Manuel Ruiseñor Liévano
Consciente de lo que significa haber sido avalado por todas las fracciones parlamentarias del Congreso del Estado, en razón de su capacidad profesional, experiencia y lealtad probada en las instituciones republicanas; reconocido por caminar al lado de las mejores causas en la aplicación de la justicia. Sabedor de que con su designación se reconoce su trayecto y, por ende, su labor acrisolada en la defensa de los derechos de los justiciables.
Conocedor, además, de que tuvo peso específico en su designación el respaldo y reconocimiento que tiene en el ejercicio profesional del derecho, así como el respeto que siempre ha tenido a las competencias y alcances de la norma jurídica, el abogado Juan Carlos Moreno Guillén es hoy el magistrado presidente del Poder Judicial del Estado y del Consejo de la Judicatura chiapaneca, con todos los formalismos por venir.
El chiapaneco acreditado con los más altos niveles profesionales en la ciencia jurídica, es el hombre indicado para encabezar y tutelar, en razón de la autonomía e independencia entre poderes, el Tribunal Superior de Justicia, nada más que, a diferencia de sus antecesores, en un tiempo de cambio de régimen y transformación profunda, que desafía hasta el más pintado de los especialistas.
Una designación que mucho tiene que ver con al aprecio y confianza que le está brindando el hombre que, a partir de este próximo domingo 8 de diciembre, será el gobernador Constitucional del Estado de Chiapas, para el periodo 2024-2030. Un compromiso que el jurista Moreno Guillén se pondrá a cuestas, seguramente para cerrar y fortalecer una colaboración respetuosa con el Ejecutivo y el Legislativo, en aras del necesario fortalecimiento de los poderes públicos del estado y sus efectos positivos para la democracia. Todo esto, debe subrayarse, en un marco normativo diferente el cual está en proceso.
Lo anterior nos conduce a decir que la responsabilidad y tarea que asume Moreno Guillén, no es tan fácil como en primera lectura podría advertirse. No se sacó la lotería toda vez que está encima la Reforma aprobada al Poder Judicial, la cual marca un camino donde los retos para la justicia chiapaneca, los desafíos se multiplican en su implementación, a efecto de alcanzar los mejores resultados.
De modo que, quien piense que el jurisconsulto Juan Carlos Moreno Guillén se acreditó el premio mayor, está muy equivocado. Más difícil resulta domar a la divina garza que al león desatado. El nuevo titular del poder Judicial del estado, está ahí por la confianza que se tiene en que no hay personaje más adecuado –idóneo se dice–, para sacar adelante el “sunami” de la reforma judicial.
Y no sólo eso, sino también para acabar con el rezago de la justicia que ha puesto a millares de chiapanecos tras las rejas y sin sentencia alguna. Una cuestión de la mayor gravedad, sobre todo si se piensa que en reclusión habitan maestros del crimen con quienes acaso solo están privados de su libertad por los llamados delitos de la pobreza, los cuales no pasan ni de 100 o menos de 500 pesos por robo de alimentos u otra causa en supermercados u obras de construcción.
En todo el territorio nacional y marcadamente en Chiapas, por las condiciones de rezago y marginación social, no se puede pasar por alto que la justicia obliga a que la ley sea igual para todos y se aplique a todos sin privilegios de ninguna índole.
El nuevo magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, tiene bien claro que la función del poder Judicial en la democracia, es la defensa de la voluntad popular, para ser soporte de esa democracia que le dio origen. En sus manos se encuentra, y lo sabe Moreno Guillén, la última palabra respecto de la interpretación de las normas constitucionales y convencionales, así como la tutela de los derechos humanos.
La gestión del Poder Ejecutivo de Chiapas, la cual arrancará el próximo domingo ha de pronunciarse por la protección de los derechos humanos de todas y todos los chiapanecos, defendiéndolos de las decisiones que los restrinjan.
Juan Carlos Moreno Guillén, sabe bien a bien que la justicia ha de realizar su tarea tomando en cuenta que sus decisiones son el último bastión de la protección del Estado. Hay certeza en que ese será el tenor de su actuar. Asimismo, es unánime el reconocimiento de las diversas expresiones de la sociedad civil, organismos empresariales y sociales y, particularmente de los gremios de la abogacía, de que el nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, será el primer garante del éxito del trabajo jurisdiccional.
De cumplir con lo anterior, será en verdad difícil que, a la justicia en Chiapas, se le cuestione por defender al pueblo caminando en sentido contrario a las decisiones surgidas de la democracia mayoritaria. ¿O no?
El éxito del trabajo jurisdiccional demanda eficiencia y pericia técnica, pero también que se haga con prestigio social y autoridad moral; Juan Carlos Moreno Guillén las tiene y en esa virtud, en sus manos y en las de sus colegiados, se encuentra la última palabra sobre la interpretación de las normas constitucionales y convencionales, así como la tutela de los derechos humanos. Así sea por el bienestar y la tranquilidad de las y los chiapanecos en la nueva era.