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Los intelectuales frente al poder / A Estribor

Los intelectuales frente al poder / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Me gusta la definición que refiere que: Intelectual es el que se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública. Se le debe diferenciar del periodista, el académico o el creador artístico, aunque por ratos esas actividades se entrecrucen. Lo que define entonces al intelectual es su capacidad de difundir ideas, de incidir o influir en la discusión pública.

Se entrevera en ocasiones el hecho de que personajes del mundo de la cultura, creadores o artistas en tanto que son admirados, pueden ejercer gran influencia en la opinión pública. No son necesariamente intelectuales porque su forma de comunicarse es a través de la expresión artística. Una frase del Picasso, un párrafo de Benedetti o Saramago, una estrofa de Serrat o Joaquín Sabina, pueden adquirir sesgos intelectuales, pero no representan necesariamente un ejercicio con propósitos intelectuales.

EL INTELECTUAL

El intelectual investiga, documenta, analiza, discute, argumenta y utiliza el razonamiento lógico. De manera más esquemática recurre a la dialéctica como el argumento en el que se contrapone a una determinada idea, entendida como tesis, y evidencia sus contradicciones lo que se entiende como antítesis. De esta confrontación debería surgir una conclusión o un tercer momento llamado síntesis, que puede llevar a una reafirmación o en su caso una nueva comprensión del problema.

EL POLÍTICO

El político por el contrario es pragmático. Lo es en su origen y en consecuencia en sus fines. Su objetivo es la consecución y el ejercicio del poder. Por ello no le importa mucho la congruencia. Se abraza a un colectivo y abdica ante la doctrina sin reparar en ocasiones en la contradicción incluso hacia sus propios principios y convicciones. Es una cuestión de supervivencia dentro de la tribu. Es cuando el fin justifica los medios. La doctrina partidista es la matriz ideológica del modelo de sociedad que un partido pretende construir.

INCOMPATIBLES

Por eso el papel del intelectual termina por ser muchas incompatible con el ejercicio del poder. La experiencia no ha sido siempre exitosa. Cito a Carlos Castillo Peraza el ideólogo panista que terminó por renunciar a su partido; Michael Ignatieff, un académico metido a la política en Canadá o la intentona del escritor e intelectual Mario Vargas Llosa por la presidencia del Perú en 1990.

CRÍTICO DEL PODER

¿Cuál debe ser entonces el papel del intelectual frente al poder? A lo largo de años he podido presenciar algunas discusiones al respecto. La idea más acabada es que el intelectual es y debe ser siempre un crítico del poder más allá de sus coincidencias. Puede pasar al terreno del activismo, lo peor es que se adhiera a la defensa del poder. El intelecto se vuelca al utilitarismo y se torna en orgánico. El intelectual orgánico funciona, en ese uso de la nueva lengua política, como sinónimo de intelectual oficial y oficioso de un régimen que lo apapacha en convenciencia reciproca.

INTELECTUALES ORGÁNICOS

Para Gramsci, el intelectual tradicional se caracterizaba por reclamar constantemente su autonomía y su singularidad. Un gesto que es perfectamente reconocible en la tradición del intelectual público mexicano de la era del partido-Estado, antes y después del 68: Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz, Gabriel Zaid, Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín… Lo característico de ese tipo de intelectual era que desde una mayor o menor dependencia del poder, cumplía un rol, no de legitimación, sino de crítica al autoritarismo del sistema político mexicano. (Rafael Rojas)

Dado el sesgo autoritario que tomó el gobierno de López Obrador y la descalificación sistemática de los intelectuales a los que ha tildado de neoliberales y conservadores, estos se atrincheraron y asumieron un rol activo dentro del proceso electoral pasado. Muchos de ellos apoyaron y votaron a López Obrador para después caer en el desencanto.

LOS “NUEVOS” INTELECTUALES

Por mientras ha pretendido surgir una nueva intelectualidad de la era cuatroteísta, aunque lo cierto es que su caballada está muy flaca. Es muy poco el quehacer y por ende el prestigio que los precede. Teniendo al pueblo bueno y sabio, becario y favorecido del bienestar, ni falta que hace. De pronto Sabina Berman, Jairo Calixto, Epigmenio Ibarra, Fabricio Mejía, Lorenzo Meyer, Viri Rios o Jorge Zepeda Patterson, intelectuales de media cuchara y eso por no citar a esa caricatura apodada Lord Molécula, son quienes prestan sus buenos oficios en defensa de lo indefendible.

LEGITIMIDAD

Reitero que la función del intelectual es en esencia y siempre la crítica al ejercicio del poder, desde fuera incluso desde dentro, porque sin ella carece de legitimidad. Más allá de sus propósitos, resultados, eficacia electoral o popularidad el movimiento de regeneración sigue cojeando de esa pata que son las ideas, la semántica y una estructura racional que los justifique y de sentido de trascendencia o contenido a este momento de la vida política nacional.

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