Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Imagínate un mundo sin palabras ni signos, como los jeroglíficos. Un mundo sin comunicación ni lenguajes. Un mundo incapaz de expresar ideas, sentimientos, emociones, pensamientos. Inmundo donde no exista la DICHOSA PALABRA; ¡vaya!, hasta los robots emplean sus códigos de fuente y su lenguaje cibernético.
Viene al caso porque al llegar a cenar con una amiga, la encontré muy divertida con su familia disfrutando y comentando las palabras del programa “La Dichosa Palabra” que transmite el Canal 22, tanto en televisión abierta como por Internet. En verdad, pocas veces reflexionamos en el PODER DE LA PALABRA y su importancia en la humanidad.
Hace muchos años me aficioné al programa de televisión del periodista Jorge Saldaña llamado SOPA DE LETRAS que mantuvo de 1972 a 1989 con la participación de grandes personajes de la cultura, las letras y la filología como Juan José Arriola. Ellos diseccionaban las palabras, sus etimologías, sentidos, significados y modismos empleados en diferentes regiones del mundo, e incluso dentro de un mismo país o estados donde las mismas palabras adquieren diferentes significados, metiéndonos en problemas cuando la palabra es normal para nosotros pero representa una ofensa para otros, como concha, coger, paja, pajilla, cajeta, cojín o expresiones como “echarse un palo” que en Venezuela significa “echarse un trago”.
Aquí mismo en México, el Norte, Centro y el Sureste suelen confundirse al platicar, y ni se diga en Chiapas donde los arcaísmos, modismos y regionalismos que nos mostró en su libro el escritor Oscar Bonifaz, son tantos que, ni un poliglota podría dominarlos. Además, de un buen traductor, hace falta un intérprete capaz de darle el sentido correcto a las frases y oraciones.
Las palabras son elementos que, a través de sus signos, representan cosas o ideas creando un vínculo mental de acuerdo a la connotación que le demos. La relación entre el significante y el significado en las palabras es completamente arbitraria. No hay una conexión lógica o natural que dicte que la palabra “árbol” deba referirse a un árbol; eso un acuerdo cultural.
El texto es contexto porque si hablamos de gato o gata podríamos referirnos a un animal, a una empleada doméstica o mozo, a una herramienta del auto; así como la expresión de gatear, que no explicaré. Es decir, no hay una relación natural entre la forma de la palabra y su concepto, sino que es acordada socialmente por una comunidad. Esto obedece a que la palabra es un signo que simboliza algo con un significado convencional que cada quien puede interpretar de distinta manera en donde la comunicación de una sociedad se hace posible cuando hay consenso sobre su o sus significados.
Esto es tan complejo como cuando Alicia lee el poema del Jabberwocky preguntando qué significa y el Conejo le responde: significa lo que tú quieras que signifique; pero también significa lo que yo quiera que signifique o lo que cualquier otro quiera que signifique. A lo que Alicia respondió: ¡Qué significativo me parece todo esto!
Pero regresando al tema de la Dichosa Palabra el nombre del proyecto fue sugerido por Froylán López Narváez, este programa tuvo como antecedente la famosa Barra de Letras dirigido por Pablo Boullosa como un programa literario y de debate realizado en un ambiente de bar o cantina para discutir temas de lenguaje en vivo.
PABLO BOULLOSA nos dice: “Algunos se jactan de los libros que han escrito; otros, de los que han leído. Pablo Boullosa se enorgullece de los que ha regalado, recomendado, y hecho leer”. “La vida es más intensa y más interesante gracias a los libros”. Lleva casi 25 años conduciendo programas culturales y literarios obteniendo grandes reconocimientos internacionales y nacionales. También promueve la convocatoria “10 mil por la educación”, para estimular y reconocer a quienes preparan las mejores lecciones gratuitas en video y así multiplicar conocimientos
LAURA GARCÍA es la mexiñola del grupo. Nació en Madrid hace muchas primaveras y reside en México desde el año 2000. Estudió Traducción e Interpretación, carrera que la llevó a enamorarse de las palabras y sus historias. Termina trabajando en una editorial como redactora de diccionarios de francés. Ediciones SM le ofreció dirigir el departamento de Lexicografía en México y no dudó ni un minuto en aceptar semejante reto. 14 años después, esa aventura sigue trazando variados caminos y sorprendiéndola cada día.
GERMÁN ORTEGA estudió la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Realizó estudios de Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco y de Arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Su carrera docente ha destacado por dar clases de Historia de México, Historia Universal, de Arte y de Estética en la Preparatoria del Colegio Madrid; ser maestro de medio tiempo en el departamento de Historia y maestro en la Licenciatura de Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana; profesor de Teoría e Historia de la Cultura, en la Maestría y el Doctorado del Centro Eleia; impartir clases en la Licenciatura de Arquitectura y en la Licenciatura en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
EDUARDO CASAR GONZÁLEZ nació en el Distrito Federal de México en 1952. Doctor en Letras por la UNAM. Desde hace 38 años es profesor de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y fue profesor de la Escuela de Escritores de la SOGEM durante 21 años. Escritor, poeta, guionistas y conductor de programas de radio emblemáticos como “Hacia el filo de la noche” “Voces interiores” y “Los libros tienen la palabra”. Galardonado por su trayectoria y obras.
Todos ellos, nos ponen en perspectiva cada palabra porque su poder enamora o desengaña: une o separa; propicia la paz o la guerra; construye o destruye. La palabra es mucho más poderosa que miles de arquitectos construyendo o cientos de bombas atómicas destruyendo.
Quien sabe servirse correctamente de las palabras y el lenguaje obtiene grandes ventajas sobre otros. Desde pequeño aprendí que las palabras se adquieren y se comprenden en los libros. La palabra nos hace libres superando la ignorancia aunque hay países tan conservadores donde algunas palabras están prohibidas o las convierten en tabúes. Por ejemplo en Rumanía la palabra “socialismo” es un tabú y en muchos países conservadores, lo términos relacionados con la sexualidad están proscritos.
También existen las diferencias entre los idiomas occidentales y orientales. En Occidente la palabra suele cobrar un carácter muy concreto mientras que en idiomas como el japonés no poseen esta connotación sino que suelen ser más contextuales. Pese a que en español las palabras tienen género y número en otros idiomas como el japonés las palabras no se clasifican de este modo.
Como sea, Ana Karen, comprender el origen de las palabras utilizadas en un determinado lugar es acercarse a su historia y cultura. Si miramos un poco nuestro entorno veremos que usamos palabras que ni siquiera conocemos de dónde proceden. Conocer las palabras y hacer buen uso de ellas es una cuestión de amor.
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