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La distopía de Orwell / Al Sur

La distopía de Orwell / Al Sur
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, Cuando leí la distopía de Orwell en su obra “1984”, allá por los años 90, el mundo ya daba señales de correr hacia un Gobierno Local dominado por el Foro Económico Mundial de Davos dominando a los gobiernos a través del Fondo Económico Internacional para unificar las políticas públicas como lo hemos visto  desde finales de los años 70.

A 40 años de ese “1984” de Orwell publicado el 8 de junio de 1949, la síntesis del libro pareciera describir nuestra realidad: “En una supuesta sociedad policial, el estado ha conseguido el control total sobre el individuo. No existe siquiera un resquicio para la intimidad personal: el sexo es un crimen, las emociones están prohibidas, la adoración al sistema es la condición para seguir vivo. La Policía del Pensamiento se encargará de torturar hasta la muerte a los conspiradores, aunque para ello sea necesario acusar a inocentes. Winston y Julia, a pesar de ser miembros del Partido y sabiendo que el Gran Hermano les vigila, se rebelan contra ese poder que se ha adueñado de las conciencias de sus conciudadanos. El camino que seguirán se convertirá en un peligroso laberinto hacia un final incierto

La neolengua a la que hace alusión Orwell, nos parece tan familiar ahora a través de la repetición ritual de cada mañanera: “la mafia del poder; frijol con gorgojo, los neoliberal, fifís, conservadores; prensa vendida; primero los pobres”; abrazos, no balazos; entre muchos versículos más de su propia comunicación política convertida en la biblia política de una misa ininterrumpida desde hace muchos años. Ese lenguaje no puede ser pensado al insertarse en el fanatismo popular que se repite entre sus seguidores sin razonar ni analizar la información que ni siquiera confrontan porque siempre tendrán a su favor “otros datos” aunque esos contradigan las cifras oficiales que publica el propio gobierno; pero ¿a quién le interesa eso cuando la adoración hacia el Gran Hermano es incuestionable?

Y es que el Gran Hermano de México retoma el ritual católico mexicano instituido desde 1929 aplicando sus símbolos, signos, lenguaje, liturgia y rituales al discurso político que le dio al PRI la fuerza necesaria para aglutinar de forma corporativa a la mayoría de los sectores de la población, lo cual explica su poder, predominio y permanencia en cada uno de sus gobiernos.

Pero el actual Gran Hermano fue más allá, agregándole al ritual mexicano el elemento la misa diaria que oficia cuál sacerdote envestido por un Gran Supremo que podrían ser el FEM y FMI, respectivamente. 

Eric Arthur Blair, cuyo seudónimo fue el de George Orwell, hizo de la distopía un arte en sus múltiples obras donde refleja su repudio al imperio, su rechazo a Inglaterra y al Partido Comunista y a Rusia por frenar a los anarquistas españoles durante la Guerra Civil donde participó; de esa experiencia  nacieron dos obras: “La Guerra Civil Española” (1936-1939) y  Homenaje a Cataluña (1938). Pero sin duda, salta de la pobreza a una situación más holgada gracias a sus dos geniales obras: “Rebelión en la granja (1945) y “1984.

La capacidad de abstracción de Orwell le permitió perico con extraordinaria sensibilidad el dominio del poder dominante sobre un pueblo sometido por el miedo, la represión y la tiranía de quienes, paradójicamente, proclaman “el bien común, el estado de bienestar y la armonía” cuando en realidad, privan de libertad a sus seguidores y opositores.

Podría asegurarte, Ana Karen, que no encuentro grandes diferencias entre el Gran Hermano de México y el de Orwell; hasta la neolengua empleada en la obra “1984” me resulta familiar. Recordemos que ese gobierno tirano y totalitario, contaba con 4 Ministerios: el de la Verdad (Miniver); el Ministerio de la Paz (Minipax); el Ministerio del Amor (Minimor) y el Ministerio de la Abundancia (Minidantia). A a su interior, ellos declaraban: la guerra es la paz; la libertad es la esclavitud y la ignorancia es la fuerza. Y bueno, hasta la Casa de la Victoria descrita por el autor, me hace pensar en un Palacio Nacional convertido en un búnker donde se promueve la ignorancia; se administra la pobreza multiplicándola, se hace de la educación un adoctrinamiento ideológico carente de ciencia, tecnología y artes. Ahí, en ese edificio colonial, se crean las nuevas fortunas de familiares y amigos; se desestima la salud de la gente y se organiza la gran cruzada con Siervos de la Nación cual predicadores y evangelizadores al servicio del Poderoso.

Cuando recuerdo aquél pasaje donde a las once y ciento horas, todos debían concentrarse para los dos minutos de odio que se transmitía en la Gran Pantalía coordinada por el Departamento de Registro, por algún motivo lo asocio con la Hora Nacional, muy lejos de esos dos minutos descritos por Orwell. El protagonista, quien encarnaba al odio era Goldstein , este personaje, traidor al régimen, “pronunciaba su habitual discurso en el que atacaba venenosamente las doctrinas del Partido; un ataque tan exagerado y perverso que hasta un niño podía darse cuenta de que sus acusaciones no se tenían de pie…”. El odio dividía a la sociedad y por ello, se le dedicaban dos minutos al día para recordar que quien no está conmigo, está contra mí. Frase celebre del Gran Herman retomada por un supuesto enemigo de iniciales CSDG, a quien sirvió ¿o sigue sirviendo? Al grado de robarse una elección ganada legítimamente por los ciudadanos.

La obra de Orwell no tiene desperdicio, pareciera escrita por algún vidente en 1949. Te recomiendo, la leas con nuestra esperanza de evitar la catástrofe de una tiranía porque la “Esperanza” proclamada por el Gran Hermano Mexicano, dista mucho del mundo que deseamos construir. Te aconsejo no discutir con los partidarios del Gran Hermano porque perderás en un debate que es combate para ellos: sin razón sin argumentos. Movidos por el interés, por la dádiva y a limosna, por el pequeño poder que se les otorga y nutrida de ignorancia y fanatismo.

Deseo, encuentres en la lectura de Orwell la inspiración y motivación suficiente para no caer en el engaño, la mentira y la esclavitud, porque luchar por nuestra libertad siempre será una cuestión de amor.

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