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Lejos de rapiña y sindicatos… ¡Universidad!

Lejos de rapiña y sindicatos… ¡Universidad!
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Antonio Cruz Coutiño

 

“El objeto de la creación de esta universidad es vigorizar nuestra inconformidad con los desórdenes de la injusticia tradicional y reivindicar la historia cultural de Chiapas, como referencia para la construcción del bien público, y entrar al dominio del conocimiento universal con sentido social”.

Dr. Manuel Velasco Suárez

 

En la vida personal y en la de familias, sociedades, empresas e instituciones, las debacles y dificultades suelen ser catárticas, dolorosas, reveladoras, aunque sobre todo, transformadoras de sí mismas. Alteradoras extremas de sus tradiciones burocráticas y de sus estructuras organizacionales decrépitas o ineficaces. Claro que en la mayor parte de los casos, sin embargo, ante la falta de verdaderos motores internos, los individuos se suicidan, las familias se arruinan, las empresas se declaran en quiebra y las instituciones cierran o se disuelven.

 

¡No es el caso de la Universidad Autónoma de Chiapas! la universidad de la tierra y de los chiapanecos todos, la más extensa y prestigiada… a pesar de la estupidez de sus últimos conductores y… no obstante el ritmo y las buenas estadísticas que a lo lejos muestra la empoderada Universidad de Ciencias y Artes. La UNACH cuenta con la infraestructura más densa en la región, el mayor número de carreras, servicios y profesores, y la mayor demanda educativa, dato que se confirma ahora ante sus más de 23,000 estudiantes. Cantidad nunca antes expresada, inimaginable.

 

Y claro que esta debacle no es de hoy. La crisis ética, académica y financiera por la que atraviesa nuestra Universidad se fue gestando durante esta su segunda época; al menos durante los últimos veintiun años, desde 1998, exacervada durante la administración de Vals Esponda (2010-2014), hoy secretario general de la ANUIES y, por si hubiese hecho falta, empeorada a grado sumo por la tibia gestión de Ruiz Hernández (2014-2018), flamante coordinador de asesores del gobierno estatal vigente.

 

El propio Carlos Natarén Nandayapa, rector actual, recién ha informado que su predecesor agregó al déficit de la Universidad, 558 millones de pesos, y que su deuda no es como creíamos al interior de la institución, “de entre 1600 y 1900 millones”, sino de exactamente 2,300. Ello es: 25% más que la deuda acumulada por el fugaz Vals Esponda. Dos datos adicionales ha expresado Natarén Nandayapa: que el 87% del gasto total anual se aplica al pago de nómina, y que la Universidad dedica tan sólo el 0.5% de su presupuesto general a investigación, desarrollo y publicaciones. Los pasivos de la institución corresponden a deudas con ISSSTE, FOVISSSTE, AFOREs y SAT, constitutivas de fraude desde la perspectiva de sus trabajadores.

 

Y el desastre de la Universidad, naturalmente, ha “sacado sus trapitos al sol”, como decimos coloquialmente. Aviadores y aviadurías concedidas a políticos e influyentes externos —algunas “corregidas” en el camino—, nepotismo ejercido a todos los niveles de la estructura burocrática, “clanes familiares […] que tienen todo el árbol genealógico en [la Universidad], en la mayoría de los casos sin ningún mérito”; compadrazgo y tráfico de influencias, “guachicol en viáticos, gastos y rentas exageradas en inmuebles” y, entre todo ello, decenas de anécdotas que transitan por las redes sociales de estudiantes y profesores.

 

Una de ellas es la narrada por Jorge López Arévalo, nuestro excandidato a la rectoría, pues cuenta lo ocurrido en 2014 tras la “aparición en nómina del esposo y el hermano de una miembro de la Junta de Gobierno”, en la plantilla de un “espacio académico del campus III de San Cristóbal”, y en “la Dirección de Extensión Universitaria”. Pues sucede que los trabajadores académicos y administrativos se enteran de estas evidentes contrataciones espurias, “se inconforman y hasta van al paro” aunque… De risa, diríamos nosotros: al final “bajan las banderas esgrimidas y lo que piden es que dos de sus parientes tambien sean contratados, en compensación [por] el acto de nepotismo”… situación que finalmente sanja la inconformidad.

 

Asi mismo, se ha sabido que mientras la Universidad forma parte del CUMEX, consorcio de las “mejores universidades del país”, ocupa al mismo tiempo los peores lugares en transparencia institucional, e incluso el último en cuanto a “información jurídica vinculada al cumplimento de normas”. En los llamados “rankings universitarios mundiales”, la UNACH se encuentra en la cola del país y… lo peor: la institución ha servido para legitimar las tonterías de los gobiernos estatales en turno. La Universidad “dio el aval y la fundamentación académica [de dos monstruos]: las ciudades rurales y [la producción de biodísel y otros] bioenergéticos, torciendo la realidad de Chiapas según los deseos del gobernante”.

