Raúl Vera
A principios de la década de los ochenta llegó a Chiapas la televisión abierta y no comercial, Televisión Rural de México. Iniciaba así un proyecto de comunicación, sin cuadros profesionales para enfrentar el desafío de comunicar y usar la nueva tecnología basada en el video de tres cuartos de pulgada. El objetivo; dar voz y comunicar a los pueblos de Chiapas, además de ser la voz oficial del gobierno del Estado. Con imaginación y ganas, los nuevos cuadros televisivos; trasmitieron, produjeron, post-produjeron informaron, pero, sobre todo, se las ingeniaron para sacar al aire los contenidos en la señal oficial de TRM.
Nacida bajo los tiempos del Chiapas petrolero, nacimiento de la CNTE, las luchas agrarias y su signo; la invasión de ranchos, la cercanía de la guerrilla en Centroamérica, la modernización de Tuxtla y tragedias de la naturaleza como el Chichonal, a la nueva productora de televisión, que salía solo en las tardes, le tocó iniciar de manera sistemática, el registro de la realidad, y comenzar a construir la memoria colectiva en video: pasamos del soporte de papel del Archivo histórico que inició don Fernando Castañón Gamboa, a la videoteca.
La nueva productora de televisión sustituyó el cine minuto que producía don Carlos Ruiseñor o Juval Peña, que se proyectaban en los cines antes de iniciar la película en turno, a la trasmisión diaria de la realdad chiapaneca a hasta pueblos distantes y separados por la orografía del estado. Para los nuevos reporteros, editores, camarógrafos, iluminadores, flor managers, la televisión fue escuela y ahí se aprendio a grabar, editar, producir en vivo, archivar, calificar, musicalizar, titular, y todas las tareas que requiere hacer televisión, pero sobre todo; ser la memoria viva de nuestra sureña realidad.
Arcadio, Samuel, Rubén, Tomas, Blanca, Martha, Lourdes, Cristina, Víctor, Augusto, Samuel, Ruben etc,etc,etc el espacio es insuficiente para todos los nombres en esta línea de corta duración de la memoria visual electrónica chiapaneca, ellos fueron los primeros de una larga lista de protagonistas que lleva 43 años, se encargaron trasmitir, informar, de ; política, cultura, arte, deportes, fiestas patronales, pero sobre todo generaron identidad, a través de las ondas hercianas que los ingenieros hacían llegar a varias partes del estado. Desde luego más allá de la novena sur y quinta norte de la capital, que fueron los límites de la antigua señal del canal Ocho de Pepe Partida a principios de los años 70.
Hoy la televisión como la conocimos está en crisis, el streaming, las redes sociales la han disminuido, pero en el caso de la televisión de corte cultural y regional, el golpe ha sido doble, ya que siempre ha carecido de estructura de trasmisión y desde luego presupuesto. Por su naturaleza debe ser subsidiada por el estado para que siga con su labor de dar voz a los pueblos, esto no se ha entendido, y la televisión que nos tocó construir hoy se la está viendo negras y la miran pocos, pero lo peor del caso se da en sus contenidos, simplemente ya no se da voz a los pueblos, que al no ver reflejada su realidad, tal parece que el objetivo primario se ha perdido: generar identidad.
Otro tema de vital es el enorme acervo que a lo largo de 43 años ha sido creado, un acervo que inició en caset de 3/4 de pulgada y que después pasó al Betacam, VHS, Mini DV hasta llegar a la tarjeta SD, en las paredes del edificio de Canal Diez, se encuentra la memoria visual más importante de Chiapas. El archivo videográfico no debe de quedar en el olvido y en la memoria de quienes ayudamos a construirlo, se debe de digitalizar y subir a la página del canal, hablamos de miles de horas; reportajes, noticieros, documentales, notas informativas, eventos deportivos, etc, etc, etc. Todo eso es oro molido para documentalistas, historiadores, cronistas y gente que quiera rescatar la memoria colectiva de nuestro pueblo, la videoteca debe de tener un uso social y darse a conocer, dar vida a las miles de horas producidas, sobran plataformas para hacerlo.
El 10 de diciembre instalados en la cápsula del tiempo, los que estuvimos en la primera década de la transmisión televisiva nos volvimos a encontrar, tiramos polilla, nos recetamos nuevos fármacos, propios de la edad, recordamos viejos tiempos de esa televisión artesanal que nos tocó vivir, esa juventud que tuvo la fortuna de pasar de lo analógico a lo digital y luego a la transmisión en vivo por un celular. Somos los sobrevivientes de una generación que comunicó de otra forma, ya no en papel, sino de manera electrónica para la posteridad.