Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Ayer, cuando escribí acerca de las amantes, debí incluir a los perros Chihuahua a quienes nadie les gana en lealtad, amor, celos, protectores con sus aires de grandeza, graciosos e inteligentes. De mis cinco Chihuahuas cara de Venado, sobreviven dos. Elliot, Frida y Cocó murieron por diferentes causas; le sobreviven Gala y Duby, el único que no tiene nombre de personaje célebre.
Los Chihuahua gozan de una historia significativa con la reputación asignada por los Aztecas como guías espirituales de las almas hacia el Mictlán y a quienes se les considera dotados de poderes místicos. De ello, doy constancia al convivir con Gala durante 20 años, más de los que suelen vivir. Mis Chihuahuas son perceptivos; capaces de conocer nuestros estados de ánimo. Sonríen con nosotros; lloran cuando nos sienten tristes; se estresan cuando tenemos preocupaciones. Su poder curativo es impresionante. Basta dormir con ellos, sentirlos a nuestro lado o sobre el pecho para aliviarnos, aunque ellos enfermen como en el caso del asma. Existe una conexión espiritual entre un Chihuahua y su amo.
Fueron los antiguos toltecas quienes los criaron en el Siglo IX llamándoles Techichi. Cuenta la historia que en el siglo XIX, los campesinos de la provincia mexicana de Chihuahua popularizaron la raza vendiéndola a viajeros de Estados Unidos. Se popularizaron por su pequeño tamaño y pronto se les vio en Sudamérica y Europa adoptados por grandes celebridades de mundo artístico e intelectual. Se dice que en 1904, el American Kennel Club reconoció oficialmente la raza y en 1929 se fundó el Chihuahua Club of America.
“Tú tienes remedos de perros. Un perro verdadero debe ser grande, bravo y fuerte”, me han dicho algunas personas; pero no saben que un Chihuahua es capaz de enfrentarse sin miedo al más feroz de los Pitbull porque un Chihuahua al verse al espejo se mira enorme, tanto como un león. Además, por ser altamente territoriales y perceptivos suelen ser amables con los humanos a quienes olfatean como buenas personas o bien, se transforman en feroces fieras ladrando sin cesar si se sienten amenazados por gente con mala vibra. No conocen la hipocresía, reaccionan de acuerdo a su buen olfato.
Un Chihuahua es simpático y juguetón. Su energía es inagotable, se mueve por todas partes hasta convertirse en el dueño de la casa y sin duda, se siente el amo de los humanos a quienes trata como sus mascotas. Los movimientos de su cola son altamente expresivos para manifestar alegría, tristeza, inquietud, confort, frío, calor, hambre, sueño. Además, les agradan las altura como dominando todo el panorama.
Duby y Gala salen de su cama donde pasan la noche cubiertos de cobijas y edredones porque son friolentos. me despiertan todos los días a las seis de la mañana. Rasguñan mi cobija, me extiende sus patas para saludarme mirándome a los ojos. Al Duby lo tomo de las dos patas y comienza a bailar moviendo la cola mientras le canto y le digo “muévela, muévela… más rápido, más rápido” y entonces su cola gira como un rehilete al viento.
Hay una conexión tan íntima que nos permite comunicarnos con claridad. Cuando se recuestan fuera de su cama es porque sus cobijas están sucias y exigen ser lavadas de inmediato. Mueven la lengua mirándome a los ojos cuando sienten hambre. A la hora de comer cada uno tiene sus platos de porcelana bien lavada donde se les sirven sus alimentos; pero antes de comer, ambos se sientan sobre sus dos patas traseras y juntos, damos gracias a Dios por la comida; entonces, al escuchar la palabra mágica: “Amén”, corren a sus respectivos platos. Ambos respetan la comida del otro y suelen ser compartidos cuando reciben la visita de otros perritos amigos
A la hora de trabajar, se acomodan en su sillón y desde ahí me observan. Al levantarme, Gala me sigue por todas partes; es mi sombra. Vigila mis pasos y cuando salgo de casa, permanece en la puerta esperando mi regreso. Cuando la espera supera las 4 horas, suelen estresarse, permanecen en alerta e inquietos, pero atentos de la puerta. Y al verme entrar, saltan como locos, giran, me lamen, demandan caricias y su rostro parece iluminarse con lo más semejante a una sonrisa. En ese momento derrochan amor incondicional.
Aunque el baño no es su pasión, permanecen quietos mientras se les aplica el champú anti garrapatas y el otro que cuida de su pelo. Les gusta sentir la caricia del cepillo y lo expresan mostrando el colmillo de un sólo lado.
Eliot y Gala fueron los padres de múltiples camadas. Esos cachorros se entregaban en donación a las amistades responsables de su buen cuidado; al final, me quedé con cinco.
Cada Chihuahua desarrolla su propia perronalidad. EL GUAPO ELLIOT, nació en Guadalajara con registro de Pedigrí. todo un señor serio, bien vestido, formal, inteligente, obediente y riguroso, ponía orden en todo momento. Disfrutaba acurrucarse a mi lado mientras leía algún libro. LA SEÑORA GALAes posesiva, celosa, aprensiva y miedosa, a sus 20 años, se resiste a morir a pesar de sus múltiples enfermedades. Silenciosa, no le agrada que se me acerque nadie. Su amor lo expresa siguiéndome a todas partes.
LA HISTÉRICA FRIDA era puro nervio, de carácter fuerte y geniuda,”sólo brava estaba contenta”; nadie podía acercarse a ella sin su consentimiento. Murió de leucemia. Era brava. LA ELEGANTE COCÓ fue de talla inusual; completamente blanca y muy grande; exigía estar bien vestida, si algún abrigo le desagradaba, se lo quitaba esperando otro de su agrado. Sus movimientos eran elegantes. Su sitio favorito eran los jardines de la casa. Tenía estilo como la famosa modista Cocó Chanel.
EL TRAVIESO DUBY, el más pequeño de la familia nació de milagro, el veterinario lo daba por muerto, pero con una respiración de boca a boca, resucitó. Era tan pequeño que a los 6 meses, aún cabía en la palma de la mano. De pequeño jugaba con todo y con todos, incluso con un sapo que lo hizo colapsar con su veneno. Después de un tiempo, creció hasta tener una talla normal, pero mantuvo lo inquieto y simpático. Ninguno de ellos, fueron destructores porque cuando se les educa, aprenden a respetar.
Los Chihuahua son más largos que altos lo cual los convierte en una de las razas más pequeñas del mundo. Los mini caben en el bolso de una mujer y tienen permitido viajar a bordo de la mayoría de las compañías aéreas y de autobuses. Así son los Chihuahuas, grandes compañeros de vida; miembros consentidos de la familia; no lucremos con ellos vendiéndolos, es mejor darlos en adopción a quienes se comprometan a cuidarlos y amarlos.
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Aprendamos de la sabiduría, de los Chihuahua porque ellos son una enorme cuestión de amor.
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