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Los tres pies al gato / A Estribor

Los tres pies al gato / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Si alguna lección nos ha dejado la experiencia de estos días en el combate a la delincuencia en nuestro estado de Chiapas, es que cuando el Estado, en sus distintos órdenes de gobierno, se decide; cuando hay voluntad política y se cuentan con los elementos y las herramientas para combatirla, no hay poder humano que se le enfrente. Se hace efectiva la tesis de Max Weber respecto a que el Estado es el único que ejerce legítimamente el monopolio de la violencia.

Llevamos menos de dos meses observando cómo la Fiscalía del Estado y la Secretaría de Seguridad, con el llamado Grupo Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), vienen realizando diversos operativos, desarticulando grupos delictivos, garantizando el libre tránsito, desmantelando organizaciones —como en la zona norte de San Cristóbal— acostumbradas a realizar impunemente negocios ilícitos, regulando actividades asociadas a los grupos delictivos, tales como la restricción horaria para giros negros y antros, las peleas de gallos y las carreras de caballos, entre otros. No se trata de limitar, sino de generar condiciones para el restablecimiento de la paz y la sana convivencia social. Así debemos entenderlo, y en ello hay que colaborar.

Lo han hecho con eficacia porque no se trata de una ocurrencia, sino de la determinación firme del gobernador Eduardo Ramírez desde que era candidato, sabedor de que recuperar la paz social era una exigencia de toda la sociedad. Él mismo supervisó, ideó y cuenta con el equipo, el adiestramiento y la preparación necesarias, ejerce la potestad del Estado y tiene al frente de la seguridad a dos personajes con la experiencia y capacidad precisas. Por eso, todos los operativos han sido exitosos; no ha habido bajas ni entre los elementos policiacos ni entre los sujetos a los que se ha aplicado la ley.

No es casualidad, sino causalidad. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha tenido resultados similares. No ha habido bajas en su lucha contra las bandas delictivas, que ya suman miles de detenidos y procesados. Se cae la tesis de los abrazos, y no es que se trate de balazos. Aquello era una rima, un eslogan de campaña. Se trata de hacer valer el peso de la ley. “The rule of law”, como dirían los americanos, el estado de derecho, y eso implica el uso de la fuerza cuando sea necesario.

Esa voluntad política es la que abdicó el gobierno anterior. La tesis de combatir las causas ha sido autodestruida. Las becas para jóvenes solo tuvieron eficacia electoral. No se inhibió ni se redujo la violencia; por el contrario, la cifra de muertos aumentó. Tampoco sirvió involucrar al ejército creando la Guardia Nacional, pero con órdenes de no actuar. La actitud y la complacencia del ahora expresidente solo se pueden entender como un contubernio.

Ahora la papa caliente la tiene Claudia, solo que con la presión de Trump. Si el gobierno mexicano no pone orden y aplica la ley contra la delincuencia y sus capos, lo harán ellos. Es un asunto de seguridad nacional para ellos. Es como ver la casa del vecino arder y no hacer nada. Tampoco tiene que ver con la soberanía; no es eso lo que está en juego. Es la disyuntiva que enfrenta la presidenta: o ella pone orden, o lo harán los gringos. Y eso, les guste o no, no es un asunto de traiciones. Los primeros beneficiarios serían los mexicanos.

La otra presión viene contra el T-MEC. Nunca le gustó a Donald Trump. Sabe que miles de millones de dólares salieron del país hace más de tres décadas en busca de mano de obra, y eso enriqueció a sus ahora adversarios comerciales. Tiene los mecanismos para reincentivar la inversión. Reducirá el gasto del Estado al estilo Milei. Al cierre del año fiscal 2024, el déficit presupuestario de Estados Unidos ascendió a 1.833 billones de dólares (1.833 trillones en terminología anglosajona), representando el 6,4% del Producto Interno Bruto (PIB).

Le ha encargado a Elon Musk simplificar y digitalizar los trámites, y reducir la burocracia achicando el Estado. Eso les permitiría bajar los impuestos y recuperar a sus grandes inversionistas. Lo tienen calculado. Nosotros no. Llevamos seis años aumentando la recaudación, pero nuestro déficit siempre está por encima de lo programado. Hemos metido al Estado de empresario, y lo único que se ha generado son pérdidas. Ahí está Mexicana de Aviación, Dos Bocas, el AIFA y el Tren Maya. Zapatero a tus zapatos. A lo que deberían abocarse es a brindarnos seguridad, educación de calidad y buenos servicios médicos, pero todo eso es un desastre ahora, y siguen sin entenderlo.

Si queremos los beneficios que el libre comercio genera, debemos adecuar, rectificar y echar atrás todas esas medidas que ahuyentan la inversión en lugar de estimularla. Es la gran oportunidad para Claudia, pero no creo que cambie. Está ideológicamente contaminada por la idea de que el Estado lo resuelve todo, y no es así. Veremos si sigue la misma trama absurda que heredó.

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