Juan Carlos Toledo
En Arriaga, hay sabores que no se olvidan. Uno de ellos tiene nombre, historia y corazón: la Soda de Don Melesio.
Todo comenzó en 1931, cuando Melesio García Hernández llegó del puerto de Veracruz. Con poco equipaje y muchas ganas de trabajar, encontró en Arriaga el lugar perfecto para echar raíces. Empezó vendiendo helados y preparados de fruta en el mercado, entre el calor costeño y las sonrisas sinceras del pueblo. Allí fue donde se ganó el cariño de todos.
Dos años después, en 1933, su ingenio lo llevó a crear algo único: mezcló helado de vainilla con jarabe de uva y fresa, le agregó agua gasificada… y así nació la soda que más tarde se convertiría en una tradición arriaguense. Refrescante, sencilla y con ese sabor casero que atrapaba paladares. Un trago bastaba para que la tarde cambiara de ánimo.
Don Melesio era más que un vendedor: era un personaje entrañable. Querido por jóvenes y niños, les preparaba su famosa agua dulce por apenas 25 centavos. Tenía dos locales frente al parque: uno donde vendía sus productos, y otro que servía como bodega. En ese rincón, lleno de fruta, hielo y alegría, comenzó a escribirse una historia que aún se saborea.
Y como buen hombre visionario, Don Melesio pensó en grande. En lo alto del cerrito —donde hoy se encuentra el mirador— construyó un salón de eventos especiales. Ese lugar, además de vibrar con las orquestas de danzón como la de Mariano Mercerón, albergó también a artistas de la Época de Oro del cine mexicano. En 1975, fue escenario de la coronación de Ana Lilia Álvarez Ornelas como reina de la Secundaria Técnica número 13, coronada nada menos que por Germain de la Fuente, vocalista de Los Ángeles Negros. Una noche inolvidable que sigue viva en la memoria colectiva.
Generaciones pasan, y la soda sigue siendo la entidad de Arriaga. Su sabor, tan sencillo como auténtico, refleja el alma arriaguense: cercanos, cálidos, con historia. La soda es la entidad del pueblo, porque no solo refresca —conecta. Une el pasado con el presente, y a quienes crecieron con ella, con quienes la descubren por primera vez.
Hoy, aunque el tiempo haya pasado, la Soda de Don Melesio sigue siendo mucho más que una bebida. Es historia líquida, es orgullo de pueblo arriaguense. Es una marca registrada, sí, pero también el recuerdo de una época donde todo sabía diferente —más casero, más humano, más nuestro.
Porque hay sabores que nacen del alma…
Y hay salones donde los sucesos duermen,
pero la memoria sigue bailando.
Entre charla amena con el profe. Chema Álvarez y David Muñiz, disfrutamos de la tradicional Soda de Don Melesio. Con cada sorbo, la emoción de saborear una tradición que une generaciones y se sienten más viva que nunca.