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Los golfos de México / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

La discusión sobre si Donald Trump puede cambiarle el nombre al Golfo de México para llamarlo “el Golfo de América” y la consecuente respuesta de Claudia Sheinbaum sobre llamar a Estados Unidos “la América Mexicana” resulta de lo más frívola e irrelevante. Una sopa del mismo chocolate de la 4T, como cuando AMLO quiso cambiarle el nombre al “Mar de Cortés”. Al fin de cuentas, América —que es como se llama el popular equipo de fútbol de la liga mexicana— proviene de Américo Vespucio, un navegante, explorador y cartógrafo italiano que desempeñó un papel clave en la comprensión de que las tierras descubiertas por Cristóbal Colón no formaban parte de Asia, como se creía inicialmente, sino de un nuevo continente.

El nombre de América

En 1507, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller publicó un mapa mundial titulado “Universalis Cosmographia”, donde por primera vez apareció el nombre “América” para designar las tierras del hemisferio occidental. Waldseemüller decidió usar el nombre de “Américo” (en su versión latina, Americus) para honrar a Vespucio, ya que consideraba que él había sido el primero en reconocer estas tierras como un continente distinto. Originalmente, el nombre “América” solo se aplicaba a Sudamérica, pero con el tiempo se extendió para incluir a todo el hemisferio occidental. Digamos que esa denominación, más que producto de una bula papal o un conciliábulo, se originó de forma accidental en la cartografía de la época y nada más.

Origen del nombre “Estados Unidos de América”

Cuando las trece colonias británicas declararon su independencia en 1776, eligieron el nombre oficial “United States of America” en su Declaración de Independencia. El término “América” ya estaba en uso para referirse a las tierras del Nuevo Mundo descubiertas por exploradores europeos y, en particular, al continente donde estaban ubicadas las colonias. El uso del término “América” como parte del nombre oficial reflejaba su ubicación en este continente y servía como una manera de identificarse en oposición a Europa, especialmente frente al dominio británico.

Adopción del término “América” como abreviación

Con el tiempo, los ciudadanos y el gobierno de los Estados Unidos comenzaron a usar “América” como una forma abreviada para referirse al país. Esto se debió principalmente a razones prácticas: Simplicidad lingüística: “América” es más corto que “Estados Unidos de América”. Identidad nacional: En documentos oficiales, discursos y literatura, “América” se convirtió en sinónimo del país y sus ideales.

Estados Unidos se convirtió en una potencia mundial durante los siglos XIX y XX, y su influencia económica, cultural y política global ayudó a popularizar el uso de “América” como referencia exclusiva a su país. Hollywood, la música, la literatura y los medios de comunicación internacionales promovieron esta identificación.

El uso del término

En muchas partes de América Latina, este uso exclusivo de “América” para referirse a Estados Unidos es visto como un acto de apropiación, ya que ignora la identidad continental compartida por otros países americanos. En español, “América” se usa tradicionalmente para designar todo el continente, y los ciudadanos de Estados Unidos son llamados “estadounidenses” y no “americanos” en un sentido exclusivo.

En pocas palabras, como toda fuente del derecho, el término se acuñó por usos y costumbres, sin que esto signifique un concepto de apropiación que pueda vulnerar la soberanía de México. Si en los Estados Unidos prefieren llamarlo “Golfo de América”, no quiere decir que les pertenezca por ese solo hecho.

Lo verdaderamente grave

Aclarado lo anterior, conviene decir que lo verdaderamente preocupante dentro de la declaración del futuro presidente Trump fue el señalamiento de que México es un “país peligroso” y está controlado por los cárteles de la droga. Ya no es si en México se produce fentanilo en una cocina, como afirmó el New York Times, sino la declaración explícita de que el gobierno de México está sometido a los poderes fácticos de la delincuencia. Eso sí que es grave.

Y lo es más sumado a la intención de identificar a estos grupos como terroristas, lo cual permite, dentro de la legislación de Estados Unidos, intervenir —si es necesario— táctica o militarmente en otros países cuando se trata de un asunto de seguridad nacional.

Lo saben todo

Estados Unidos está plenamente informado sobre la situación del narcotráfico en México. Allá no se chupan el dedo. Tienen agentes infiltrados y siguen procesos contra los grandes capos que México no quiso perseguir. Tienen al Mayo Zambada, al Chapo, a García Luna y a los Chapitos, que ahora negocian una condena a cambio de información vital sobre cómo operan esos grupos armados.

Trump ya no se traga cuentos

Trump seguramente está muy enojado porque AMLO le tomó el pelo con sus disque operativos en la frontera para frenar la migración. Tampoco se traga el cuento de que, atendiendo las causas, el fenómeno se puede combatir. En los hechos, no solo no disminuyó, sino que aumentó considerablemente, convirtiendo al país en un campo de batalla criminal con una violencia inusitada.

Ese es el verdadero problema que enfrenta México y no si el Golfo de México se debe seguir llamando México.

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