Florentino Pérez Pérez
Los objetos representados no son reales,
sólo conservan un habitus de realidad
gracias a la serie de aspectos que el autor
toma de su entorno para proyectarlos
a través del lenguaje,
de las unidades de sentido, pues el juicio
representa dos cualidades que logran
nuestra aprehensión de lo representado
en una relación constante al
mundo real: veracidad y congruencia.
Vergara. Tiempo y verdad en la literatura.
Escribir sobre un escritor tiene sus complejidades. No solo hay que conocer y leer su obra, sino ubicarla en su tiempo y territorio. El escritor recrea hechos y personajes históricos, además de sus circunstancias, parte del conocimiento de fuentes históricas para narrarlas en un lenguaje literario y con un estilo que atrapeal lector.
En la novela histórica están presentes personajes o acontecimientos históricos reflejan tramas que se recrean y ficcionan. Entre otros autores, destacanMargarita Yourcenar, Umberto Eco, Ignacio Solares, Fernando del Paso, Laura Esquivel Héctor de Mauelón.
En Chiapas resaltan Emilio Rabasa, Rosario Castellanos, Ricardo Pozas ArciniegaAlfredo Palacios, Jesús Morales Bermúdez y ahora se suma Juan Carlos Cal y Mayor con la novela que hoy se presenta.
La literatura puede ser un artefacto, un puente que una la historia y la memoria en la reconstrucción del pasado. En la novela histórica aparecen las pretensiones del discurso histórico y del discurso literario. El primero, al adoptar la forma narrativa, quiere hacer un relato verdadero de los hechos ocurridos en el pasado. El discurso literario, en cambio, no necesariamente quiere hacer ese tipo de relato, pero sí uno que sea verosímil, es decir, que se asemeje a la realidad en tanto es creíble y posible, mas no verdadero.
El libro Yo, Maximiliano. El sueño de un colibrí de Juan Carlos Cal y Mayor. Son dos libros en uno engarzados por el tema, pero que podrían tener vida independiente. El primero es la crónica de los sucesos que le ocurrieron aMaximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota en tierras mexicanas. El título del libro es enigmático por la asociación del colibrí con el Emperador de México, sin embargo halla su explicación en el “Prefacio” del escrito; ahí se presenta el relato de Maximiliano cuando, una vez hallándose en Sudamérica, contempló, extasiado, por primera vez el pájaro Beija Flor, “Besa Flor”, como nombran en Brasil a esta ave minúscula. Maximiliano dice que vio entre el follaje la aparición repentina de “algo inmaterial como un pensamiento… Este diminuto ser es inasible, ni podemos reproducir sus movimientos ni guardarlo en cautividad. Semejante a una imagen soñada, aparece cuando menos se lo espera, y huye cuando más nos atrae”.
Maximiliano ignoraba el simbolismo que esta avecilla tenía en los pueblos originarios de América; por ejemplo, entre algunas tribus del amazonas era un ser sagrado que conectaba la superficie de la tierra con el inframundo, la vida con la muerte; su figura también se halla trazada en el desierto peruano de Nazca probablemente disfrazando el mapa terrestre del movimiento de ciertas estrellas;entre los aztecas se llamaba huitzilin y representaba el espíritu solar, de ahí viene el nombre de Huitzilopochtli, que significa Colibrí del Sur y también simbolizaba el espíritu de los guerreros muertos en combate o en la piedra de los sacrificios.. En Chiapas, el colibrí, llamado zunún entre los descendientes de los mayas, aparece en muchos mitos de fundación. Por cierto, era el nahual del líder chamula en la época de la Revolución Mexicana: Jacinto Pérez Chixtot, “Pajarito”, como lo señala Antonio García de León en su libro Resistencia y Utopía.
Quizá México fue eso para los anhelos de Maximiliano: un sueño bajo la envoltura de un señuelo, algo conceptualmente inasible, un mundo en fuga, con hombres que no toleran el cautiverio, impredecibles, repentinos, indefinibles. El mexicano fue un enigma que el emperador nunca pudo comprender, y lo que no se comprende no se puede dominar, porque como señaló Foucault, el saber se entrelaza con el poder. Quizá, Maximiliano sólo comprendió este mundo cuando estaba frente al pelotón de fusilamiento.
El libro de Juan Carlos Cal y Mayor está estructurado en dos partes, como señalé al principio de esta presentación. La crónica se halla elaborada con un lenguaje sobrio y didáctico; narra los sucesos que vivieron Maximiliano y Carlota desde su llegada a tierras mexicanas hasta la locura de Carlota y el fusilamiento del emperador; su estilo me recuerda al de Martín Luis Guzmán en la novela Muertes Históricas.
Sería importante que jóvenes de secundaria y preparatorianos tuvieran acceso a este libro de Juan Carlos porque proporcionan información amena sobre una época importante de nuestra historia. Es un libro capaz de atrapar a sus lectoras desde las primeras hasta las últimas páginas.
La segunda parte es un relato estructurado de manera autobiográfica; es una autobiografía imaginaria. Maximiliano cuenta, desde la muerte, a la manera de Pedro Páramo de Juan Rulfo, su tragedia en el territorio mexicano, sus anhelos y sus pretensiones de modernizar al país, de sacarlo de su atraso educativo, económico y político. El relato es ficticio, pero la ficción es una de las formas de estructurar la verdad.
Juan Carlos Cal y Mayor ofrece a los lectores una interpretación de las pretensiones y valores humanísticos de Maximiliano diferentes a la historia oficial; así como las virtudes políticas de la emperatriz Carlota y su fatal desenlace.
Maximiliano y Juárez ideológicamente fueron dos gemelos enfrentados, dos liberales ubicados en estructuras políticas diferentes: uno republicano y el otro monárquico, uno del país y otro foráneo que quiso ser de casa.
Maximiliano luchó contra su retrato. Juárez ordenó fusilar a su espejo. Esta verdad, muchas veces ocultada, es la que Juan Carlos Cal y Mayor elabora en este libro con calidad literaria.
Felicito a mi amigo Juan Carlos Cal y Mayor por este valioso texto que nos comparte.