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Mentiritas / La Feria

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Sr. López

A tía Lola, de las de Autlán, pocos le conocían la voz y siempre tenía cara de funerales. Su marido, tío Celso, era fiestero, católico a machamartillo -diario, misa y rosario completo a rodilla-, y fanático en grado psiquiátrico, de ‘Las Chivas’ del Guadalajara. Una vez este menda, comentó con la abuela Elena, la eterna tristeza de la tía y de bote pronto explicó: -Vive en lamentira, no le gusta la fiesta, no le gusta la religión y detesta el futbol… todo por darle gusto a Celso, la muy taruga -… sería por eso.

La señora del segundo piso, quien en los hechos comparte el cargo de Presidenta de la república con quien ella misma, proclama Presidente (al que ya no es o eso supone el tenochca ingenuo), ayer reiteró lo que el lunes anunció su (es un decir), Secretaria de Gobernación:

Para investigar y agilizar la localización de personas desaparecidas, propondrá la creación de la Plataforma Única de Identidad, sumando al CURP (Clave Única de Registro de Población), los datos biométricos de todos nosotros los del peladaje.

O sea, para hacer investigaciones y perseguir a los delincuentes, nos van a fichar a todos. ¡Buena idea!

Tenemos derecho a desconfiar. Nuestro gobiernohasta nuevo aviso, no es de fiar.

En abril del 2022, la Suprema Corte anuló la obligación de registrar los datos biométricos de los usuarios de telefonía celular, porque vulneraba los derechos a la privacidad, intimidad y protección de datos personales; aparte de no ser una medida para la persecución de delitos de extorsión. Cualquiera diría que aplica lo mismo para lo de la desaparición de personas.

Por contra, los tenochcas simplex en masa, hemos dado nuestros datos biométricos al INE, porque confiamos en esa institución (todavía), y porque no es del gobierno (todavía). También, aunque aregañadientes, porque hay que trabajar, nos registramos ante el SAT de Hacienda, que toma nuestros datos biométricos y hasta la foto del iris de los ojos.

Pero esto de dar al gobierno federal, a la Secretaría de Gobernación, la información sobre cada persona, incluido el domicilio, es otro cantar. El año pasado, en agosto, el Senado no pudo sacar adelante la creación del Sistema Nacional de Registro e Identidad (SID), que es esto mismo que propuso ayer la señora a la que da posada en Palacio, ese que NO vive en Palenque. Este año lo van a conseguir, les sobran votos en el Congreso.

No son flacos los argumentos en contra del fichaje general de los gallardos tenochcas: ya no hay INAI que proteja nuestros datos personales; el gobierno podrá disponer de ellos para fines electorales (¡oh!, sí, créalo); se les facilitará el control de la coacción-extorsión masiva que llaman programas sociales; y podrán dárselos a entidades como el ejército o a empresas “amigas” (bancos por ejemplo).

Pero si nada de eso sucediera, no será ninguna sorpresa que los registros de la población acaben a la venta en Tepito. Ya sucede, no es invento. En noviembre de 2015, la Agencia de noticias de Proceso (APRO), publicó con pelos y señales que ahí, en Tepito, se venden (en presente porque se siguen vendiendo), el padrón electoral de todo el país, el registro de todos los vehículos -todos, comerciales, transporte público, de lujo y de colección-; el de los policías estatales y federales, con fotografía y número de placa; y el registro nacional de población carcelaria.La clientela habitual de esta inmensa información, son bandas del crimen organizado… y policías.

El afán de registrar y controlar a la población no es coincidente con los verdaderos regímenes democráticos o dicho de otra manera, en los que hay un real estado de Derecho.

En el México que se inauguró en diciembre del 2018, la cosa adquirió tintes preocupantes no porque sean -el gobierno anterior y el actual-, de izquierda, socialistas o marxistas, que no son, sino porque llenan todos los requisitos para definirlos sin error, con tendencia a la autocracia.

La autocracia es esa forma de gobierno en la que se concentra el poder en una sola persona o un grupo,una élite política o un partido; poder que se ejerce ilegítimamente, en la medida en que no acepta contrapesos, controles efectivos ni limitaciones legales (caso práctico, todos los amparos que han violado los cuatroteros); por eso la desaparición de los órganos constitucionales autónomos y del Poder Judicial.

En estos tiempos, los regímenes autocráticos o que tienden a serlo, se ven obligados a aparentar otra cosa y transforman en fachadas a los otros poderes, a las instituciones y la Constitución misma.

Por cierto, una peculiaridad típica de los gobiernos que tienen propósitos autocráticos, es que mantienen en la anemia a los partidos políticos opositores como parte de la escenografía de su democracia de cartón piedra, al tiempo que fortalecen a su partido reclutando masivamente miembros, por si le suena familiar.

Sin tachar este régimen que ya se instaló en el país de totalitario, por la senda que va acabará en ello, siempre con la coartada de elecciones libres, por supuesto. Y sin que sean comunistas, que no lo son, sítienen coincidencias con esa ideología, en tanto que también es autoritaria y autocrática.

Un ejemplo nada más: Lenin escribió en 1917 (‘El Estado y la revolución’): “tras la conquista del poder político, iniciará la transformación de la sociedad” (¿le suena?); y en sus Obras Completas, aparece esta lindura: “Registro y control: he aquí lo principal, lo que hace falta para poner en marcha y para que funcione bien la primera fase de la sociedad comunista” (tomo XXVI, página 97, de la edición de Editorial Cartago, Buenos Aires, 1958; no anda uno inventando nada). Se insiste, no son comunistas ni marxistas… pero el afán entre autoritarios es el mismo: registro y control, transformar.

La señora del bastoncito de mando tiene varios problemas muy gordos que resolver, toros muy bravos que capotear, pero su principal problema es con la verdad: todo lo que le heredaron es mentira, todo, y si no corrige, su gobierno será de mentiritas.

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