 

Hoy se sabe entonces, que sus malos funcionarios y los sindicatos, entre ellos el SPAUNACH, Sindicato del Personal Académico, ambos contribuyeron al magno desbarajuste financiero. Los sindicatos invadieron la esfera de la autonomía universitaria —ámbito de sus facultadades legales y administrativas—, mientras la Universidad se solazó en la pérdida de una parte substancial de su régimen interno, de su rectoría institucional.

 

Reemplazo de plazas, nuevas contrataciones, recategorizaciones, banco de horas-asignaturas, exención de pagos y hasta “apoyos para prótesis”, pasaron a manos de los sindicatos, vía sus contratos colectivos de trabajo anuales; e incluso se llegó al colmo de pedir su aval para conceder años sabáticos a profesores-investigadores. Líderes porriles entre estudiantes, fueron becados o contratados por la institución a cambio de docilidad y control. Prebendas, comisiones y aportaciones económicas fueron concedidas a los sindicatos a cambio de no hacer olas y… se llegó incluso a impedir la libre incorporación de nuevos miembros al SPAUNACH, entre profesores contratados provisional, temporal o irregularmente, a sugerencia del patrón.

 

Y sin embargo… toda esta situación —por extrema y grave que parezca— es susceptible de transformarse, y más hoy, cuando el contexto político nacional y estatal ha cambiado. Esto es, que la coyuntura es favorable para transformar a la Universidad y reorientar su desempeño. Desde el gobierno de la federación se invoca a la sobriedad, a la transparencia y a la rendición de cuentas; a la eliminación de los cacicazgos políticos y a la democracia sindical, mientras el gobierno estatal busca aliados sólidos para garantizar gobernabilidad y educación superior suficiente en las diversas regiones de Chiapas.

 

Hacia el interior, los universitarios, los profesores y en general los verdaderos académicos, mantenemos la expectativa de verdaderos cambios en la institución, ante el ánimo expresado por el rector Natarén Nandayapa. Creemos que es posible obtener del gobierno federal el rescate financiero de la Universidad, sanear sus finanzas y la cloaca de la administración del personal… de la mano de los interventores de Hacienda, SEP y ANUIES, al tiempo que observamos francamente indefendibles, los vicios de origen de la actual dirigencia sindical y sus posturas estridentes, privativas y patrimonialistas.

 

Cinco principios ha difundido el rector, nodales para la transformación de la Universidad: 1. Revisión integral de su funcionamiento, 2. Plan y medidas de austeridad, 3. Optimización de recursos, 4. Transparencia organizacional y financiera y 5. “Rendición detallada de cuentas”. ¡Tomémosle la palabra! Claro, desde la base de los valores éticos, educativos y académicos, y desde nuestra participación en las negociaciones —composición, ajustes y acuerdos— con las oficinas federales aludidas.

 

No a la Universidad clientelar, dispuesta al pillaje y a la rapiña en la que la convirtieron las administraciones referidas, sino a la Universidad responsable, íntegra, meritocrática y sensible a las circunstancias sociales. No a la corrupción y a la discrecionalidad en la asignación de plazas, promociones y estímulos, sino al estricto cumplimiento del orden jurídico-constitucional, la Ley Orgánica y el Estatuto General de la Universidad. (Asunto aparte es la necesidad de transformar constructivamente su entramado jurídico, para fortalecer transparencia, autogestión y autonomía).

 

De modo que ahora es la oportunidad del gobierno de Escandón Cadenas, de la sociedad en general, del rector Carlos Natarén y de los universitarios todos, para llevar adelante la transformación social y académica de la Universidad. Para convertirla en auténtica voz constructiva, sapiencial, ética e incluso crítica del Estado; de sus políticas y de las directrices gubernamentales. Y, aunque formamos parte de los sindicatos, todos, en atención a nuestro compromiso con la formación integral de los universitarios, futuros profesionistas, deberíamos decir ¡No al sindicalismo clientelar, de herencia, conveniencia y coacción!

 

Urge eso sí, desde los sindicatos, demandar a la Universidad, en un acto de auténtico compromiso con ella. Requerir la eliminación de servicios secundarios, no sustanciales ni sustantivos, de acuerdo con la ley, y que proceda a las jubilaciones en suspenso; atajar la proliferación de “centros” insostenibles, cerrar las carreras que han mermado su demanda e indemnizar a su personal, pues ello es más costeable que lo contrario.

 

Descartar coches, camionetas y autobuses; eliminar la herencia y venta simulada de plazas administrativas y de intendencia, cancelar sueldos irregulares, sobresueldos y nóminas confidenciales y… por sobre todas las cosas —insistimos—, dos cuestiones que en verdad afectan nuestro patrimonio: 1. Emplazar a la Universidad ante el fraude en los enteros de nuestras aportaciones a FOVISSSTE y AFOREs, y 2. Demandarla por el atraso permanente en los enteros de nuestro Ahorro Solidario.

 

cruzcoutino@gmail.com agradece retroalimentación.

 

© Luis Echeverría Álvarez y Manuel Velasco Suárez. Auditorio de los Constituyentes. AGN Fondo Hermanos Mayo (concentrados, sobre 363). 1975.

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