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La dejó ir / LA FERIA

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Sr. López

Tuvieron siete hijas, los tíos Amelia y Ricardo y después de largos años de separados, la tía un día dijo que él era mucho mejor como exmarido que como marido. Llegó al tío la frase y medio sonriendo y negando con la cabeza, explicó: -Más me vale si no quiero que me envenene a “las niñas” –“las niñas”, ya todas casaderas y todas adorándolo. Hizo muy bien.

Los presidentes de México, tarde o temprano, prestan atención a su séptimo año, el primero como expresidentes.

En los tiempos del viejo PRI Imperial, el asunto no era tan complicado porque a los expresidentes les bastaba con mantener la boca cerrada para que el nuevo Presidente, no tuviera tentación de demolerles su imagen pública o expulsarlos del país, como le pasó a Luis Echeverría y Salinas de Gortari, sin contar a Calles que forma parte de la etapa en que el partido en el poder apenas se estaba formando, hasta que llegó Lázaro Cárdenas y nos dejó el partidazo que conocemos, con el nombre de Partido de la Revolución Mexicana, PRM, fundado por él en 1938, que cambió a PRI, Partido Revolucionario Institucional, a principios de 1946, a iniciativa del presidente Manuel Ávila Camacho y el entonces candidato Miguel Alemán Valdés, primer Presidente civil después de la Revolución.

El fin del salinato ratificó que ser expresidente es ser nada; tal vez usted no lo recuerde pero mientras fue titular del Ejecutivo, de 1988 a 1994, Salinas de Gortari fue más popular (y admirado), que El Santo y el Chapulín Colorado, juntos. A tal grado era la cosa que Salinas pensó que podría ser reelecto, pero la reacción de los viejos cuadros priistas y muy destacadamente de Cuauhtémoc Cárdenas, lo frenaron en seco y ya luego con el asesinato de Colosio, el levantamiento del EZLN y el encarcelamiento de su hermano Raúl, se demolió el salinismo que pretendió mangonear la presidencia cinco sexenio más (otro día con tiempo comentamos lo del “carro compacto”), y a él ya exiliado en Irlanda, se le hizo la peor fama.

Era tal su popularidad que este menda, por lo que a usted no importa, participó en un estudio muy serio de cierto órgano del Congreso, en busca de la posibilidad de que se estuviera usando ‘publicidad subliminal’ para tener a la población babeando por él; lo de la ‘publicidad subliminal’ resultó ser puro cuento y la conclusión fue que sí lo admiraba el tenochca simplex y cómo no si recibió el país con casi el 160% de inflación y desde su primer año la redujo al 19.7% para llegar al 7% cuando entregó el poder; saneó las finanzas públicas; vendió las empresas paraestatales; reprivatizó la banca; implantó un programa de solidaridad que hasta Peña Nieto fue la columna vertebral de la justicia social en México; y ya de salida, firmó el Tratado de Libre Comercio, metiéndonos en la economía global (y sin TLC -hoy T-MEC- ni sueñe con la potente economía exportadora que hoy somos, primer socio comercial de los EUA).

Como sea, de Zedillo a Peña Nieto, con Fox y Calderón en medio, se ha mantenido la regla de oro de nuestra política: se es Presidente una sola vez y no hay liderazgo moral ni maximato posible. Del poder total a que no le contesten el teléfono. De mover muchedumbres alzando un dedo a hacer cola en las tortillas (si van, que no van, por eso).

Nada más que los presidentes no suelen ser babosos y aún dispuestos a sujetarse a la total inactividad y absoluto silencio políticos que ya como expresidentes, les impone la ley no escrita de su forzosa hibernación, desde el poder revisan si traen cuentas pendientes y con quiénes, porque la presidencia obliga a pisar callos y no es cosa de dormirse en sus laureles para llevarse después alguna sorpresa desagradable.

Otra vez, por lo que a usted no importa, su texto servidor, en su entonces calidad de gato (de angora pero gato), colaboró con un reducido equipo que conformó el entonces presidente López Portillo para realizar a inicios de su sexto año de gobierno, un trabajo que él mismo definió como del Abogado del Diablo: teníamos que revisar acuerdos públicos y privados (no se imagina la cantidad de documentos, una locura), órdenes directas y también sus iniciativas al Congreso, buscando a quiénes había perjudicado, empresas, grupos políticos, e individuos nacionales y extranjeros (a un sobrino lejano de él, encargó los “asuntos personales”, parece que de faldas).

El resultado fue una no muy breve lista de nombres que revisó no supimos con quién (decían que la PGR). Ya faltando unos pocos días para que entregara el poder, dijo a ese sobrino (con este menda de convidado de piedra), algo así como: -Cumplí y voy a seguir cumpliendo… ahora toca aguantar los “estridentes ladridos que solo son señal de que cabalgamos” –citando porque era señor culto, el poema Kläffer (Ladran) de Goethe, pues la frase nunca la escribió Cervantes en su Quijote y además dijo “cabalgamos” en pretérito indicativo. Y ¡vaya que aguantó!

Todo esto viene a cuento de la afición incontrolable del actual Presidente de México, de coleccionar agraviados y ofendidos. Deje usted de lado a las personas que directamente denuesta, de las que se burla, a las que hace cera y pabilo desde sus mañaneras, pues de esos, pocos o ninguno le pueden cobrar la factura; piense en instituciones y sectores completos, universidades, intelectuales, científicos, el mundo de la cultura, clase media, indígenas, ecologistas y ¡mujeres!, que son casi 50 millones en el padrón electoral; en el corte del INE al 21 de julio de 2023, son 49’845,483, por si le gusta la exactitud.

A lo anterior sume usted los asuntos que quedarán pendientes: inseguridad pública, servicios de salud peor que nunca, corrupción de altísimos vuelos.

Si el cálculo y esperanza del actual Ejecutivo, es ganar la presidencia de la república con su corcholata favorita, se está equivocando: nadie se sienta en La Silla para dedicarse a defender al que se fue, nadie. Y si no ganara la presidencia, pues menos.

Diría el filósofo del fútbol, el Perro Bermúdez: la tenía, era suya… y la dejó ir.

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