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Las posibilidades de Fernando Castellanos / En la Mira

Las posibilidades de Fernando Castellanos / En la Mira
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Héctor Estrada

Más allá de las filias y fobias, la aparición de Fernando Castellanos en la contienda por el gobierno de Chiapas ha cambiado por completo el panorama electoral. Su sorpresiva postulación y registro ha dejado perplejos a varios que ya lo habían descartado por completo, no sólo de la disputa por el inminente relevo de Manuel Velasco Coello, sino también de los demás cargos en juego dentro del actual proceso.
Y el cambio drástico en el tablero no es asunto menor. La incorporación del Partido Verde y Fernando Castellanos a la contienda no sólo modifica el panorama de las aspiraciones priistas, sino también las de la propia “candidatura Morena” que parecía haberse fortalecido con la disputa entre Roberto albores Gleason y Manuel Velasco, y la ausencia de una “candidatura verde”.
Menospreciar las posibilidades de Fernando Castellanos sería deshonesto. Sus campos de oportunidad van más allá de la intención del voto ciudadano. Castellanos Cal y Mayor representa el poderío gubernamental de Velasco Coello, la estructura movilizadora del voto fortalecida durante los últimos cinco años y el deseo reavivado de los grupos operativos verdes que parecían haberse resignado a ver la contienda desde las tribunas.
Desde que, a principios de la semana pasada, se advirtió la elevada posibilidad de un rompimiento definitivo con el Revolucionario Institucional, los grupos operativos de Partido Verde en Chiapas comenzaron a mover nuevamente sus engranajes. La señal desde Casa de Gobierno para poner en marcha el plan alternativo de relevo sexenal finalmente había llegado. Y las dependencias estatales con capacidad de operación electoral se activaron.
Aunque nadie lo advertía, sería finalmente Fernando Castellanos las más grande sorpresa de la nueva candidatura común entre el Verde, Chiapas Unidos y Podemos Mover a Chiapas. La fortuna, el destino o la planeación sigilosa los convirtieron finalmente en el “heredero verde”. Y es que, mientras personajes como Eduardo Ramírez y Luis Armando Melgar se enfrascaron en un guerra campal defendiendo sus aspiraciones públicas, Castellanos Cal y Mayor se mantuvo en silencio, haciendo en menor ruido posible durante los últimos meses.
Las confrontaciones y desesperación de sus adversarios le dejaron finalmente el camino libre. Ramírez Aguilar (de manera pública) y Melgar Bravo (de manera discrecional) terminaron por migrar sus aspiraciones a Morena ante la designación impositiva de Albores Gleason sobre la coalición rojiverde. Pocos se imaginaron lo que sucedería con Castellanos a casi un mes de la jornada electoral, incluso quienes lo dieron por muerto, se mofaron de su futuro político y ahora aplauden fervientemente su ascenso al relevo sexenal.
La maquinaria verde ha sido reabastecida de combustible y se encuentra en pleno funcionamiento para la movilización del voto. No es gratuito que, sin precampaña o proselitismo previo, los eventos de Castellanos estén incluso más tumultuosos que los de candidatos que llevan varias semanas en campaña. Por instrucción de último momento, las estructuras electorales, abastecidas con el poderío financiero gubernamental, han redireccionado su andamiaje.
Han dado marcha atrás para abandonar su refugio en Morena donde se mantuvieron los últimos meses, dejando desprotegida la candidatura de Rutilio Escandón. Y es que, la indicación ha sido clara: impulsar con toda la fuerza posible la candidatura de Fernando Castellanos para mantener al Partido Verde en el gobierno de Chiapas. Es pues, el mejor escenario posible para que Velasco cumpla sus compromisos y mantenga su poder sobre la entidad chiapaneca; permitiendo el triunfo electoral de López Obrador en las urnas chiapanecas y conservando la gubernatura con un candidato de su plena confianza. Un supuesto “voto cruzado”, donde el único derrotado sería el PRI.
Por eso las posibilidades de Fernando Castellanos deben tomarse muy en serio. Tiene la cargada puesta a su favor y está dispuesto a hacerla efectiva. La disputa con Roberto albores Gleason, que cuenta con todo el respaldo del Gobierno de la República, y Rutilio Escandón, con el arrastre de López Obrador a su favor, será una verdadera lucha encarnizada que tendrá seguramente un resultado en las urnas bastante cerrado el próximo 1 de julio. La decisión finalmente está en sus manos… así las cosas.

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