Juan Carlos Cal y Mayor
“Estas viendo la tempestad y no te hincas” dice un antiquísimo refrán que yo escuchaba de mi madre. Se dijo antes, se dijo durante y se dice ahora: México avanza a pasos agigantados hacia un desastre, con el acelerador a fondo. A decir de lo que dice la grey cuatroteísta, parece que no ven o no quieren ver las verdaderas amenazas que enfrenta el país y mientras continúan cavando la tumba de nuestra economía con todas las medidas regresivas posibles, habidas y por haber.
Existe un pequeño reducto de radicales cuyo único interés es aferrarse al poder a toda costa. A los Noroñas no les importa que México incluso rompa relaciones con Estados Unidos, ni que se fulmine nuestro tratado comercial, del que dependen 1 de cada 3 empleos en el país. Serían capaces de culpar de nuestra futura ruina al “imperialismo yanqui” de la mano de Maduro y Díaz-Canel.. Son los Diosdados Cabello de nuestra flamante dictadura.
Conspiraciones
Así las cosas, Claudia, la presidenta con “A”, chocará de frente contra una realidad que no quiere ver o que insiste en negar, como si eso bastara para dar certidumbre a los mercados. Sigue hablando como si estuviera en campaña, dirigiéndose únicamente a sus seguidores, olvidando que gobierna, por mandato constitucional, para todos los mexicanos. Da la impresión de que López Obrador la dejó atada de manos y no se puede desviar del relato institucionalizado de la cuarta transformación. La nomenclatura continúa viendo fantasmas y escuchando pasos en el tejado, perciben conspiraciones y atribuyen a las voces aisladas de la oposición un contrapeso que, en realidad, es prácticamente nulo o inexistente.
Camino al fracaso
No solo destruyeron las finanzas públicas y despilfarraron recursos en proyectos multimillonarios sin futuro ni rentabilidad, sino que convirtieron a México en una dictadura bananera versión chichimeca, emulando la concentración de poder de los tiranos latinoamericanos. El dinero se agotó con la borrachera del bienestar. Hay deudas que pagar. Se lo quieren exprimir a la clase media a como de lugar. La infraestructura anunciada es mínima o inexistente. El sistema de salud padece todas las precariedades. La seguridad es inexistente. El ejército es un barril sin fondo que no le rinde cuentas a nadie de de sus discrecionales y multimillonarias asignaciones. Ya no preserva la seguridad, ahora administra hoteles, trenes y compañias aéreas. Vamos a la buena de Dios. Es, sin duda, el camino hacia el fracaso.
Invadidos
El triunfo de Trump sacudió al mundo, pero aquí se reaccionó minimizando los posibles daños con frases como: “Ellos también nos necesitan”. Mientras tanto, China, Putin y la Unión Europea respondieron cautos ante el nuevo escenario mundial. Nos van a dejar como el perro de las dos tortas. Trump no solo amenaza; anuncia deportaciones masivas y el cierre de la frontera. Está harto de que lo engañen, de que miles de venezolanos y otros migrantes pululen por el país intentando cruzar a Estados Unidos. Cerrará la frontera si es necesario y hay que tomárselo muy en serio.
Ilegales
Migrar es un derecho, sí, pero se deben respetar las leyes de cada país. Sino para qué nos piden pasaportes en los aeropuertos. Quítenlos de una vez, faciliten la travesia. Cuando se presenta un éxodo masivo las reglas de convivencia y cohesión social se trastocan. Es el choque civilizatorio. Estados Unidos, que alcanzó gracias a su credo su posición como primera potencia mundial en tan solo 200 años, enfrenta ahora tensiones similares a las que vive Europa. La derecha crece rápidamente ante el hartazgo por fenómenos como la proliferación de mezquitas y las imposiciones culturales de de los musulmanes.
Narcosoberanía
Nuestros vecinos están cansados de la política de abrazos y de nuestra narcosoberanía. Más de 150,000 personas mueren al año en Estados Unidos por el consumo de fentanilo introducido ilegalmente desde México, destruyendo los cimientes de las familias que fundaron esa nación. Para Trump y los republicanos, este tema ya no es solo una crisis de salud pública, sino un asunto de seguridad nacional. Y ellos sí tienen las herramientas para actuar. Trump regresa con fuerza, con el control absoluto del Congreso y un apoyo popular sin precedentes. Esta vez, va en serio.
Vamos a perder
Trump busca recuperar empleos apoyando la industria estadounidense. Reducirá impuestos a los empresarios que se reinstalen en Estados Unidos y se los impondrá a las importaciones. El “nearshoring” y las oportunidades de relocalización que México pudo haber capitalizado, se están esfumando por nuestras propias decisiones: ahuyentamos capitales y eliminamos certidumbre para las inversiones.
Además, desbaratamos la generación eléctrica al intentar monopolizarla nuevamente, desmantelamos organismos reguladores y prohibimos la importación de maíz transgénico sin pruebas científicas que respalden la medida. Son las loqueras de la 4t. Esto ya ha generado una disputa comercial con Estados Unidos bajo el T-MEC, y todo indica que la perderemos.
No son mentiras
La calificadora Moody’s cambió la perspectiva crediticia de México a negativa. El mercado de bonos, con el que financiamos nuestro déficit presupuestal, está en riesgo. Ahora Monreal propone una reforma fiscal “progresiva” para gravar más a quienes más ganan, cuando en realidad deberíamos implementar incentivos fiscales a los que más ganen para que se estimule la generación de riqueza y empleo.
Vamos en reversa. Solo falta que Claudia, con “C”, nuestra presidenta con “A” salgan a la Alameda Central a proclamar “¡Exprópiese!”, como hiciera Hugo Chávez al inicio de su dictadura.
No son mentiras. Viene la tempestad.