Home Columnas Mi encuentro con el autismo / #CódigoNucú

Mi encuentro con el autismo / #CódigoNucú

Mi encuentro con el autismo / #CódigoNucú
0
0
Mi encuentro con el autismo

En 2012, cuando me asignaron la materia de Español en nivel secundaria en un colegio particular, conocí a Pedro, un niño con espectro autista. Yo no sabía entonces cómo trabajar con él ni la forma en cómo responder a su maravillosa forma de ser: nunca había tenido la experiencia de poder convivir con un niño con estas características, lo confieso. Porque todo cambiaba de un momento a otro, o de un día para otro. Primero quería que hiciera las actividades como los demás y eso era imposible. El tenía otras prioridades y mi desconocimiento me llevaba a no conectar con él. Por ejemplo, tiempo después supe que cuando la dosis del medicamento era alta, se dormía en clases y no había poder humano que lo despertara. Es más, sus compañeros bajaban el volumen a su relajo y evitaban molestarlo hasta que el timbre retumbaba y él, un poco desorientado, tomaba la mochila para cambiarse de salón y repetir la escena. Despertarlo podría significar una crisis o ponerlo de mal humor, me decían quienes habían sido sus amigos desde primaria.
Había otras veces que estaba lúcido, observando fijamente un punto a la pared y de pronto alzaba la mano para opinar sobre algo que estábamos platicando en clase. Su participación era exquisita porque veía el mundo de otro modo y hacía referencia a ello, lo que enriquecía el aprendizaje de todos aún cuando su postura pareciera ajena al tema. Aunque después regresara al mismo punto o trazara líneas en su libreta sin decir nada más.
Recuerdo mucho una ocasión que leíamos en voz alta un fragmento en un libro de la editorial SM. El ejercicio era simple: cada alumno esperaba un punto y aparte para “robar” la lectura a su compañero y obligaba a todos a estar atentos porque eso les daba décimas que sumaban en su promedio. Todos concentrados interactuaban, hasta que Pedro tomó las riendas de la lectura y su voz se apoderó del salón. Muchos abrieron los ojos como si las pupilas quisieran salírseles y otros medio abrimos la boca sorprendidos, quizá, por lo fluido de su lectura, por las pausas y el énfasis marcado, o porque minutos antes había salido del salón a mojarse el rostro y murmuraba algo que no logre entender. No lo sé. Pero leyó tres párrafos y guardó silencio sin que nadie lo interrumpiera. Al sentir el silencio, tomé yo la secuencia y leí hasta que di un nombre al azar y el ejercicio continuó su marcha.
Como esa, en dos o tres veces más participó. Incluso, en alguna ocasión, me habló de una colección de mariposas que no supe si estaban prendidas a un alfiler o si las veía en el jardín de su casa y de una serie de dibujos que mostraban siempre fondos oscuros. Platicaba poco y respondía cuando consideraba que el tema a tratar le interesaba. Fuera de ahí, se sumergía entre lo colores o sacaba hojas donde dibujaba casas y árboles, siempre con un sol en celeste grande en la esquina izquierda. Nunca más supe qué fue de él. Después de un tiempo que seguí dando clases en el colegio, él partió a explorar otras aulas y a sorprender, seguro estoy, con su voz y su extraordinario ser a otros niños. Debe tener ya sus 20 o 21 años y quizá esté a mitad de carrera profesional, no lo sé.
Hoy es el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo y recordé a Pedrito. Quizá porque en todos estos días he observado a Marco y Alejo, dos niños también con autismo, expresarse de un modo diferente. Incluso entre ellos son muy distintos. Ambos estudian en Mind Up, un Centro de Aprendizaje donde conviven todos por igual. Es un trabajo difícil, porque algunos niños no entienden la inclusión y el trato igualitario. Y pienso que este mundo fuera otro si esa forma tan transparente e inocente de verlo desde los ojos de los niños no se contaminara cuando crecemos. Yo seguiré creyendo, como cantaba Santiago Serrano, que, independientemente de todo, otro mundo sí es posible.
*Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos
@C_T1

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *