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La liga infinita / La Feria

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Sr. López

En el Campo de Entrenamiento (otros niños le decían “casa”), en que fue domesticado este menda, ocasionalmente se realizaban ejercicios bélicos entre la Comandante Yolanda y el Jefe de Proveeduría (“mamá y papá”, les decían los demás niños). Los combates formales no eran muy frecuentes, pero sí la guerra de guerrillas y la guerra fría. López miraba. Una cosa notable era que en cuanto había alguien ajeno -visita de amigo, familiar o vecino-, de inmediato se suspendían las hostilidades y hasta cantaba el canario para guardar las apariencias. López miraba. Un domingo invitados que fuimos a comer con un matrimonio amigo de los mandos militares de su texto servidor, estando a la mesa, por no se supo luego qué razón, los anfitriones dieron inicio a un intercambio de puyas, que rápidamente evolucionó a acalorada discusión, transformado en cuestión de segundos, a competencia de majaderías de alto octano (pero, graves). Ya vaciado el plato del guisado en la cabeza del señor de esa casa por cortesía de su media naranja y visto que era una imprudencia preguntar por el postre, el escuadrón López se retiró siguiendo la orden dada con una alzada de cejas de don Víctor (el Jefe de Proveeduría). Algo raro causó la escena: hacía meses que no veía este junta palabras a la Comandante Yolanda tomar de la mano a su contrincante, pero todo el camino de regreso así se fue. Calladitos todos. Y se espaciaron mucho los conflictos. A veces se aprende en cabeza ajena.

 

Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela a resultas de un largo despelote que empezó en 1945 (dejando de lado mucha historia anterior), con el golpe militar cocinado por el partido Acción Democrática de Rómulo Betancourt. Ya montados en el poder los “adecos” (así les dicen a los de Acción Democrática), cambiaron la Constitución en 1947, para que las elecciones fueran por votación universal directa y otorgando el derecho al voto a las mujeres. Organizaron elecciones y ganó la presidencia Rómulo Gallegos (sí, el escritor de “Doña Bárbara”, “adeco” fundador), quien disfrutó del cargo de febrero a noviembre de 1948, porque los militares lo derrocaron. Abur democracia.

 

Los golpistas organizaron elecciones para 1950 y pusieron de candidato a uno de ellos (el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud), que fue secuestrado y asesinado.

 

En 1952, los militares -urgidos de legitimidad-, decidieron que se eligiera una Asamblea Constituyente, pero viendo que la gente estaba votando en contra de lo que ellos querían, la suspendieron y desconocieron los resultados, nombrando dos días después, por sus calzones, a un Presidente (al Teniente Coronel Marcos Pérez Jiménez), que tomó el cargo el 6 de diciembre de 1952, impuso su Constitución, prohibió la oposición y limitó las libertades civiles. Dictadura en Cinemascope.

 

A ese Pérez Jiménez le tocó una sopa de su propio chocolate y fue derrocado por otro golpe militar en enero de 1958. Se quedó en el poder una Junta Cívico-Militar, que organizó el llamado “Pacto de Punto Fijo”, firmado para alternarse en el poder Acción Democrática, el Partido Socialcristiano (Comité de Organización Política Electoral Independiente -COPEI-, los “copeyanos”), y la Unión Republicana Democrática (URD), proscribiendo a los partidos de izquierda (la discreta mano del tío Sam). En los hechos, los ganones fueron los “adecos” y los “copeyanos”.

 

Mientras, el pueblo nomás veía.

 

Esta cúpula económico-político-militar, gobernó de 1958 a 1998; aprovecharon para ellos el auge petrolero, pero, en grande. La gente común estaba entre harta y desesperanzada; todo era desgobierno, corrupción, impermeabilidad social y política.

 

Hugo Chávez intentó un golpe de Estado en 1992. Acabó en la cárcel 50 muertos después. Liberado en 1994, se encontró con que ya era muy popular pues su pregón era acabar con la élite en el poder. Y con ella acabó después de dos años de campaña, prometiendo cambiar la Constitución (en las elecciones del 6 de diciembre de 1998, ganó con el 56.5% de los votos). Y ganando todos los procesos electorales que hizo, superando un intento de golpe de Estado, un referéndum revocatorio y haciendo locuras, muchas locuras, se quedó en el poder hasta su muerte el 5 de marzo de 2013.

 

¿Por qué Chávez?… porque gobernó para la mayoría, porque la mayoría estaba hasta el copete de corrupción, privilegios para unos cuantos y abusos nunca castigados por la ley. ¿Cómo gobernó?: mal, pero la mayoría no veía eso sino sus beneficios inmediatos y que la élite estaba sentada en un brasero ardiendo.

 

Chávez dejó de herencia a Nicolás Maduro, una muy mala copia de él. ¿Cómo gobierna Maduro?: peor que Chávez. ¿Por qué ha aguantado Maduro?… porque le guste o no al mundo, su base sigue existiendo, porque carece de escrúpulos y porque los militares lo sostienen, cosa que en ese país no es novedad. ¿Qué va a pasar en Venezuela?, este López se lo dice en cuanto regrese de Eslovaquia la bola de adivino que mandó reparar.

 

Venezuela debería ser un país riquísimo con un promedio de ingreso muy elevado. No se puede negar que mucho de lo que les pasa es consecuencia de la lujuria del gran capital que se ha dedicado a sacar petróleo abandonando el desarrollo de esa nación que rebosa de talento y riqueza humana (nomás le digo: en 1925, el 36% de su PIB salía del campo; en 2014, su agricultura daba solo el 3.88%, según el Banco Mundial).

 

Lo que nos debe interesar aquí es que el fenómeno Chávez-Maduro fue posible solo porque la mayoría estaba harta de la corrupción, del cinismo de los partidos políticos que se repartían rebanadas de poder y usufructuaban todo privilegio, coludidos con una élite empresarial, que no ve la pobreza general como algo de urgente solución, creyendo que los del peladaje “así viven, así son”.

 

¡Cuidado!, señores del poder grandote: están muy atareados en impedir que el Pejehová se monte. No se apuren, si no es él, será otro: no se puede siempre contener a la mayoría con discurso y migajas.

 

No hay ni puede existir la liga infinita.

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