Home Columnas Las olas de Puerto Arista / Galimatías

Las olas de Puerto Arista / Galimatías

Las olas de Puerto Arista / Galimatías
0
0

Ernesto Gómez Pananá

En el transcurso de la semana pasada, la Secretaría de Salud anunció que, a fin de evitar un nuevo -y descontrolado- incremento en los casos de COVID en el estado, se prohibiría la venta de alcohol en municipios de la costa y se impediría el acceso a las principales playas de la entidad. El anuncio derivó en protestas y bloqueos de comerciantes que argumentan estar al borde de la quiebra. Se logró el diálogo y ambas partes acordaron abrir sin venta de alcohol, con aforos reducidos y manteniendo la sana distancia. Como en otros momentos -la primera ola, Semana Santa 2019 y segunda ola, fiestas decembrinas 2019-, en el papel, el planteamiento suena civilizado y correcto: familias de paseo en orden, con cubrebocas y apegados a la nueva normalidad, comerciantes apegados al protocolo sanitario, medidas rigurosas, aforos controlados. Tal vez cuando seamos Dinamarca. O tal vez no, porque nunca lo seremos, o tal vez no también porque en Copenhague tampoco se toman en serio la nueva normalidad.

La cuestión es que, luego de 200 mil muertes reconocidas y tal vez ese número al doble de muertes sin cuantificar, cumplimos un año en lucha contra el COVID, encerrados, cansados, tristes, con penurias financieras y ansiosos por volver a lo que éramos antes, por volver a asolearnos en la playa mientras bebemos una cerveza. No solo en Chiapas, sucede así en casi todo el planeta, basta leer que acaba de decretarse el toque de queda en las playas de Miami pues los miles de visitantes que llegan en esta temporada lo hacen como si nada pasara en el mundo. Todos estamos agotados, pero el riesgo pareciera ser mayor que el beneficio: el gigantesco esfuerzo para domar a la bestia, las ya casi seis semanas de curva razonablemente aplanada pueden irse por la borda. Y no es responsabilidad exclusiva de nuestras autoridades. Somos nosotros mismos quienes nos dejamos llevar por la corriente de nuestra indiferencia y nuestra irresponsabilidad. Justo como sucede, se señala líneas arriba, en Miami, con hordas de spring breakers abarrotando no solo las playas sino los bares y discotecas de esa ciudad, sobra decir que sin ánimos de usar cubrebocas ni de respetar la sana distancia: incremento en la tasa de contagios y muerte garantizadas para dentro de un par de semanas.

Indudablemente el cierre de playas habría provocado la ruina de muchos comerciantes de Puerto Arista, Playa del Sol o Boca del Cielo. Desconozco el costo financiero de las pérdidas pero no me queda la menor duda de que el costo de atender todos los contagios y muertes que traerá esta tercera ola es mayor que la pérdida de restaurantes y hoteles. Tal vez de la mano del anuncio del cierre, habría valido la pena un sólido plan de estímulo financiero que persuadiera a los empresarios locales de permanecer cerrados algunas semanas más.

El sol y el mar son sinónimos de vida. Puerto Arista es para una gran cantidad de personas en Chiapas, el sitio en donde vimos por primera vez el mar, donde lo conocimos. Tristemente para muchos, será el sitio donde lo vean también por última vez.

Oximoronas. Se viene también otra ola, esta de migrantes centroamericanos que buscan llegar al norte. El demócrata Biden nos pide lo mismo que el republicano Trump: taponar la frontera. Dos millones y medio de dosis bien lo valen.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *