Sr. López
Una tía, cuyo nombre no debe decir este menda, fue hija única y heredó muy bien de sus papás, cada uno rico por su cuenta. Se casó con un señor, guapo de hacer boquear señoras y elegante como para un baile en Westminster, de exhibición el señor. No tuvieron hijos. El asunto es que la tía le ponía los cuernos con más de uno, pero se llevaban bien. Una vez, Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, explicó a este López que al tío le gustaba algo que entonces no era generalmente aceptado, la tía le guardaba elsecreto y lo mantenía; él socialmente hacía el papel de marido y a ella le gustaba presumirlo, de guapo que era. Cosas veredes.
El viernes pasado, la señora Alcalde, presidenta de Morena, pidió al partido Verde y al PT, mantener la alianza con Morena, hasta el 2027 en todo el país, ella dijo “(…) de una vez adelantamos que nos gustaría que en el 2027, en Baja California Sur y en todo el país, podamos ir juntos”. ¡Válganos!
Este su texto servidor, debidamente maleado por unos 30 años de trabajar para, cerca y con políticos (de gato, no anda uno presumiendo, gato de angora pero gato), detecta debilidad en esa petición y aparte, candidez. Un profesional de la política, cosa que no es la señora, no dice esas cosas en público.
No poca gente piensa que el actual gobierno, el que empezó en 2018 y continúa, es invencible. Que su control del Congreso federal y los gobiernos de las entidades, les aseguran poder sobrado para mangonear al país a su antojo. Si así fuera, serían el partido Verde y el PT los que estarían pidiendo -por favor, por favorcito-, que Morena les diera chance de seguir asociados.
No es raro en estas cosas, el engaño colectivo, la burlería (palabra que ya nadie usa, tan bonita). Repasemos el caso de Adolfo Hitler y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, el Nazi.
Hay quien cree que Hitler llegó al poder con votos y que el partido Nazi ganó las elecciones legislativas en el Reichstag. No es cierto. Hitler perdió las elecciones presidenciales de 1932, ante Paul von Hindenburg, 36.8% contra 53% de votos; y el partido Nazi nunca ganó el parlamento: en las elecciones de noviembre de 1932, consiguió poquito menos del 33% de los votos, muy lejos de los dos tercios necesarios para reformar la Constitución, la alemana, claro.
Don Hindenburg, ya estaba muy viejito -84 años-, cedió a las presiones de un grupo de grandes empresarios que le pidieron nombrar a Hitler canciller (jefe de gobierno), y lo hizo. Pero Fito quería ser dictador y para eso el parlamento debía aprobarle un “decreto habilitante” que necesitaba el 66% de los votos de los legisladores, pero el partido Nazi estaba muy lejos… y entonces, fíjese bien: Hitler estableció una alianza con el Partido de Centro -que luego traicionó-, pero como ni así juntaba los votos procedió, nada nuevo hay bajo el sol, a comprar, extorsionar, chantajear, amenazar y detener legisladores. Leaprobaron su ley y gobernó Alemania como le vino en gana 12 años… recapacite, 12 años, dos sexenios en los que dejó manchada para siempre a Alemania (para siempre).
Con lo anterior en mente, veamos ahora el actual caso mexicano. La Presidenta ganó su elección, ni quien diga nada, pero su partido, Morena, obtuvo el 45.52% de los votos, no el 59.76% de que tanto alardean, que eso es sumando los que les arrimaron el Verde y el PT.
En la Cámara de Diputados, Morena, sin aliados, ganó solamente el 40.84% de los votos y en la de Senadores, el 40.81%; muy lejos de los votos necesarios para modificar la Constitución.
Obtuvieron la súper mayoría en Diputados con los enjuagues (legales) de plurinominales y alianzas que en el caso del Senado ni así consiguieron, por eso aplicaron la receta de Hitler de chantajear, extorsionar e impedir la presencia de los senadores suficientes para conseguir a la mala los dos tercios de votos que no tienen. En rigor, esas reformas constitucionales tienen vicio de origen y aunque no se puedan anular, son éticamente inválidas, de dar vergüenza a cualquier político de medio pelo que se respete. Nada que presumir señores.
Dejemos eso en remojo, vamos a los gobiernos estatales, de las 32 entidades del país, Morena gobierna en 23 (si quiere súmeles otro, el de San Luis Potosí, si quiere)… aplastante. Sí, pero de esos, solo una es de Morena, la Nahle, gobernadora de Veracruz; los demás, todos, salieron de otros partidos, del PRI, del PRD y del PAN.
El súper partido, súper poderoso, es una ficción, resultado de sumar políticos que por trepadores, por oportunistas, por miedo (por supuesto), y por corruptos, se treparon al carro ganador, incluyendo a los que se resignaron a que solo así alcanzarían candidaturas y cargos.
Será el sereno: Morena incorporó a los políticos y operadores del viejo régimen, ese del que el Señor de Badiraguato, decía que pudrió al régimen… y creer en su lealtad a toda prueba es creer en la fidelidad de la Tumbahombres o la Rompecatres: de los 24 gobernadores alineados a Morena, ocho han pertenecido a tres o más partidos y la de pena ajena, lógicamente es la tal Layda Sansores, de Campeche, quien ha sido de seis partidos.
Eso no es un partido político que pueda implantar una hegemonía, es una banda, un cártel, una organización formalmente legal pero realmente ilícita, vinculada al tráfico de influencias y al ejercicio indebido de los cargos públicos en su propio provecho, con las excepciones que este menda ruega tengan, que ojalá tengan. Encima, entre los morenistas sinceros, hay divisiones y confrontaciones.
La apuesta de Morena es que se sostenga su circo andando, gracias a lo enredado que es su amasijo de intereses, aglutinado por y únicamente por la corrupción política y también la de saquear el erario. Por eso la Presidenta no puede ni intentar limpiar esa casa, les guarda el secreto, todos se guardan el secreto.
Por cierto, según Consulta Mitofsky, Roy Campos, la respuesta del gobierno a los escándalos de corrupción en Morena, decepciona al 93% del peladaje. Los invencibles.