Sr. López
Primeros años 70 del siglo pasado, Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, se casaba. Hubo apuestas: que si duraba un año, unos meses o nomás la Luna de Miel. La abuela Virgen (de poco seso y siete embarazos), dijo que rezáramos para que se portara bien y los presentes dijeron que sería milagro… y fue: Pepe el Terrible está por celebrar bodas de oro.
Lo que sucede es lo que era posible: no asombra. A veces pasa lo que era improbable: sorprende. Pero cuando sucede lo imposible, es milagro y pasma, aturde. Sin embargo, la mayoría de los milagros son mentira o tienen explicación, y quedan como tales solo unos cuantos que obligan a decir igual que las abuelas: -Solo Dios sabe –y sí sabe, lástima que de dos mil años acá, ande tan callado.
En la circunstancia nacional, lo más posible es que Morena gane las elecciones del 2024 y se quede otros seis años con la presidencia de la república.
Pudiera ser que los partidos políticos opositores a Morena, hicieran un esfuerzo supremo, se pusieran a trabajar por México y arrebataran a Morena su previsible triunfo en 2024. Sería una sorpresa muy grande, grandísima (y ¡vaya que tienen posibles candidatos de lujo!, mujeres y hombres).
Y sería milagro que los opositores a Morena siguieran en su egoísta miopía de traficantes de la política y ganaran la presidencia. Milagrazo.
Se vaticina que Morena ganará las elecciones del 2024 no por los resultados de su gobierno, que es un rutilante fracaso, sino porque López Obrador, sin casi nada, logró lo que logró y ahora, con el inmenso poder del Ejecutivo federal y acceso al erario, compensará su ausencia en las boletas electorales para obtener el triunfo a las chuecas o a las derechas.
Para el Presidente nada importa más que las elecciones del 24. No por convicciones políticas que no tiene (las necedades no son convicciones), ni porque crea que quien lo suceda, va a comprometer su gobierno en la defensa del suyo. No. Pero sabe que aseguraría su impunidad montando en La Silla a algún cómplice de sus andanzas (¡Claudita!, no se apure, va en caballo de hacienda, recuerde los segundos pisos del periférico). A él le importa solo y mucho, que no lo arrastren y soñarse estatua. Y todo apunta a que otra vez, se va a salir con la suya.
Pero el milagro que no sería milagro, es posible. En la política de altos vuelos no es raro que pasen cosas sin aparente explicación que revelan la intervención de poderes que actúan tras bambalinas y tuercen el curso previsible de los acontecimientos (un día comentamos la elección de John F. Kennedy).
Claro, como esos poderes son inmensos, si pone uno atención y sabe para dónde mirar, encuentra rastros de hacia dónde parecen querer llevar las cosas.
El 2024 mexicano le interesa-preocupa al gobierno de EU. Sabidos son los asuntos que los incomodan de nuestro gobierno actual y los que los alarman. Al tío Sam le importa un pito si México se va al caño, pero sí le importa que nuestro batidero los salpique.
Las cartas de congresistas pidiendo al presidente Biden que le apriete las tuerca a López Obrador, resuenan en la prensa y poco más; las protestas de sus empresarios ya las atienden dentro del marco del T-MEC. Lo que los alarma es que nuestra falta de seguridad pública constituye una amenaza real dentro de su territorio.
El 8 de marzo pasado, la Dirección Nacional de Inteligencia de Estado Unidos presentó su ‘Evaluación de Amenazas Alrededor del Mundo 2022’, elaborado con participación de sus 17 agencias de inteligencia; en el apartado ‘Asuntos Transnacionales Adicionales’, título sobre drogas ilícitas, asegura que el control territorial de los carteles mexicanos se elevó a niveles históricos desde el 2018 cuando comenzó la presente administración. Afirma:
“En partes de México, las organizaciones transnacionales criminales usan (…) millones de dólares de las ganancias de las drogas para intimidar a políticos e influir en elecciones (…)”. Y eso de “partes de México”, según la DEA, son 23 estados de la república, el 72% del país.
Claro que les preocupa el trasiego de drogas y en especial la producción de fentanilo en México, que ya es un inmenso problema en los EU (casi 79,000 muertes entre 2020 y 2021), pero más que eso, la seguridad interna de su país. La DEA en marzo del 2021, informó que nueve cárteles narcotraficantes de México tienen presencia en los EU y representan una amenaza a la seguridad de su país no solo por su violencia extrema, sino por su nada improbable conexión con el terrorismo islamita que paga y paga bien, y la penetración de agentes de China, Rusia y Corea del Norte por su frontera sur, a pie.
Cuidado, el gobierno yanqui no tontea con su seguridad nacional. El tío Sam duerme con un ojo abierto. Y como sabe que nuestro Presidente miente y engaña con acuerdos y compromisos que no piensa cumplir, le está tendiendo un cerco, a él.
Saben que el Presidente en lo personal no tiene acuerdos con ninguna banda de delincuentes. Pero también saben que es muy sensible a la crítica y más a la que puede envolverlo en una madeja de chismes que para el común, son certezas, por falsas que sean.
Por eso de repente, se desempolvan las viejas acusaciones contra Manuel Bartlett, afirmando que cuando era secretario de Gobernación, fue cómplice del Cartel de Guadalajara cuando la tortura y asesinato del agente de la DEA, Enrique -Kiki- Camarena Salazar, en 1985.
Sea o no sea cierto, los EU saben que es un jaque al Presidente, quien ha defendido a capa y espada a Bartlett. Y la gota que derramó el vaso de las sospechas yanquis fue el súbito ataque de legalidad de nuestros jueces que negaron la extradición de Caro Quintero, cuando en esta administración han concedido más de 44 extradiciones de narcotraficantes. Pero no la de Caro, porque sí sabe si Bartlett fue su cómplice y de ribete, diría lo que le dijeran que dijera, para negociar con la Fiscalía de los EU.
Mal asunto Presidente, en política hay que saber escoger enemigos. Para el 2024, esto puede descomponerle toda su maroma.