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Lo que se queda en el tintero / Odiseas Posmodernas

Lo que se queda en el tintero / Odiseas Posmodernas
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Esdras Camacho

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No, yo no voy mucho a los cementerios. Incluso en el día de mi funeral, no iré. 

Llegado el momento y esperando se cumplan las instrucciones, pediría se cremen los restos, vuelto ceniza, llevarlos a la raíz del almendro, ceiba o árbol cualquiera en un parque o jardín, en alguna reserva ecológica, a cielo abierto, a la orilla de los pasos de la fauna, humanos o seresextraterrestres. 

Volver al principio, ser lo que siempre fuimos. 

Haber sido polvo, ese que se agazapa en las esquinas de las habitaciones, el que hace estornudar a los alérgicos. Polvo simple, Elevado, amado, necesitado, homenajeado, retratado, urgido. Simple Polvo.

Que cuando tuvo extremidades solo pensó en volver, con el apuro de la sed desértica, con la nostalgia de los desvelados, con el alucín de los locos. 

Cuando vuelva al polvo, de donde partimos, bienvenido sea el silencio, el de los poetas, el silencio de los artistas, eterno vacío blanco, silencio oidor, silencio decidor, silencio carcajeante, silencio actoral, silencio silencioso, poético y amador. 

Y entonces sí, estar en todas partes. Cumplir esa utopía. 

Transmutar, viajar, inspirar. Ser motivo de sueños y escritura, ser de revés y de frente, un olvido. 

Y de pronto, un poeta nos traiga a la hoja en blanco, improvisando con este tema, un desvarío. 

II

Yo no espero diciembre para estar triste, lo estoy todo el año. 

Cuando el fin de año aparece, se extraen como de un baúl sin fondo, esas vivencias de alegría y dolor se van recontando, algunas veces se exhibe y otra queda en el análisis personal. 

Se espera de diciembre esa retahíla de buenos deseos expresados en mensajes de lectura veloz y escritura veloz, porque ahora existe la inteligencia artificial que con sus múltiples asistentes automatizados escriben por ti, para ti, piensan y actúan por ti. 

El mundo se enternece, no porque signifique el nacimiento del Cristo, sino porque es la tendencia. 

Los que como yo tenemos la misma actitud, se nos categoriza entre desabridos, silenciosos, anormales. 

El alboroto cuando viene de ti, de forma espontánea es digno de celebrar. Es la felicidad producto de tus transmisiones neuronales y no de la parafernalia industrial que te induce, a sentir, pensar y actuar. 

Yo tengo siempre música de fondo en mi cerebro, y no es reggaetón, ni villancicos, no es el rock, ni cumbia, no es pop ni electrónica, es jazz, el elegante jazz. Ando por la vida como en mi propia película de los 40, en blanco y negro y su amplia gama de grises. 

Alguien dijo “prefiero la tristeza a la felicidad, porque me dura más”. 

Es que por todos los medios nos estimulan a estar positivos, entusiastas, a perseguir la zanahoria atada con un alambre a nuestras cabezas, y nosotros damos vuelta a la noria que está produciendo dividendos, ganancias. 

Flexible pero terco en el estoicismo. 

Nada de disparos de luz, nada de estertores. 

Matizo y disfrazo según convenga el capital interior.  

3

Debo reconocerte, decir que te han salido bien las cosas, que me estás dando una lección a mí, tu yo de joven, ese que no veía con nitidez tu futuro, ni el de nadie. 

Por Dios, cuanta imprudencia, cuanta inconformidad, cuanta desobediencia. 

Sí es cierto te golpeaste algunas veces, pero accidentalmente, porque vivir es estar en un eterno trampolín, algunas veces logras hacer una pirueta circense que merece los aplausos y otras sales volando al vacío. 

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