Roberto Chanona
Siempre he tenido en cuenta la obra de este artista frailescano Robertoni Gómez, porque tiene un valor estético importante. Y porque me une una amistad de muchos años desde cuando trabajamos juntos para el Instituto Chiapaneco de Cultura.
En esa época, Robertoni venía de salir de San Carlos y comenzaba a hacer sus primeras obras como La Casa de las Iguanas, donde se podía ver una influencia de Henry Moore. Poco a poco, fue encontrando su camino y nos empezó a brindar obras conceptuales más interesantes. Terra Non Sancta, fue su primera exposición con un sello personal donde pudimos apreciar los rostros de nuestro pueblo, personajes traídos al presente de una manera délfica; se trataba de un efecto de continuidad griego retomado de una manera vigente. O esculturas con conceptos más elevados como La Silla. Cuando vemos a la mujer detrás de la silla, como esperado su turno, tengo la impresión que nuestro artista se adelantó por lo menos treinta años, porque esa mujer ya se sentó como presidenta de la República.
Luego, con una influencia vernácula trabajó temas como La Serenata; tríptico de gran formato en el que representa al flautista, al tamborilero y a la dama. Este intento de formar a través de varias obras un todo, es una característica de su obra. La dama simboliza, en el sentido más amplio, la gran Diosa Madre, el origen del mundo, y la música que es el hilo conductor en el tiempo.
También observamos en su trabajo la utilización de técnicas mixtas con barro, fierro y madera, que hacen que sus obras sean muy originales.
Posteriormente, se embarcó en una nueva experiencia realizando esculturas monumentales como es el caso de La Madre Tierra en la Secretaría de Agricultura y Ganadería, donde aparecen elementos como el agua, el aire, el fuego y la tierra, representados de una manera simbólica en la obra.
Robertoni, como bien sabemos, es del municipio de Villaflores y un día llegó muy contento porque dicha localidad le había encargado una escultura en bronce para la ciudad. Le pregunté acerca del proyecto y me dijo que la frailesca se reconocía por tener la Mazorca de Oro, y además de que el HOMBRE DEL MAIZ, sería un homenaje aquellos hombres del cual nos habla el Popol Vuh. Me pareció congruente la propuesta y luego que montaron la escultura a la entrada de la ciudad, pasaron una serie de eventos desafortunados que en su momento denuncié en los diarios; lo más importante, es que la escultura ya se encuentra actualmente en su lugar de origen.
Tiempo después, escribí en el semanario San Lunes, un artículo titulado: “El Roba Chicos”. Se trataba acerca de la desaparición de una escultura en bronce de una niña de La Familia Tojolabal de nuestro artista. Si señores, una escultura en bronce como de un metro y medio, anclada en el concreto, se la llevaron en la noche, sin que nadie viera nada. Pero lo más inverosímil es que, tiempo después, con el pretexto que la niña se sentía sola, regresaron por la madre; otra escultura que medía 2.30 metros y se la llevaron de la Calzada de Las Etnias sin que nadie hiciera nada, porque al parecer las cámaras no estaban funcionando, ¡por favor…!
Entrevisté en su momento a Robertoni Gómez y estas fueron sus palabras: “pues lo veo muy mal que por falta de vigilancia la escultura se quede huérfana, porque es un grupo que se interrelacionaba y además la niña es un elemento simbólico, la alegría del hogar. Creo que da una imagen negativa que se roben dos esculturas de esta magnitud, porque tuvieron que llevárselas en una camioneta y tuvieron que intervenir varias personas.”
Así pues, todo parecía que el destino le estuviera jugando sucio a nuestro artista, porque empezó otro percance desagradable referente al mural Fuerzas Vivas que se encuentra en el Museo del Café. Resulta que esta obra ya tenía mucho tiempo sirviendo de fondo para las presentaciones del museo y el CONECULTA, se estaba haciendo cuichi en pagar el mural. Ya platicaré en otra ocasión la discusión tan desagradable que sostuve en una reunión por defender al artista. Agradablemente, rápido salieron los trapos sucios a la luz y tuvieron que pagar la obra.
Hoy en día, soplan vientos favorables para nuestro querido Robertoni Gómez, que se ha ganado a pulso el reconocimiento de su obra y la Universidad Autónoma de Chiapas, para celebrar su 50 aniversario, le solicitó este mural titulado La Universidad y El Pueblo.
Se trata de una obra con dimensiones de 2.50 x 5.80 metros, o sea, una superficie de casi quince metros cuadrados realizada con tierra de diferentes regiones de Chiapas y cosida a 800 grados. Aquí Robertoni logra el propósito por el cual fue creado el muralismo: con una mirada de lejos, poder captar el concepto que desea trasmitir el artista. Así pues, nos deja ver a dos almas que bajan a la tierra aportando la ciencia, la sabiduría de los libros y la naturaleza, a una población deseosa por alcanzarlas.
Se dice fácil o mejor dicho, se ve fácil, pero lograr esta universalidad requiere de una gran reflexión para simplificar el concepto. Pienso en otro ejemplo de estos, guardando las proporciones, es el mural de Siqueiros que está en Insurgentes: con solo dos manos con grilletes y la cadena rota, podemos de lejos entender que se trata de la libertad. De todas las obras que conozco de nuestro artista, este mural de la UNACH es la menos barroca. Aquí, no hay relieves, aquí no hay técnica mixta, solo matices de las diferentes tierras de Chiapas, el movimiento de las gentes, un celeste de fondo y un concepto tan claro para las nuevas generaciones: ¡dejar de ser un pueblo ignorante!