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La fragilidad de la virtualidad / Al Sur con Montalvo

La fragilidad de la virtualidad / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

La bolsa de valores, los precios y el amor se han vuelto más estables que las plataformas de la Internet y esta no es una cuestión menor. Hace pocos días al colapsar las torres de alta tensión de la CFE en Chicoasén, experimentamos la vulnerabilidad en que nos colocan las energías al salir de nuestra cotidianidad porque la falta de electricidad provoca carencia de agua, caos urbano, cierre de negocios, ausencia de telefonía e internet; en fin, nos detiene la vida mientras las fallas se reparan.

En contra de nuestra voluntad somos esclavos de la virtualidad en cualquier sitio donde nos encontremos. Si las redes se caen, el mundo se detiene; así que ni en un cuento de ciencia ficción puedo imaginar que sucedería si las redes a nivel mundial se cayeran durante dos semanas continuas.  

Viene al caso porque el pasado lunes, al caerse la plataforma de Amazon Web Services (AWS), quedaron sin funcionar múltiples sitios web e importantes aplicaciones durante varias horas. Al detenerse los bancos afectaron vuelos, reservaciones en hoteles; afectaron las compras en centros comerciales y pequeños comercios; las redes sociales se vieron interrumpidas y las oficinas se paralizaron al no contar con la Internet ni Intranet para realizar sus operaciones. 

Cualquier caída de Internet ocasiona graves problemas en laboratorios, hospitales, bomberos; sin importar el tiempo de la suspensión. Algunas suspensiones se han debido a las actualizaciones en los sistemas operativos; a errores técnicos; a cambios de software, a la sobre carga de los servidores e incluso a un código malicioso; pero pocas veces, ha obedecido a ciberataques.

Las empresas de seguridad se han convertido en una necesidad para el usuario común como para las grandes empresas quienes colocan su información en diferentes nubes tratando de evitar pérdidas lamentables. Y aún así el riesgo es latente. En Amazon como cualquier otra empresa que brinda servicios de Internet trabajan cientos y hasta miles de empleados y ninguno de ellos es infalible a cometer errores humanos. Aunque los ejecutivos de estas empresas tratan de minimizar el problema, la realidad es que las caídas son cada vez más constantes y siempre nos queda la pregunta “estúpida” y quizá ni tan estúpida de que sucedería en una guerra cibernética donde los ataques parecerías suicidas, pero de esto, solamente los expertos tienen la respuestas que por supuesto, no podrían revelar por las cartas y convenios de confidencialidad a las cuales están sometidos.

Quizá, la mayor interrupción sucedió en el año 2024 que las noticias consignaron así “la caída de gran parte de internet se debió a un devastador fallo del software de CrowdStrike que bloqueó computadoras, provocó cancelaciones de vuelos e interrumpió el funcionamiento de hospitales en todo el mundo, generando pérdidas comerciales directas por US$ 5.000 millones. Un error en el sistema de pruebas basado en la nube de CrowdStrike obligó a una actualización problemática a computadoras de todo el mundo”, explicaron los expertos.

Al usuario común no le importa la magnitud del evento; se angustia ante el aislamiento del mundo virtual al no poder usar las redes sociales o los servicios de mensajería; cuando AT&T se cayó durante 11 horas sintieron alejarse del mundo al quedar incomunicados. Y ese, es el problema menor en verdad.

El reporte de la CNN lo explica así:  “AWS es un proveedor de computación en la nube que aloja muchos de los servicios en línea más utilizados del mundo. En sus inicios, Amazon necesitaba un exceso de capacidad de servidores para garantizar la capacidad de procesamiento suficiente para gestionar el tráfico masivo que llegaba a su sitio web durante la temporada alta de fiestas. Amazon se dio cuenta de que, durante el resto del año, podría usar esos servidores para satisfacer las necesidades en línea de otras empresas, y así nació AWS. Entre las muchas ofertas de AWS se encuentra DynamoDB, una base de datos que aloja información para empresas, incluyendo datos de clientes. Amazon declaró el lunes que sus clientes no podían acceder a los datos almacenados en DynamoDB debido a un problema con el Sistema de Nombres de Dominio (DNS), una especie de guía telefónica para internet. El DNS es como un motor de localización en internet: convierte direcciones web intuitivas como amazon.com en direcciones IP, una serie de números que otros sitios web y aplicaciones pueden comprender”.

Después de una exhaustiva investigación sobre la caída de Amazon, encontré mucha información, pero nada contundente, solamente especulaciones que no pretendo resolver ni comprender. Lo único claro son las consecuencias que nos afectan a todos de forma directa dejándonos con la sensación de impotencia y miedo al imaginar lo más grave de estas caídas que nos dejarían en el caos.

Y no; no se trata de una postura alarmista o dramática. Nada está en nuestras manos ante una eventual suspensión prolongada de la Internet; no existe la posibilidad de prevenir nada; ¿qué sucedería si los bancos quedan paralizados sin poder recibir pagos, sin poder dispensar retiros en efectivo? Y lo pero, ¿cuánto tiempo podrá resistir un joven sin acceder a su juegos o los cinéfilos a los servicios de Netflix? Pienso en la mujer celosa que no recibe noticias del esposo que anda de viaje en lugares lejanos; imagino a los estudiantes urgidos por pagar la cuota de sus clases en la universidad. Considero a los familiares de los pacientes internados en hospitales cuyos servicios dependientes de la Internet han quedado bloqueados.

Lo pienso porque mientras as grandes empresas invierten tiempo y dinero en resolver esos enormes problemas, para la gente común, la situación es insostenible y se convierte para ellos, en el problema más grande de su vida.

La fragilidad del mundo virtual nos pone a pensar de tal forma, que el sueño de la Internet de pronto llegue a convertirse en la peor pesadilla de la humanidad. Y no pretendo ser pesimista, tan sólo busco poner en perspectiva el “qué sucedería si la Internet desparece de pronto dejándonos sumidos en la oscuridad  y el silencio prolongado.

Como sea, Ana Karen, algunos cuantos detentan en sus manos el switch de nuestra existencia y eso no es una cuestión de amor. 

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