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La Feria / No oyen razones

La Feria / No oyen razones
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Sr. López

 

Escribe este López texto servidor de usted, pasaditas las seis de la tarde de ayer, ya cerradas las casillas electorales en los cuatro estados en que hubo comicios (para elegir Gobernador, en los estados de México, Nayarit y Coahuila; para ayuntamientos, en Veracruz).

 

Faltan unas buenas horas para empezar a tener resultados que, como de costumbre, saldrán a cuenta gotas (hay ‘encuestas de salida’ y ‘conteos rápidos’), y ya luego,  ‘resultados’ definitivos, que hasta el miércoles proclamará la autoridad electoral espantando con las actas, las moscas que suelen revolotear en los basureros. Como sea: a partir de esta hora de ayer, se abre el periodo en que se proclama ganador el que quiera y crea que puede aparentarlo con mayor o alguna posibilidad de éxito. Total, a fin de cuentas, en el Trife se arregla todo.

 

Los medios de comunicación se han encargado de dar a esta elección un aire de asunto determinante del futuro nacional, aunque no lo sea, pero la despiadada lucha por el ‘raiting’ y los lectores (o sea, la lucha por anunciantes, ingresos y convenios), obliga.

 

Los ‘especialistas’, los ‘encuestadores’ y las voces más autorizadas de la comentocracia tenochca, ya están al aire, sí, analizando con un tono de seriedad que -sin ellos darse cuenta-, resulta cómico, pues esa formalidad propia de un cónclave vaticano o a una partida por el campeonato mundial de ajedrez en Moscú, es un poquito ridícula cuando se están reseñando los incidentes de la elección de la mejor mesera del teibol.

 

Puede uno suponer que el Estado de México lo ganará el PRI, cueste lo que cueste, pero si no fuera el caso, si doña Delfina, la Indira Gandhi texcocana, se alzara con el triunfo y se quedara a gobernar la entidad más importante del país (después de la Ciudad de México), ¿qué?… ¿a poco de veras usted piensa que eso va a ser determinante para el rumbo del país? No. Y ni siquiera sería un factor determinante en la elección presidencial del 2018, que el PRI ha perdido Los Pinos dos veces, teniendo el gobierno del Estado de México.

 

Y de las elecciones en Coahuila, Nayarit y Veracruz, no vale la pena dar un teclazo. Nada más un detallito: en las tres entidades reportan balaceras aisladas todos los partidos (echándose unos a los otros la culpa). ‘Tá bueno.

 

¿Somos sumisos o indiferentes? Si suma uno los disparates, trapacerías, metidas de pata, abusos, malos resultados, corrupción cínica y pública, de la gestión gubernamental de -digamos-, los últimos cuatro sexenios, era como para imaginar que esto ya debería de haber reventado hace mucho.

 

Ahora es contra el PRI, que está en la presidencia; pero en su momento fue contra el PAN, mientras estuvo alojado en Los Pinos. Si piensa uno en los 850 mil litros de sangre derramada (de a 5 litros por cada uno de los 170 mil muertos desde el inicio de la guerra contra el narco), y las 11,900 toneladas de cadáveres que se han acumulado (de a 70 kilos promedio por fiambre).

 

Si piensa uno en las increíblemente escandalosas cifras de combustible ordeñado a los ductos de Pemex (que son imposibles de extraer sin la complicidad de algunas autoridades, ni de vender a escondidas). Si recuerda que Pemex tiene una ‘tesorería extranjera’ desde tiempos de Calderón, en la que se quedan centenares de miles de millones de pesos, que no puede auditar nadie, porque están fuera del país.

 

Si no se le ha olvidado que entre todos estamos pagando los fraudes del Fobaproa (hoy Ipab), que en 1994, nos dijeron eran ‘solo’ 552 mil millones de pesos de ‘cartera vencida’ e incobrable de los bancos, que canjeó el Banco de México por pagarés para ‘garantizar’ el ahorro de los mexicanos. Si no se le ha olvidado que en diciembre de 1998 el Congreso aprobó la iniciativa de Zedillo de crear el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario, IPAB, que transformó el Fobaproa en deuda pública (de usted, de mí, de nosotros, de todos los que no agarramos un peso de eso que se volaron los banqueros, pero que lo tenemos que pagar y lo estamos pagando, que de eso se encarga Hacienda con nuestros impuestos); si recuerda que en 1999  -limpiándose las uñas con un palillo de dientes-, nos avisaron, así nomás, que siempre no eran 552 mil sino 873 mil millones de pesos; si está usted enterado que en octubre de 2016, Hacienda nos informó, así, entre bostezos, estirando los brazos después de la siesta, que aunque ya hemos pagado el 61% de los pasivos esos que nunca fueron nuestros, el saldo a pagar aumentó el 35% (parece que el Ipab lo administra una de esas tiendas de pagos chiquitos que jamás alcanzan para liquidar la plancha que le regaló uno a su mami el 10 de mayo).

 

Si recuerda usted algo de eso, explíqueme que el PAN no fue asaltado por la turba hasta no dejar piedra sobre piedra; explíqueme que el PRI regresó a la presidencia; explíqueme el abstencionismo electoral.

 

El posible resultado de estas elecciones estatales tiene la atención de los medios de comunicación, cuando la noticia debería de ser que no se presentó nadie a votar… o, que la gente se presentó en masa a votar; pero, esto, lo que siempre pasa, no tiene explicación: salen a votar los suficientes para legitimar el proceso.

 

Las sociedades sumisas habitualmente son resultado de regímenes de terror (la URSS de Stalin, la Alemania nazi, la actual Corea del Norte), pero en México, así como que nos dé pavor el gobierno, tampoco. Otro caso es la sumisión por ignorancia (en la Edad Media por ejemplo), pero tampoco es del todo aplicable a nuestro caso. Así que probablemente en nuestra risueña patria se trate de que la mayoría no espera nada del gobierno, no le cree nada, resuelve como puede sus problemas y por eso es indiferente.

 

La lástima es que eso es precisamente lo que más le conviene a estos que tienen escriturado el país. Y no se le olvide: la mitad de México no la gobierna el PRI.

 

Más lástima es que no sabemos cuándo se va a hartar esa mitad de mexicanos que viven en la miseria, porque esos, cuando salgan, no oyen razones.

 

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