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Harakiri / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Se denomina harakiri a una forma ritual de suicidio proveniente de la tradición japonesa. El presidente se encamina literalmente a llevar esa antigua práctica al terreno político. A un año tres meses pareciera tirar por la borda la causa por la que luchó esmeradamente durante toda su vida. Al paso del tiempo fue endureciendo su carácter y reafirmando sus convicciones al grado de no mover ni un ápice sus posturas. Él mismo ha afirmado que es terco, testarudo, se ufana de ello. Y sus seguidores lo aplauden como si fueran autómatas. Les causa risa algo que a otros nos causa preocupación. Pero ellos aprovechan la ocasión para exorcizar sus fobias y desahogar sus penas.

Para infortunio de la 4T, enfrentamos un acontecimiento que sacude al mundo y modifica todos los escenarios posibles para México. No es un problema transitorio como afirma el presidente. Hay quienes afirman que es equiparable, por sus efectos globales, a la combinación de la gripe española en 1918 y la gran depresión de 1929. México no es la ínsula barataria ni AMLO su Quijote contra los neoliberales molinos de viento, ni tampoco la Utopía de Tomás Moro. El presidente no puede salir ahora con que no modificará ninguno de sus planes como si todo siguiera igual.

Su austeridad estrangula a mandos medios derechos laborales como el aguinaldo y resta eficacia a las labores del gobierno. El beneficio que concede para créditos de Infonavit favorece solo a la burocracia que no tiene en riesgo ni sus empleos ni salario. Solo que ya no habrá quien invierta en construir casas. El apoyo que ofreció a la economía informal son 25 mil pesos a la palabra, sin intereses, y a dos millones de familias de escasos recursos. Se atrinchera diciendo que no condonará impuestos, por el contrario, afila los colmillos al SAT. Ahora sabemos que los billonarios le deben 50 mil millones de pesos. Lo que no dice es que siguen en litigio. El hecho es que no le van a pagar al menos por ahora, aunque el pueblo bueno se regocije con ese atole al que son adeptos.

Pidieron a las empresas con actividades no esenciales cerrar sus negocios, bajar la cortina y mandar a los empleados a sus casas. No tendrán ingresos mientras que dure la cuarentena. De acuerdo a datos del IMSS se perdieron en este mes 346 mil empleos. Se les caerá drásticamente la recaudación. No tendrán dinero para sus programas. Se está acabando todos los fondos de contingencia y los ahorros.

La continuidad de sus tres proyectos, Santa Lucía, Tren Maya y Dos Bocas, representan una erogación de 555 mil millones de pesos. No los quiere cancelar, postergar o reprogramar. Autorizó mediante decreto, como actividad esencial, que las obras se sigan ejecutando sin considerar la contingencia y el riesgo de contagios de los trabajadores. ¿Cuál es el costo beneficio que representan ahora estas obras como para priorizarlas por encima de la crisis económica más grave de los últimos 90 años? He ahí el problema. Él quiere trascender por dejar ese legado. No parece entender que será a costa del sacrificio y el empobrecimiento de millones de personas. ¿Por qué piensa que esta crisis es transitoria? ¿Es voluntarismo? ¿Redentorismo? ¿Espera un milagro?

No queremos ni imaginar lo que se viene respecto de la pérdida de vidas humanas. Las habrá. No es por alarmar. Tampoco es válido, el querer subestimar las cifras comparándolas con otras causas de muerte para minimizar el pánico o la paranoia social que todo esto nos provoca. Muchas de ellas se deberán la vulnerabilidad de nuestra población. El 70% de los mexicanos padece obesidad. La diabetes es la primera causa de muerte.  En términos económicos no se alcanza todavía a ver las repercusiones y sobre todo la manera en los países del orbe afrontarán el reto. Los líderes mundiales han reaccionado de diferentes maneras. En los casos de España e Italia la realidad los ha rebasado. Se ha tornado en términos dramáticos. Sus sistemas sanitarios no fueron capaces de responder a la magnitud del problema. No estaban preparados. Nadie estaba preparado. Por eso vemos testimonios y constantes llamados para tomarnos en serio el asunto. En México los gobernadores de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Jalisco están que trinan. No aceptan el NO PLAN del gobierno federal. Si el gobierno federal no apoya a las Pymes se va poner feo.  Y esto apenas comienza…

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