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Golpe de suerte / La Feria

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Sr. López 

Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, tenía la fama que merecía. Una vez, les regaló boletos para una tardeada a todas las primas pero sabedor de su prestigio, les dio boletos para que las acompañaran sus papás, la mamá y el papá. No hubo una que aceptara. La abuela Virgen (la de los siete embarazos), lo regañó: -No andes haciendo esas cosas… ¡cochino! –fue la vez que jugó derecho. 

Las reglas (veinte) con las que la Cámara de Diputados hizo la madrugada del viernes pasado, el sorteo de los nombramientos de los consejeros electorales, entre ellos el de la Presidenta del Consejo General del INE, prueban que o no confían en nadie o se saben capaces de hacer trampas de prestidigitador profesional… o las dos cosas. 

De pena ajena. Hubo reglas para todo, desde el mínimo de veces (diez) que debía girarse la urna transparente (por supuesto transparente), hasta para hacia a donde debía tener puesta la mirada la encargada de sacar de la urna el sobre (cerrado y sellado con pegamento, claro), que contenía el papel (doblado en cuatro y firmado por varias diputadas secretarias más), en el que estaba el nombre del ganador del cargo. Todo filmado, todo despacito. 

Si este su texto servidor tuviera el honor de ser diputado federal, hubiera sugerido nomás por moler, que la selección la realizara la Lotería Nacional, sí, Gran Sorteo Nacional de Chambas con tres premios por aproximación y un ¡premio mayor!, ¡premio mayor! (o el Melate, sí, mejor con bolitas). 

Eran cuatro vacantes y se propusieron cinco personas para cada una. El mal pensado (o bien informado), que nunca falta, supone que la trampa estaba en que los veinte candidatos fueran amiguitos del Presidente de la república… y pudo ser, pero los escogió un Comité de siete personas (tres diputados, dos representantes de la CNDH y dos del INAI)… y otra vez los mal pensados que en México somos muchedumbre, piensan que ese Comité lo controló Morena… y pudo ser. 

Pero no fue. Los que saben, como el exconsejero presidente del INE, Luis Carlos Ugalde, que de estas cosas se las sabe todas (a él tocó la elección del 2006), primero manifestó su preocupación por la posibilidad de que se mangonearan los nombramientos y luego, a la vista de cómo se desarrolló el proceso, dijo públicamente, que le parecía difícil que estuviera amañado o manipulado. Tenía razón. 

Por supuesto no se consiguió que los 20 candidatos a cubrir las cuatro vacantes del Consejo General del INE fueran enemigos jurados del Presidente de la república, lástima, ahí para la otra; y tampoco que todos los veinte candidatos, fueran camaradas, compinches de la 4T, tampoco. Si le dedica uno un rato a revisar la trayectoria de los propuestos, encontrará algunos que sí pareciera posible fueran embozados prospectos cuatroteistas, como Netzaí Sandoval (hermano del diputado Pablo Amílcar Sandoval y de la exsecretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval), o Bertha María Alcalde Luján, culpable del delito de portación de hermana morenista… pero ninguno salió en la tómbola. 

Antes, ya con la lista de los 20 prospectos, los partidos estuvieron de acuerdo en no ponerse de acuerdo (¡sí se puede!), para otorgar los nombramientos mediante la aprobación del Pleno de la Cámara de Diputados (con el voto de dos terceras partes). Y eso estaba difícil, porque los partidos opositores se han ido volviendo oposicionistas, como aquél gallego que entraba a la cantina y gritaba: -¡De lo que se hable, me opongo! 

Luego, excepto Movimiento Ciudadano, todos los partidos, Morena, PT, PVEM, PAN, PRI y PRD, aceptaron sortear los nombramientos. 

La crónica periodística consigna que el primer consejero que arrojó la tómbola, fue Jorge Montaño Ventura y que la bancada de Morena aplaudió poco y con cara de funerales; la segunda fue Rita Bell López Vences (unos pocos morenistas aplaudieron y gritaron ¡bravo!); el tercero fue Arturo Castillo Loza (silencio general, de una curul del PAN se oyó: “¡eso!”). Al final, la quinteta de oro, de la que saldría la Presidenta del INE; se cortaba el ambiente con cuchillo mientras daba sus reglamentarias diez vueltas la tómbola… silencio en lo que se extraía el sobre… salió Guadalupe Taddei Zavala… unos pocos aplausos, la diputación morenista se retiró en silencio, sin bulla. No es la crónica de una victoria. 

La verdad, ni los morenistas sabían qué debía pasar para darle una alegría a su líder y guía. Se hizo el sorteo y la suerte con la cruel indiferencia que actúa, actuó. 

El viernes, Marko Cortés, líder nacional del PAN, anunció que van a impugnar. Está bien. Hará el ridículo. Los nombramientos se otorgaron con riguroso apego a lo que dispone la Constitución en su artículo 41 (capítulo V, apartado A, párrafo cinco, inciso d). Los demás partidos, todos, expresaron su acuerdo. Ni modo que no. 

Por supuesto la señora Taddei ya recibió su bautismo de fuego por cortesía de la prensa, porque tiene un primo que es delegado del gobierno federal en Sonora, que a su vez, es papá del director de Litio Mx; aparte de ser familiar del director General del Centro de Investigaciones Parlamentarias del Congreso de su estado, Sonora; del encargado de la nómina del Instituto de Becas y Crédito Educativo de Sonora, y de un secretario escribiente en el Tribunal de Justicia Administrativa local. A ver si luego no resulta que tiene un primo segundo, vecino de un morenista con el que se lleva muy bien. No se vale. 

La señora Taddei es la primera persona que llega a la presidencia del Consejo General del INE, teniendo larga carrera en esas lides (no Woldenberg, ni ninguno). 

Ella se desempeña en el servicio público desde 1989 y en el entonces Instituto Federal Electoral desde 1992 hasta que en 2021 terminó su tiempo al frente del instituto electoral de su estado. Tiene buen prestigio, los procesos electorales que ha dirigido nunca han sido impugnados. No parece serio dudar de su rectitud por su parentela. No fomentemos el pesimismo sistemático. Créalo, para el país fue un golpe de suerte.

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