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La Feria / Por eso

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Sr. López

En América Latina (y si es igual en otras regiones, lo ignora este López), hay solo cuatro entidades que efectivamente pueden amenazar a los gobernantes: los EEUU, los dueños del capital, las fuerzas armadas o la iglesia (la romana que llaman católica)… no, lo siento mucho, pero las guerrillas, no; ni las marchas, plantones, ni serenatas de mentadas de madre, con todo eso se abanica el poder. Disculpe las molestias.

La prensa que papalotea la verdad, no es una amenaza ni pone en riesgo a los gobernantes, si su información no es seguida por alguna de esas cuatro entidades; sobran ejemplos de descontento popular que no ha conseguido el cambio de gobernantes. Y al revés: sobran ejemplos de gobiernos que han quedado peor que piñata de vecindad, cuando el tío Sam decide jubilar en bloque a los políticos de algún país; cuando los ricos-ricotes financian el descontento; cuando los generales se cansan de obedecer a los civiles de turno o la jerarquía de la iglesia se harta de hacer la vista gorda.

No hay en la historia un caso de un solo gobierno que entregue el poder al descubrir que la gente no está contenta. Es la fuerza lo que los tira, quita, desecha (o trepa al Ypiranga, como a don Porfirio).

La democracia, la real democracia, eso que nos dicen que es el poder del pueblo, por y para el pueblo, por ser en el que reside la soberanía, es solo el argumento de venta de un sistema político menos malo que la dictadura y la oligarquía (que son las versiones pervertidas en que suelen caer la monarquía y la aristocracia).

Eso de que la soberanía reside en nosotros los del peladaje, se oye muy bonito, pero en realidad no es así, a menos que se crea usted que toda la población del país intervino en la elaboración de la Constitución de 1917… o que los que actualmente gozamos de la ciudadanía nacional, participamos (¡todos a una!), en las recientes 58 modificaciones a la Constitución y 81 cambios de leyes secundarias, que hacían falta para implantar las reformas estructurales que Peña Nieto quería. Para nada.

No es así porque es imposible sentar a más de 79 millones de ciudadanos para explicarles un asunto y votarlo (… y si cada cabeza es un mundo, imagínese). Para eso escogemos a nuestros representantes al Congreso… y ya ellos se encargan, responsablemente, siempre muy atentos y estudiosos.

La cosa es que la democracia también se pudre cuando se vuelve demagogia, cleptocracia o dictadura disimulada, sobornando o atemorizando a los otros poderes, trampeando y mangoneando elecciones. Sí, lamento decírselo, pero la democracia no tiene garantía ni aval. Puede fallar y falla (aunque usted no lo crea).

México, contra la que aparenta la insistente prensa oposicionista, no está como para ingresarlo en cuidados intensivos. Sus problemas (gravísimos), tienen solución sin necesidad de terminar esto como el rosario de Amozoc (en Puebla, en donde cuentan que en la colonia, una pía procesión rezando el santo rosario, terminó en refriega entre cofradías de artesanos rivales, hubo muertos, dicen).

De regreso a nuestro tema: el tío Sam no tiene intenciones de demoler nuestro régimen, contentísimo como está de tener ya en México, una colonia autogobernada: les basta con seguir teniendo gobernantes dóciles y ya lo demás lo irán arreglando a su paso y gusto. Nuestro ejército (¡bendito sea el dios en que cada uno crea!), es serio y responsable (patriótico, pues)… pero la iglesia… la iglesia está dale y dale con el aventador en el anafre: no pierde oportunidad de avivar el descontento… ¡cuidado!

El editorial de ayer domingo, del semanario “Desde la fe” que edita la Arquidiócesis Primada de México (a cargo del presunto responsable Beto Rivera), se titula: “Los culpables”, y dice cosas como lo que sigue:

“El drástico aumento de muertes violentas en México nos hace preguntarnos cómo es posible que se haya llegado a tan lamentable estado (…) la violencia sigue escalando sin freno y sin que haya una estrategia o solución efectiva a este espantoso flagelo que afecta a todos, no sólo por las víctimas directas, sino también por las indirectas: familias enteras destrozadas, cuyo grito parece lanzarse al desierto de gobiernos indolentes e incapaces de ofrecer a sus gobernados lo primero a lo que están obligados: seguridad (…) la corrupción no es exclusiva de policías, y más bien hay una cadena que hace suponer que el origen de la violencia es diferente (…)  a la comisión de delitos y a la irrefrenable violencia que azota el país, está siempre la huella de superiores y jefes (…) Basta pensar en los gobernadores omnipotentes que se han dedicado a saquear el patrimonio de los Estados (…) en los funcionarios en los distintos órdenes de gobierno que hicieron del cargo la perfecta mina de oro (…) en los gobernadores obsesionados en cuidar su imagen, en su delirio por ocupar cargos más elevados, mientras sus localidades miserables y pobres son presa y carne de cañón de la delincuencia; en los munícipes, mandatarios y funcionarios de distintos colores partidistas, quienes sin empacho, tienen en grupos criminales a sus mejores efectivos, funcionando como paramilitares para proteger los narconegocios, como punto perfecto de su inexplicable enriquecimiento, pagado con sangre que mancha las manos”. ¡Adentro con los tamales!

Es mucho lo que afirman “Desde la fe”. Mucho y gravísimo. Señalan directamente al gobierno de estar funcionando como “paramilitares para proteger los narconegocios”.

Si la jerarquía de la iglesia de la principal arquidiócesis del país, sabe algo, debería cumplir con la ley y presentar denuncias. Si no confía en las procuradurías de justicia, aparte de presentar sus denuncias, las debería hacer públicas… y enfrentar lo que venga.

Y la Secretaría de Gobernación debería plantarle cara a don Beto y exigirle que presente su denuncia y si no lo hace, denunciarlo por calumniador y mentiroso… a menos que sea la defensa de don Beto contra la denuncia penal que ya tiene por encubrir pederastas… solo que sea por eso.

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