Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Invitaron a Amanda para dar una plática sobre el proceso de envejecimiento en México con motivo de la celebración a los abuelos el próximo 28 de agosto; y acerca de este tema, me pide que comentemos.
—Dame tu opinión, ¿cuál fue la mejor época para los viejos; antes o ahora?
—¡Uy, Amanda!, eso es muy relativo. Si lo medimos por esperanza de vida, no hay duda; pasamos de 49 años en 1950 a 75 años en estos últimos años. Si medimos por calidad de vida… bueno, eso es más cuestionable porque antes, los servicio médicos eran de mayor calidad y la familia solía ser más unida en torno a sus viejos. Hoy, la atención a la salud es pésima para todos, en especial para los viejos., con toda esa tecnología, que nunca funciona; y la familia es más desapegada de los abuelos.
—Pero hoy tienen pensiones aseguradas constitucionalmente por el Estado que cobran cada bimestre; hay mejores instituciones geriátricas privadas con alta tecnología y bueno, si no socializan con la familia y sus amistades, ahí tienen las redes sociales con la cuales, algunos se entretienen.
—Por supuesto Amanda, con dinero no hay vejez amarga porque aunque enfrenten enfermedades tendrán cómo pagar sus estudios, tratamientos, medicamentos y el cuidado de enfermeras particulares; pero no es el caso de la mayoría de los viejos que viven en condiciones de extrema pobreza y eso, impacta negativamente en su calidad de vida.
—Con todo eso, considera que el INAPAM ofrece beneficios y descuentos en diversos servicios. También veo que hoy los viejos tiene mayores ventajas para su desarrollo personal y siguen participando laboral y socialmente con bastante energía.
—Yo no estoy muy seguro de eso, Amanda. Tú te refieres a un sector de ancianos privilegiados; no a la generalidad. En 1950, la población mayores de 60 años representaban el 4 por ciento; ahora son 12 de cada 100 y en el año 2050, serán 23 personas mayores de 60 de cada 100; para es entonces, el Estado no contará con recursos para mantenerlos ni atenderlos. Además, no se trata de estadísticas sino de realidades, los ancianos en México no tienen acceso a la salud y menos a la salud mental; faltan espacios de convivencia públicos y cerrados como mi grupo de lectura donde la más joven tiene 65 años. Ahí, todos tenemos trabajo, motivaciones, expresamos un profundo sentido de la vida; hacemos vida social; tenemos familiares y amistades. Pero eso no esta generalizado. Hace falta mucho diseño urbano para darles mayor accesibilidad. Las calles son verdaderas trampas. En el transporte no existen consideraciones. En fin, me parece que el tema de la vejez es más una cuestión de cultura, conciencia, motivación y encontrarle sentido a la vida.
—Tú sabes que el envejecimiento de la población es una tendencia marcada en todo el mundo, esa es una realidad, el INEGI y CONEVAL reconocen que el 24% de los mayores de 60 años, o sea, más de 3 millones y medio de ancianos viven en situación de pobreza y de ellos, más de medio millón en extrema pobreza enfrentando carencias sociales como falta de acceso a servicios básicos. Pero esa cifra ha disminuido en los últimos años. Y eso, es un logro, ¿no te parece?
—Mira Amanda, el CONEVAL siempre tiene otros datos y cuando no coinciden con los del gobernante, hasta los despiden. Así que deberíamos preguntarles a los ancianos, qué tan felices se sienten. En Chiapas, los adultos mayores enfrentan diversas problemáticas, incluyendo pobreza, falta de acceso a servicios de salud, y en algunos casos, abandono. Son víctimas de la violencia, el crimen, las desapariciones forzadas y los desplazamientos. Todo eso no contribuye a llevar una vejez digna.
—Entonces, ¿tú que propones?
—Yo me enfocaría en construir una cultura de VEJEZ A PLENITUD, donde deje de ser una vergüenza o un estigma, En donde la gente se preocupe por encontrarle un sentido a su vida, en vez de preocuparse por las arrugas, la papada, las ojeras, los senos caídos, la flacidez, las canas. Una cultura de aceptación de las etapas que se van viviendo y de encontrar la motivación para vivir el presente sin la monserga del pasado ni la esperanza de un futuro improbable. El respeto a los ancianos es fundamental y eso, se ha perdido. Se les ve como estorbo, como una carga pesada. Y eso, es porque no nos preparan en la familia para un buen manejo de nuestros viejos. Y por su parte, el Estado tampoco ofrece alternativas.
—¿Cómo cuáles?, dime.
—Amanda, pienso en áreas de convivencia, recreación y esparcimiento en parque públicos; en programas donde los viejos visiten las escuelas y convivan con los estudiantes; donde se valore su experiencia, sea en los oficios que practicaron o en los conocimientos que adquirieron. Los ancianos serían perfectos, capacitándolos como Cuenta Cuentos para los más jóvenes, por ejemplo. En muchos ancianos existe la experiencia para enseñar esos oficios que se van perdiendo como prácticas agrícolas, la cerámica, artesanías, la ebanistería, el bordado. Y me refiero a nuevos esquemas donde no exista esa solemnidad de los programas oficiales que terminan en la simulación con gastos excesivos. Programas que se realicen en las comunidades más alejadas y en las ciudades.
—Algunos encuentran una alternativa en el suicidio. Es curioso, pero en los países altamente desarrollados las tasas de suicidio o de muerte asistida son muy altos como en los Países Bajos, Noruega, Alemania. Esto ocurre con mayor frecuencia en hombres mayores, en particular en aquellos mayores de 80 años especialmente cuando enfrentan condiciones como dolor crónico y dependencia de otros, pero también cuando sufren de soledad, sentimientos de abandono y pérdida de sentido de la vida.
—Pues yo insisto que el tema de la vejez, más que una cuestión biológico es un tema cultural y social. Si quieres conocer el nivel de riego de un anciano suicida, analiza los siguientes rasgos que recomiendan los psicólogos: Parece triste o deprimido la mayor parte del tiempo; se siente ansioso, agitado o incapaz de dormir o duerme todo el tiempo; tiene cambios de humor frecuentes y dramáticos; descuida la higiene personal y ya no presta atención a la apariencia física; no quiere ver a sus amigos ni a su familia y ya no tiene vida social; expresa sentimientos desproporcionados de culpa o vergüenza; pierde interés en la comida; ha aumentado sensiblemente el consumo de cigarrillos y alcohol, habla sobre la muerte como que“no tiene sentido continuar”; pone los negocios en orden; hace un testamento o cambia el testamento; regala objetos de importancia emocional; ha dejado de lado las pastillas y otros medicamentos no terapéuticos; de repente visita a familiares y amigos como para despedirse.
—Sin duda el tema del suicidio en los viejos es un tema delicado; pero lo platiquemos en otra ocasión.
Amanda como yo, nos quedamos pensativo, pero en lo personal sigo convencido que la vejez es una cuestión cultural y para vivirla a plenitud hay que encontrarle sentido a la vida como una cuestión de amor.
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