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La sagrada vida familiar / Índice

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+ Una reflexión por unos amigos…

+ Solo los actores saben del tema…

+ Nadie más se meta en el pleito…

+ Honra al Padre; Honra al Hijo…

                        Ruperto Portela Alvarado.

                        ¡CUANDO NOS GANA EL MORBO!…

         Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- La tarde del viernes 31 de diciembre-2021, se abrió un debate de acusaciones y descalificaciones entre el Padre, don EMILIO ENRIQUE SALAZAR NARVÁEZ y el Hijo, EMILIO ENRIQUE SALAZAR FARÍAS. Un pleito de familia donde todos salen perdiendo al margen de la ambición del dinero y las propiedades que tienen los dueños del Instituto de Estudios Superiores de Chiapas, conocida como “Universidad Salazar; Cuna de Líderes”

         De entrada es una disputa familiar por la titularidad del poder y el dinero de la Universidad Salazar donde nadie, ninguno de nosotros tiene derecho a opinar al respecto y menos imponer epítetos a uno y otro, porque no son intereses nuestros los que están en juego. Solo ellos saben la verdad; y entre ellos, con la intervención de la autoridad jurídica, se tendría que resolver.

         Aislándome de esa confrontación y por el respeto y        aprecio que siempre le he tenido a don EMILIO SALAZAR NARVÁEZ con quien tengo una amistad de 22 años desde que lo conocí allá por los años 80s siendo  Delegado Federal de Transporte y yo reportero del sistema de televisión TRM-Chiapas, así como la afinidad que he conservado con EMILIO ENRIQUE SALAZAR  FARÍAS desde que fue militante del PRI, luego diputado local por el PAN y más tarde legislador federal por el Verde Ecologista, abro un paréntesis en el asunto y no tomo partido como otros ya lo han hecho.

         Con ese afán, escribí lo que llamo una reflexión por la “SAGRADA VIDA FAMILIAR” que no tiene más objetivo que el de externar lo que siento por estos actores hoy en confrontación y a la vez también a mis hermanos y amigos a los que les profeso mi aprecio y consideración de respeto.

         NUESTROS PADRES; EL ALMA DE LA FAMILIA… 

         Dice la canción: Para qué me sirve el alma, si la tengo ya amargada; si su vida idolatraba por traiciones la dejé. Para qué sirve ser bueno, si se ríen en tu cara; que me lleve la corriente, que me lleve la corriente, atrás, no regresaré”. Qué pena, que se los lleve la corriente, que se los lleve la corriente y  que para atrás no regresarán. Razón tiene el poeta en su alegórica reflexión, pero en el caso particular que nos ocupa, muy mala decisión. 

         Es cierto, porque con el amor no se juega y menos entre padres e hijos que llega a desaparecer por cualquier cosa, y casi siempre por el poder, las propiedades y el dinero. Hay un pasaje de la vida que nos habla de los pleitos de unos hermanos ya adultos (entre 40 y 50 años) que peleaban la herencia en propiedades y dinero dejada por sus padres.

         La disputa legal y la enemistad duraron por más de 20 años sin poder resolver el litigio y sin poder disponer de nada o de algo del valor heredado. Al final de la historia los hermanos fallecieron; nunca se pusieron de acuerdo ni disfrutaron de la vida, las propiedades y el dinero por la ambición del todo o nada. Conclusión: los hijos herederos de ambos hermanos, conciliaron intereses, doblegaron el orgullo, llegaron a un armónico-equitativo acuerdo; dispusieron de la herencia que luego disfrutaron a plenitud con sus respectivas esposas e hijos. Así es la vida; a veces ingrata y a veces placentera. Y nadie sabe para quién trabaja.

         Es muy clara la letra de una popular canción llamada “Puño de Tierra” que dice: “El día que yo me muera, no voy a llevarme nada; hay que darle, gusto al gusto, la vida pronto se acaba. Lo que pasó en este mundo, nomás el recuerdo queda; ya muerto voy a llevarme, nomás un puño de tierra”. O también aquella de NAPOLEÓN muy cierta: “nada te llevarás cuando te vayas; cuando se acerque el día de tu final; vive la vida ahora, mientras puedas; goza de tu libertad”.

         También es muy cierto aquello de no perder el tiempo en pleitos, insidias, ambiciones, porque la vida es muy corta y el amor demasiado frágil. Nacimos para ser felices; construir un mundo más amable, “sin odios, envidias ni rencores”, que es la fórmula infalible para ser feliz. Tampoco ambicionar lo que no tienes, que no es tuyo, ni construiste.

         El PADRE debe honrar al HIJO; amarlo, quererlo sobre todas las cosas; porque es sangre de su sangre y carne de su carne; parte de su esencia como también lo es de la MADRE que lo concibió después de nueve meses de tenerlo y protegerlo en su vientre. Amor por la MADRE que nos parió, es un deber de hombres y mujeres bien nacidos. Respetarlos siempre para no llorar después con arrepentimiento o hipocresía cuando estén en el féretro de su viaje a la eternidad. 

         Vienes al mundo desnudo y te vas con una ropa que solo envuelve el fiambre sin alma, sin amor y sentimiento. Solo quedan los recuerdos de amor, dolor, arrepentimiento u odios que nos putrefacta el alma y la existencia. Nos queda el recurso de llorar por sus muertes o alegrarse de manera egoísta por lo que de riquezas dejó en herencias. Por eso no vale la pena un pleito por mucho que sean las fortunas, el poder y el dinero. La MADRE y el PADRE, son sagrados y los HIJOS, siempre amados.

         “El Dinero es del Diablo”, dicen: destruye familia y llena de luto a los que ambicionan herencias, dinero, poder y propiedades; ¡pero cómo sirve!, ya sea para disfrutarlo, compartirlo, aunque también en muchos casos para construir un muro familiar de disputas, denigraciones, insultos y amenazas. 

Pero por encima del dinero está el pensamiento, el sentimiento de amor, la dignidad, el agradecimiento a los padres por lo que somos, todo lo que nos dieron e inculcaron en la unión familiar, la educación, la honestidad y el respeto desde la infancia, juventud y hasta de adultos. 

No vale la pena un pleito entre familias, padres e hijos por un cúmulo de riquezas que no van a disfrutar al perder el tiempo en la confrontación, la ambición, las envidias, odios y rencores que no los dejan vivir en paz ni ser felices. Los padres son sagrados y los hijos honrados con el amor inmenso de ellos. Por eso, honrarás a tu padre y tu madre como a Dios y todos tus semejantes… 

Se acabó el mecate… Y ES TODO… 

Para comentarios, quejas y mentadas: rupertoportela@gmail.com

Celular: 961 18 8 99 45.

MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN DE COLUMNISTAS CHIAPANECOS. A. C.

LA FAMILIA ES PRIMERO…

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