Sr. López
Tía Rosita, como bien sabe usted a estas alturas, fue de Toluca y vivió hasta los 117 de edad (nació en 1843), aunque el abuelo Armando decía que se quitaba años. Bueno, como sea, por cariño y respeto, la familia entera evitaba darle disgustos en particular en lo que a don Porfirio Díaz tocaba, que según ella seguía de Presidente en 1960, año en que inesperadamente falleció la buena ancianita y en el que don Porfirio hubiera cumplido 130 de edad (que decía la tía era “muy buena edad”), ¡ah!, y todos los 18 de julio, daba una comilona en su casa, celebrando la muerte de Juárez al que no perdonaba la ejecución de Maximiliano (que llegó de Emperador a México cuando la tía tenía 21 años). Todo mundo le daba por su lado y la viejita nunca supo de Madero, Carranza, Obregón, Calles ni del PRI. Todas las tardes la santa tía rezaba su rosario encomendando a Maximiliano (“que Dios tenga en su santa Gloria”), y a don Porfirio (“que Dios nos lo conserve muchos años”). Los que no la conocían bien decían que estaba loca y… un poco sí, pero no hizo daño a nadie en su vida.
Si en algo es único nuestro actual Presidente es en su visión de que en el México del siglo XXI, continúa la lucha entre liberales y conservadores que finalizó el 22 de diciembre de 1860 en la Batalla de Calpulalpan, con el triunfo de los liberales, comandados por el patriota general Jesús González Ortega, sobre los conservadores al mando de otro patriota, el general Miguel Miramón… la verdad: en ambos bandos eran patriotas, la lucha era por el proyecto de nación. Se advierte que la fecha “oficial” de la terminación de esa guerra, es el 11 de enero de 1861, cuando Juárez, sin despeinarse, hizo su entrada triunfal a la capital nacional, recuperada por González Ortega diez días antes… “entrada triunfal”, así cualquiera es bueno.
Así y 163 años después de que acabó la pugna liberales-conservadores, el Presidente tiene la manía de calificar de conservadores a todos los que se oponen -o él crea se oponen o él diga se oponen-, a su cuarta transformación (aún por definir al fin del mandato y urge se defina para andarse comparando con la Independencia, la Reforma y la Revolución, que son las primeras tres transformaciones según dice el Catecismo del Buen Morenista). De cualquier modo, esa su maña permite suponer que él se considera liberal (aunque dé tantos indicios de ser lo contrario).
Parece que la ideología presidencial consiste en que si usted quiere conservar dos pares de zapatos o su derecho a no estar de acuerdo con él, es un conservador merecedor de siete hogueras. Y en su lógica de ábaco y matatena, si es conservador es un reaccionario o uno de derechas, pero-por-supuesto, aunque eso de derechas y de izquierdas en este mundo de ogaño, ya no dice casi nada… pensándolo bien: no dice nada (preguntar a Xi Jingping).
El Presidente en su quinto año en el poder, ya no tiene límite al hablar, si es alguna vez lo tuvo… no, no lo tuvo… y tan es así que ayer calificó de conservadores a los maestros de la CNTE de Guerrero (“yo creo que ellos no están en favor de la transformación”, explicó); y decir que los del CNTE son conservadores de derechas es como decir que el Desembarco en Normandía fue puro teatro.
Pero desbocado (nunca mejor dicho) como está, ayer al explicar que doña Sheinbaum se retractó de su compromiso de asistir a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, dijo que es conservadora (la FIL)… y eso de veras, es como decir que la reina Isabel II (q.e.p.d.), de joven fue teibolera y de vieja madrota. Se oye horrible, sí, pero se oye peor lo de la FIL.
La FIL según el Presidente es “un cónclave de derecha (…) es importante que se sepa y que hagamos todo lo posible para que no haya simulación porque nos perjudicó mucho la hipocresía política, la simulación, el engañar que eran independientes, cuando no es cierto”. Y agregó que por eso aunque lo invitan cada año, no va (¿mensaje recibido doña Sheinbaum?, ni se le ocurra si llega a Palacio).
La FIL la organiza la Universidad de Guadalajara y es el evento cultural literario más importante del mundo. La feria de Fráncfort, Alemania, le gana en representación editorial, en lo demás, la FIL arrasa. En 2022 a la FIL asistieron 2,173 casas editoras de 49 países y 14,197 profesionales libreros; la visitaron 548 medios de comunicación; presentaron 625 libros; otorgaron 22 premios y homenajes; realizaron 240 foros literarios; y recibieron a más de 800 mil visitantes (público), de ellos 184 mil niños. Dura nueve días y cada año es un rotundo éxito.
Por qué el Presidente la descalifica tachándola de conservadora, es un misterio. Dijo ayer que de cada 50 invitados, solo cinco son “progresistas y el resto son de derecha o conservadores”. Y para remachar que sin duda la FIL es conservadora, recordó que el fallecido fundador de la FIL, Raúl Padilla, recibió un premio de la monarquía de España.
Bueno, sí, pero no así. Don Raúl recibió muchas distinciones, entre ellas, en 2006 la condecoración de la Cruz de Saint Jordi, de la Generalitat de Cataluña; en 2008 el reconocimiento del Ayuntamiento de Guadalajara; también en 2008 el Premio Elías Sarquís; en 2009 del rey de España Juan Carlos la condecoración Isabel la Católica; en 2010 el reconocimiento a su labor cultural del Congreso del Estado de Jalisco; en 2012 la Legión de Honor, orden de Caballero, del gobierno de Francia; en 2013 el nombramiento de patrono de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes; en 2015 fue homenajeado por la Feria Universitaria del Libro en Pachuca, Hidalgo; y en 2016 recibió la medalla al mérito educativo y cultural del Instituto Cultural México Norteamericano de Jalisco A. C. (y por algo, también recibió el nombramiento de embajador del Tequila de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera).
Resumir a Raúl Padilla, como un conservador porque lo premió la Corona de España es lo menos una mezquindad. El sello de la casa, mezquindades y odios gratuitos. La mediocridad triunfante.