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Marco Aurelio

Marco Aurelio
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José Antonio Molina Farro

Solo podemos ver en los demás aquello que hemos visto en nosotros mismos. James Baldwin

Hay genios que perduran a través de los tiempos, en la Historia, y marcan el rumbo de siglos y siglos. El estoicismo de este filósofo universal nos recuerda que no podemos controlar todo lo que ocurre, pero sí el cómo lo interpretamos. La felicidad no es un estado permanente sino una práctica constante de higiene mental, tan necesaria como cuidar el cuerpo. “Revisar nuestros pensamientos, cuestionar nuestras interpretaciones y elegir conscientemente cómo queremos vivir”. Yo agrego, revisar viejas certezas y reexaminar nuestras convicciones, evitar caer en la liturgia y reinventarnos en la cotidianidad,  pues la felicidad no depende de tener más cosas sino de cómo vivimos lo que ya tenemos. La felicidad no es un logro individual sino un fenómeno que se multiplica cuando compartimos. Ni un solo ser humano en el planeta está feliz todo el tiempo. La felicidad no es una línea recta ni tampoco un objetivo que se alcanza y se mantiene intacto. Es un proceso un vaivén emocional, que forma parte de lo que significa estar vivos. Practicar la gratitud y no subestimar los pequeños gestos. No se trata de romantizar el dolor sino de aprender a convivir con él sin que nos arrastre. En este sentido, la mente juega un papel decisivo: puede amplificar el dolor o suavizarlo, puede ser un enemigo silencioso o un aliado poderoso. Dice Marco Aurelio: La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos. Para él no se trataba de negar las dificultades sino de aprender a mirarlas desde otra perspectiva. En definitiva, la felicidad estoica es una conquista interior, no un regalo externo. Basta con aprender a mirar la vida desde un lugar más sereno y consciente. La verdadera fortaleza no está en el poder sino en la claridad interior. Así Marco Aurelio se ganó un lugar preferente en la historia del pensamiento: aplicando las ideas estoicas en la práctica diaria de gobernar y de vivir, demostrando que la filosofía puede ser un salvavidas incluso en los escenarios más exigentes. Muy diferente al sabio Séneca, cuyas enseñanzas apuntaban al deber ser, pero no para él, quien se enriqueció de manera escandalosa al amparo del poder. “Hágase la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre”. ¡Qué cómodo el buen Séneca”. Un buen acomodaticio. Sabemos que Nerón le dio la opción de suicidarse y así lo hizo.

Aunque han pasado casi dos mil años, las ideas de Marco Aurelio siguen resonando en nuestras vidas. En un México donde priman las bajas pasiones y las emociones colectivas por encima de la razón, las verdades que se toman como axiomas, dogmas indiscutibles, el miedo, las desapariciones forzadas, los crímenes, la mentira, el fanatismo, el rencor, los maniqueísmos, el odio de clases azuzado desde el poder, “la narrativa perversa de “no somos iguales”, las anatemas de AMLO en

las mañaneras, de terrible poder, que alargó la mano del presidente hasta la intimidad de los mexicanos, la corrupción y el clientelismo, componentes esenciales en varios regímenes, pero potencializados con AMLO.

Crimen organizado. El índice de crimen organizado es gestionado por la  Iniciativa Global contra el crimen organizado transnacional. De un total de 193 países  considerados en 2023, México se posiciona en el número 191, es decir, México se halla entre los tres países con peor índice de criminalidad en el mundo. Y explíquese usted, transcurrido el quinto año de su mandato gozó de números extraordinarios de aprobación. 

Con Marco Aurelio sus enseñanzas no se encapsulan ni comprimen con el tiempo, se expanden en círculos concéntricos que nos cobijan, elevan nuestras expectativas, creer en nosotros mismos, cambiar para cambiarnos y luchar por lo que vale la pena luchar, sin concesiones ni desmayos.

 Marco Aurelio, sin proponérselo se convirtió en un influencer de la calma y la claridad mental mucho antes de que existieran las redes sociales. “La verdadera felicidad no está en lo que tenemos sino en cómo pensamos y cómo elegimos vivir cada día”. Ese es su gran legado. Enseñarnos que la serenidad es posible, incluso en medio del caos, y que la calidad de nuestros pensamientos es la llave para transformar nuestra experiencia de vida. Evocar a este grandísimo gobernante y filósofo es invitarnos a una reflexión profunda sobre nosotros mismos. El significado de nuestras vidas y hacerlas dignas de ser vividas.

Amor propio.  Aprender a quererse es uno de los regalos que podemos hacernos, sin perfeccionismos ni críticas destructivas. Aceptar nuestra vulnerabilidad, reconocer los errores sin atacar nuestra esencia y poner límites claros para proteger nuestro bienestar. Cuanto  más  nos respetamos y cuidamos más resilientes somos frente a la pérdida, el duelo o la crítica externa. El amor propio no nos aleja de los demás, nos acerca, permite construir vínculos más equilibrados y libres de dependencia. El amor propio es el motor que nos ayuda a vivir con más calma y plenitud, nos da seguridad y nos protege de la dependencia emocional. Sin amor propio cualquier crítica externa puede derrumbarnos; con él aprendemos a sostenernos incluso en los momentos más difíciles. Es un factor de resistencia a la depresión y mejora las relaciones interpersonales. El peor enemigo es el perfeccionismo. Nunca criticarnos en nuestra esencia y decir  “soy un estúpido sino me comporté como un estúpido”. J perfeccionismo nos dehumaniza, nos obliga a ser infalibles, erosiona la autoestima y nos aleja de la compasión, entiendo más el dolor de los demás, hay menos intentos de maldad  y de odio, tienes más empatía con los otros.  Equivocarse es humano y nuestra esencia no se define por un error puntual.

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