población económicamente activa (61.4 millones de enérgicos trabajadores), el 54.5% no paga impuestos, están en la informalidad, o sea, 33.5 millones de conciudadanos, se mueren de la risa de los que pagamos. Pero, así, resignados y aguantones, pagamos y pagaremos los impuestos (cualquiera quiere pleito con el SAT). Pero se hace preguntas el tenochca pagador.

Mire usted, en el año 2000 el país tenía un presupuesto total de egresos de 1.2 billones de pesos (millones de millones), con casi 97.5 millones de habitantes (datos oficiales, chéquelos en el sitio de Cámara de Diputados -Decreto de Egresos-, y el Inegi). Con esa monstruosa cantidad de dinero el país funcionaba, bien, regular o mal.

Ahora somos 130 millones de alegres pobladores (129.7 millones, da lo mismo), esto es, el 33.33% más de habitantes… y el presupuesto de egresos para el año que viene, el dinero que se va a tronar el gobierno, son 10.2 billones de pesos ($10’’193,683’700,000.00). Que alguien nos explique: la población creció 33.33% y el gobierno se va a gastar un 750% más (descontando los 1.2 billones del año 2000).

No tenemos carreteras pavimentadas con plata maciza. No hay hospitales en cada pueblo, en cada barrio. No se nos surten las recetas de medicinas en todas las farmacias del país, sin pagar. No hay escuelas chulas de bonitas con maestros de presumir. La gasolina no es gratis, ni la luz. No tenemos policías que de tan bien pagados, se mueran de la risa si se les ofrece mordida o asociarse con el narco del rumbo.

Peor, con datos de Hacienda, en el año 2000, el gobierno federal tenía una deuda neta total de 76 mil y pico de millones de dólares y para el 2024, ya debe 845,278 millones de dólares (15’’215,000’000,000.00 de pesos); y ya nos advirtió que el año que entra, se endeudará otros 81,833 millones de dólares (1,473 billones de pesos). Y ya ni piense en que los burócratas son casi seis millones, que mantenemos.  

No se enrede, en el año 2000 nos costaba el gobierno 1.2 billones de pesos, ahora 10.2 billones; debíamos 76 mil millones de dólares, ahora más de 845 mil millones. Ya no saben tan rico los 3,200 pesos mensuales por ser viejito. Nos está saliendo muy caro.

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