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Latrocinio municipal / Código Nucú

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César Trujillo

 

En la carretera Sayula del municipio de Cintalapa, un socavón de casi 150 metros de largo y poco más de metro y medio de profundidad, al que rodean varias viviendas, se asoma imponente y ha causado nerviosismo entre los que habitan la zona y la transitan.

Se trata de una de las flamantes obras que anunciara con bombo y platillo el expresidente municipal, Enrique Arreola Moguel, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y a la que su administración (2015-2018) asegurara le invirtió 38 millones de pesos que nomás no se ven.

No hace falta ser perito en la materia para darse cuenta del pésimo trabajo realizado por la constructora, en contubernio con las autoridades municipales y que, seguramente, me atrevo a señalar, fue de sus últimas jugadas para poder desviar recursos antes de que terminara su trienio. Una práctica que fue muy común de ese y otros funcionarios, cabe señalar.

Los mismos colonos afirman que bajo este socavón se ubica un arroyo subterráneo y que los encargados de las obras sabían de ello, aunado a que el ayuntamiento hizo caso omiso de los llamados hechos en donde Arreola se había comprometido a que la obra sería de beneficio para el municipio. Y no fue así.

Si  a esto le sumamos que los materiales fueron de muy baja calidad, que no se dio una compactación adecuada, que el concreto y el grueso empleado fueron paupérrimos, el resultado es lo que tenemos ahora a la vista: un fraude que debería bastar para que el gobierno anterior sea llamado a rendir cuentas.

Sería interesante que las autoridades encargadas tomen cartas en el asunto, sobre todo cuando es un secreto a voces que el expresidente municipal traía acuerdos con constructores del estado de Puebla a quienes les dio obra pública a diestra y siniestra, sin supervisión alguna, y todo como pago al apoyo recibido en su campaña en 2015.

Auditar las obras en campo, lejos del escritorio y la simulación acostumbrada, seguramente pondría en manifiesto todas las corruptelas que fueron orquestadas desde la silla de uno de los peores presidentes municipales que ha tenido la tierra del vate Rodulfo Figueroa.

Recordemos que apenas hace un año, el columnista Mario Caballero publicó en el Diario de Chiapas que la Secretaría de la Contraloría General había informado que, “a partir de la auditoría no. 056/2017 practicada a los ejercicios 2016 y 2017 del ayuntamiento de Cintalapa, se descubrió que la gestión de Arreola Moguel había hecho pagos improcedentes por 247 mil 276 pesos y que no entregó la documentación comprobatoria”.

Y por si eso fuera poco, lo más grave del asunto sigue siendo “el presunto desvío de 96 millones 208 mil 876 pesos, correspondientes a obra pública”, que el exedil destinara a quienes le patrocinaron la compra y acarreo de votos para que pudiese llegar al poder, y que bastaría para que pruebe el fresco bote.

Pero no todo queda ahí, porque Enrique Arreola Moguel podría ser, incluso, uno de los presidentes municipales implicados en la “estafa maestra” que se ha destapado con la detención y el proceso de la exfuncionaria Rosario Robles, y que pronto tendrá un largo listado de todos aquellos que, o se mancharon o se salpicaron con esas corruptelas.

No olvidemos que el expresidente de Cintalapa duplicó nombres en las listas de beneficiarios ante la Secretaría Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), y que, curiosamente, olvidó colocar a otros. Lo más terrible es que tras la asignación del recurso muchas dudas y quejas quedaron bailando en el aire y nadie hizo nada al respecto.

Tampoco olvidemos que el gobierno de Arreola Moguel fue sindicado como uno de los 12 municipios que no habían cumplido en tiempo y forma con todas las cuentas públicas, lo cual es una razón suficiente para que ya hubiese sido llamado a dar la cara y a purgar una condena por toda la omisión que abanderó en su administración.

No creo que la Auditoría Superior del Estado se preste a proteger a un funcionario de la calaña de Arreola Moguel. O al menos, sería terrible que esto fuese así y que las cosas no cambien. Ya con la protección que otrora el OFSCE les brindaba a los presidentes municipales es suficiente, y ya ahondaré en ese tema.

Lo cierto es que el tiempo apremia y los cintalapanecos merecen justicia. Veremos, por ahora, qué pasa.

 

#MANJAR.- La Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) 2019 será dedicada al hermano país de Puerto Rico. Es de reconocerse el esfuerzo que están haciendo el rector Carlos Natarén y el maestro José Luis Abreu, junto a decenas de colaboradores más, quienes, pese a las adversidades, se mantienen trabajando con optimismo para que esta fiesta cultural se lleve a cabo a finales de septiembre y en los primeros días de octubre. Celebro que este esfuerzo camine y que la máxima casa de estudios mantenga viva esta feria. Fue un error de la administración pasada suspenderla. Son muchas las voces que coincidimos en ello. Ya la cuenta regresiva está en el aire. Será un enorme gusto poder saludar al doctor Fábregas, un hombre indispensable para entender la historia de Chiapas y a quien el estado le debe mucho, así como a muchos de los amigos poetas, narradores e investigadores a la que esta feria convoca. ¡Enhorabuena! #BienAhí // “Una onza de lealtad vale más que una libra de inteligencia”. Elbert Hubbard. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Periodismo muerto de Bernardo Díaz Nosty y el disco de Yield de Pearl Jam. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

 

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

 

Contacto directo al 961-167-8136

 

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