Juan Carlos Cal y Mayor
Se avecina una tormenta. No hay razones para suponer que Donald Trump no cumplirá las amenazas que se ciernen sobre México. Hemos querido suponer que se trata de simples alardes como en el pasado, pero el contexto es diferente. La geopolítica se mueve por terrenos pantanosos. La invasión a Ucrania, la guerra israelí con los palestinos, la imposición de Nicolás Maduro, la expansión comercial de China, el fenómeno migratorio, la crisis del fentanilo y la batalla contra el wokismo, por decir lo menos, plantean un escenario diferente para un presidente empoderado por el voto popular que ahora controla la Corte y el Congreso norteamericano. No hay contrapesos contra el poder omnímodo que ejercerá Donald Trump.
NO BASTA
No bastó con que Trudeau se reuniera afablemente con Trump, ni eso impidió su caída. Tampoco bastó la llamada de Sheinbaum para que el futuro presidente norteamericano flexibilizara su postura respecto a México. Por el contrario, ha endurecido sus señalamientos respecto a los temas torales en la relación bilateral. No ha surtido efecto el “mayor” decomiso de fentanilo anunciado por el gobierno mexicano. Tampoco los aranceles contra las importaciones chinas, ni los decomisos de mercancía.
DEPORTACIONES
Las caravanas de migrantes desde la frontera sur no han cesado. El gobierno se prepara ante la deportación masiva de migrantes ilegales mexicanos que difícilmente podrán reinsertarse en nuestra economía, acostumbrados a una oferta laboral con mucho mejores ingresos que no encontrarán en nuestro país. Aún así, es probable que muchos de ellos estén preparando su retorno para no enfrentar la tragedia de ver divididas a sus familias.
EL T-MEC
El T-MEC pende de un hilo y con él millones de empleos que derivan de nuestras exportaciones. Y no se trata de ser pesimistas, sino previsores. Por eso no era conveniente políticamente seguir siendo consecuentes con la dictadura venezolana y, de paso, la cubana. No se puede chiflar y comer pinole. Jugar el juego de liderar un bloque con gobiernos de izquierda que se contraponen a los intereses norteamericanos alineados con China, Rusia, Brasil y la India, que conforman el BRIC, un bloque emergente estatista que amenaza la hegemonía económica norteamericana y que no agrada a Trump en lo absoluto.
LA AMENAZA CHINA
La economía china experimentó un crecimiento notable en las últimas décadas apoyándose en inversiones y relaciones comerciales con Estados Unidos. Muchas empresas estadounidenses, atraídas por los bajos costos laborales y el acceso a un mercado emergente de cientos de millones de consumidores, establecieron fábricas y cadenas de suministro en China. Esto le permitió a China desarrollar rápidamente su infraestructura industrial, mejorar su tecnología y aumentar su capacidad de exportación.
Ahora es una amenaza. China ha incrementado significativamente sus inversiones en América Latina. Esto ha incluido proyectos de infraestructura, préstamos a gobiernos, adquisiciones de empresas en sectores clave y una creciente participación en industrias estratégicas como la energía, los minerales y la agricultura. Por ello, la advertencia de Trump sobre retomar el control del canal de Panamá, del cual ahora China saca cada vez mayor provecho.
PROTECCIONISMO
Lo que quiere Trump es atraer de nuevo a sus grandes empresas para que generen empleos en los Estados Unidos en vez de favorecer el crecimiento económico de otros países, como ha venido sucediendo. La amenaza de imponer aranceles va en serio. La manera de evitar que impacten inflacionariamente estará acompañada de cambios sustanciales al Impuesto sobre la Renta de ese país, para bajar la tasa al 15% a empresas que califiquen como americanas. Otra idea es eliminar el impuesto por completo. “Se trata de que EE. UU. adopte un sistema proteccionista, dado que su país ha sido el gran perdedor con el libre comercio… La lógica es contundente: durante más de 20 años, EE. UU. ha transferido decenas de trillones de dólares a China y a otros países” (@LuisPerezdeAcha).
REDUCIR EL DÉFICIT
Trump piensa reducir significativamente el déficit presupuestal. Adelgazar al Estado impulsando una era digital liderada por Elon Musk, que simplifique los tramites, los costos de la burocracia y la creación de empresas. Reducir los enormes subsidios a la industria armamentista y el financiamiento a la OTAN. Estados Unidos aporta aproximadamente el 22% de ese presupuesto. Le quiere endosar ahora a Europa los costos de su defensa contra la amenaza expansionista de Putin, quien añora recuperar su presencia en la Europa del Este que alguna vez fue parte de la URSS.
LA GUERRA ARANCELARIA
La guerra arancelaria de Trump no es una ocurrencia. Está perfectamente analizada por expertos. Se trata de imponer aranceles a las importaciones y reducir impuestos a las empresas norteamericanas que inviertan o regresen a los Estados Unidos. Una consideración adicional para EE. UU. de que la cancha es dispareja es que, en el caso de México, por ejemplo, la tasa del 16% de IVA aplica a las importaciones, lo que en realidad es una tarifa arancelaria sobre sus productos. En cambio, ese país no tiene un impuesto federal de igual tipo.
Y mientras en México el sistema tributario está endureciendo sus políticas coercitivas contra los contribuyentes con el objeto de aumentar la recaudación y seguir manteniendo el sistema de subsidios y programas del bienestar que son los que le reditúan políticamente, países como Argentina y ahora los Estados Unidos están viendo la manera de reducir los costos del Estado estimulando las inversiones. México hace lo contrario, estrangulando a las clases medias y a las empresas, que son la gallina de los huevos de oro… No pinta bien el panorama.