Sr. López
Tío Luis, del lado materno-toluqueño, era bravísimo y aún más que bravo, tontísimo. En serio tonto. Decía cosas como para desternillarse de risa, pero nadie se atrevía, por lo bronco que era en cuanto se sentía en ridículo. Ya largamente muerto, alguien preguntó a tía Lupe su viuda, como había hecho para aguantarlo toda la vida y muy sosiega respondió: -… con no hacerle caso –pues sí, tan fácil.
“Lo que más importa es mi autoridad moral, porque si no tengo autoridad moral, no tengo autoridad política. No tengo nada, soy la nada sin autoridad moral”. Andrés Manuel López Obrador. Junio 19 de 2020.
“(… ) yo ordené que se detuviera ese operativo (en Culiacán) y que se dejara en libertad a este presunto delincuente (Ovidio Guzmán, el Chapito)”. Andrés Manuel López Obrador. Junio 19 de 2020.
El pasado domingo 21 de abril, en la madrugada, agentes de la Guardia Nacional sin orden de aprehensión, en supuesta flagrancia, detuvieron en su domicilio en Autlán de Navarro, Jalisco, a Abraham Oseguera, “Don Rodo”, hermano de Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho” líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Le ahorro los detalles: la detención fue un batidero y el Juez ordenó su inmediata liberación en las primeras horas del domingo 28 de abril pero la autoridad desacatando la orden, lo mantuvo preso.
El Presidente en su mañanera del 30 de abril, al explicar su oposición a liberar al Rodo, dijo que estaba en juego “(…) el prestigio de un país, de la nación, del Estado mexicano. Nosotros no podemos ser burla de nadie”. A las maracas, haciendo segunda, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad, agregó: “(…) se determinó no acatar de inmediato (la orden del Juez),para proceder a acopiar toda la información y proteger en todo momento la dignidad del Estado mexicano”. Bueno, salió libre ese mismo día en la noche.
También explicó doña Rodríguez que pagarían dos multas por haber desacatado al Juez “(…) porque consideramos que era mejor pagar a ser víctimas del escarnio”. ¡Vaya!
Autoridad moral, prestigio, dignidad, escarnio… algo va mal. Las cosas de la ley con la ley se atienden, nada más. No se libera a nadie ni se le mantiene en prisión, porque así lo dicte nadie diferente a un Juez, aunque sea el mismísimo Presidente de la república, al que ya podía su consejería jurídica haberle explicado la diferencia entre Política, Derecho y beisbol, y ya ni vale la pena, para lo que le queda en Palacio.
Ese mismo 30 de abril en la nochecita, el Presidente recibió en Palacio a los legisladores de Morena y Asociados. Los felicitó por su desempeño. Dos horas habló el señor y reiteró que después de entregar la banda presidencial, si saben contar, con él no cuenten: se va a su finca y se retira completamente de la vida política (¡lindo!… si esta vez, solo esta vez, de veras dijera lo que va a hacer, porque no sería raro que “el pueblo” o la “historia”, lo obligaran a regresar a seguir salvando la patria).
Como sea, sin ser burla de nadie, cuidando la dignidad, sin ser escarnio de nadie, agradeció a sus legisladores su apoyo y dedicación a la noble labor de transformar a México. Muy bien. Pero no es así. Mire usted:
Andrés Manuel López Obrador es de los presidentes que más iniciativas de reformas legales y constitucionales ha presentado al Congreso (de los recientes, el que más). A lo largo de su mandato envió al Legislativo, 92 iniciativas de reformas legales y constitucionales (don Calderón, planteó 69 y don Quique Copete, 90).
Sí, pero también es el Presidente al que más veces han mandado a volar. De sus 92 propuestas, 32 se fueron a la congeladora (no es cierto, dos nada más quedaron ‘pendientes’). A Felipe Calderón le rebotaron siete; a Peña Nieto, cinco.
A pesar de querer sus legisladores acompañarlo en la transformación del país, le desecharon el 1 de octubre de 2021 su intención de establecer que “corresponde exclusivamente a la nación (o sea, él) el áreaestratégica de la electricidad”; y el 17 abril 2022, se fue al archivo muerto la idea de incorporar el litio como mineral estratégico, lo que impedía otorgar concesiones para explotarlo.
También se quedó con las ganas, el 6 de diciembre de 2022, de meterle mano a nuestro sistema electoral, cuando propuso cambiar el nombre del Instituto Nacional Electoral por el de Instituto Nacional de Elecciones y Consultas; tampoco le aprobaron la reforma a la revocación de mandato, bajando del 40% al 33% para que fuera vinculante su resultado, a manera de poner la espada de Damocles sobre la cabeza de quien sea su sucesora; y menos que los congresos estatales pudieran convocar a la revocación de mandato.
Otras que el Congreso no le aprobó fueron: que la Secretaría de Gobernación condujera la política sobre los refugiados; dar al Presidente la facultad de expulsar del territorio nacional a extranjeros que él considerara un riesgo a la seguridad nacional; y tampoco le aprobaron establecer que las dichos de los funcionarios no se podían considerar propaganda gubernamental.
Pero lo que más duele es que sus últimas 20 iniciativas de reformas (18 a la Constitución y dos a leyes), este su Congreso con el que está tan agradecido, mandó las veinte a congeladora.
Ni siquiera se las aprobaron en la Comisión de Puntos Constitucionales y sin eso, quedan desechadas en automático (recuerde usted que entre ellas está una reforma electoral, desfigurar al Poder Judicial y que la Guardia Nacional pase a la Sedena), aunque se podría intentar presentarlas a la Comisión Permanente ya terminado este periodo.
Se ve difícil y el tiempo corre: las iniciativas no dictaminadas en 90 días se desechan y eso es el próximo sábado 4 de mayo (pueden pedir una prórroga de otros 90 días)… pero hay un plazo fatal: si el 2 agosto no se han aprobado en comisiones, se van a la basura.
El Presidente parece no darse cuenta que ya ni sus legisladores están a sus órdenes. Mucha prisa, mucha prisa… él… sus legisladores, no, sus compañeros de partido, tampoco. Y después del 2 de junio, la nada.