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Música de viento / La Feria

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Sr. López

 

La peor cocinera de la historia (aparte de nuestra madre Eva, porque la pobre tuvo que aprender solita), fue tía Elena, que resistía las marchas, protestas, bloqueos y huelgas de hambre de hijas, hijos y marido, sin aceptar que sus guisos eran indignos de un reo por delitos de lesa humanidad, alegando siempre que usaba el recetario de su mamá, que “cocinaba muy rico”. Ante la desproporción de asesinarla como eficaz remedio culinario, hijas e hijos, desde que llegaban a la estatura suficiente para alcanzar la estufa, se turnaban para hacer la comida. Tía Elenita decía que les había enseñado… nadie la contradecía, la cosa era que no se acercara a la cocina. Paz.

 

Con los mismos ingredientes sale el mismo guisado. Decir que México va a cambiar ¿qué significa?… no van a cambiar los cerros ni los ríos, las fronteras ni las costas ni el clima. Cambiar a México, transformarlo, es cambiar a los mexicanos, transformar a los que hacemos esto que llamamos México.

 

Ahí está el detalle: los países se construyen con ciudadanos, con gobierno también, claro, pero los gobernantes salen de la gente que produce el país. La definición clásica (y casi desechada), de que un Estado (una nación), es aquello conformado por gobierno, pueblo y territorio, aclara un poco lo que quiere explicar este menda: el territorio es el que tenemos (y seguirá igual); el gobierno puede cambiar, mejorar hasta que sintamos que tocamos los dinteles de la Gloria, pero eso no cambia al país, porque el país somos los mexicanos.

 

Imagine, nomás por decir, que el Congreso aprobara, como de urgente y obvia resolución, traer refuerzos del extranjero (como hacen los equipos de futbol), y que formara una Comisión Autónoma Concurrente Organizadora de la Transición Auténtica (no la llame por sus siglas), que enviara misiones especiales a los países mejor gobernados del mundo y que trajeran a un Presidente y los 299 titulares de secretarías de Estado y entidades federales; 32 gobernadores y 2,458 alcaldes, 628 legisladores federales y 1,125 legisladores estatales (CdMx incluida)… ¡ya!… no es tanto: hay que encontrar en todo el planeta a 4,543 súper dotados, cada uno en su campo, todos honestos y cabales… seguro hay. ¿Y luego?… ¿a la hora que empiecen a gobernar, qué?… ¿México sería otro?… ¿de veras?…

 

Por supuesto no es poca cosa que el gobierno sea “De Luxe” (como la lavadora de mi abuelita), pero no es lo único necesario para resolver nuestros problemas. No sabe el del teclado si se explica: nos molesta (mucho) la corrupción, ¡siete hogueras para los gobernantes corruptos!, pero atrás de cada funcionario corrupto hay un grupo de empresarios o particulares que le dan moche, mordida, comisión, “entre” (sin los que dan, los que reciben no recibirían), y a la fecha no hay noticia de que sufra de vacío social ningún particular nuevo rico pillo que todos sus amigos y familiares saben se hizo millonario, robándolos a todos, incluidas sus abuelas, porque el erario es de todos. Nos sacan de quicio los baches, pero el pavimento mal hecho lo ponen contratistas, ¿cuándo ha sabido de una manifestación frente a las oficinas (o la casa), del empresario que hizo mal su trabajo? Nos pudre el hígado el mal servicio de limpia, ver basura en las calles… pero no salen los gobernantes a tirar basura por las noches, la tiramos nosotros, todo el santo día, diario. A grito pelado nos quejamos de que la ley no se aplique parejo, a todos, pero si alguien declara la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad en un juicio, para sus conocidos y familia, quedará con fama de tonto (rima con conejo), por el resto de sus días.

 

Suponga usted que efectivamente AMLO es San Martín de Porres y Kalimán mezclados en una sola persona… ¿se imagina los negocios que ya urden los amigos de los amigos, de los cercanos a los relacionados con su gabinete?… nomás imagínese. Aun si de verdad ninguno de sus conocidos y parentela tocara un quinto del erario, en todo el sexenio, hay que cuidarles las manos a 4,543 altos funcionarios y a sus amigos, familiares, socios, queridas y queridos… suponga usted que la Morenita del Tepeyac obra el prodigio… todavía quedan  89 millones 327 mil 488 tenochcas mayores de 18 años de edad que meter al aro.

 

¿O sea: no hay solución?, se pregunta usted pensando mal de la progenitora de este menda… no, claro que sí hay solución, lo que sucede es que el problema no es como nos cuentan los de cierta comentocracia y los oposicionistas (ojo con la fina distinción, “oposicionistas” son los que del oponerse hacen lucrativa profesión, muy diferentes a los opositores, dignísimas personas que expresan su desacuerdo, tengan o no razón). Igual: en México no está ni todo mal ni todo bien. Hay muchas cosas que están mal y muchas que están bien. AMLO no tiene que hacer milagros.

 

Hay una ventaja: AMLO no llega a aprender qué es México y es un real profesional de la política que sabe cómo se arrea el ganado de este corral, por lo que siendo seguro que cometerá errores, no va a mandar al éter su sexenio por metidas de pata irremediables, a condición de que resista la tentación enorme de acomodar la ley a su gusto, en cuyo caso se le recuerda que México hoy, no es el de antes, la crítica es en tiempo real, mucho mejor informada y es global: ¡cuidadito!

 

Sabemos cómo gobierna y cómo hace malabares verbales, pero si se concentra en devolver la seguridad pública al país y erradicar la corrupción estructural, si no pierde la brújula y logra devolver la ética como objetivo primario de la política, va a gobernar mejor que algunos antecesores de él, y eso incluye gastar todo lo que haya que gastar en policías y maestros (urge y es lo mejor gastado).

 

Los demás problemas, son asunto de todos. Si vamos a seguir cada quién por su lado, pandos de gusto con nuestras irresponsabilidades y criticando al gobierno que no hace lo que incumbe a todos, será sexenio perdido y todo lo dicho, todo lo hecho, toda la esperanza y gusto, quedarán en música de viento.

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