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Georgina y en medio, Truman Capote / Al Sur con Montalvo

Georgina y en medio, Truman Capote / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

-Primer parte-

Querida Ana Karen, Conocí a una investigadora privada mientras buscábamos el mismo libro, uno de Truman Capote intitulado A SANGRE FRÍA. Georgina podría pasar como maestra de arte, abogada o ejecutiva de alguna empresa transnacional, pero jamás habría adivinado su verdadero oficio de espía privada. De hecho, es la primera que conozco, el resto, sólo se ven en la televisión.

Era el único ejemplar disponible y no con mucho agrado, se lo cedí. A cambio, me invitó a tomar un café, pues según ella, tenía curiosidad por conocer mi interés sobre Truman Capote. Uno puede negarse a muchas cosas menos a la invitación de una mujer con mirada profundamente inteligente. Tomó otros títulos de Truman Capote, lo que me hizo pensar que era una habitué de esta librería. 

Con mucha diligencia, el mesero nos sugirió un desayuno árabe que decliné por un café exprés europeo…, decir que bien cargado, sería pleonasmo. Tomar café con una mujer cuyos labios se mueven incesantes como quien leyera de corrido un libro, me parecía como estar frente a una adivinadora de la suerte leyéndome el asiento del café en la taza.

Georgina empezó a hablar de Truman Capote como si se tratara de un familiar a quien conociera íntimamente. Su padre, quien era contemporáneo de Capote, la introdujo a su obra desde pequeña y más tarde, en un viaje por Los Ángeles tuvo oportunidad de conocerlo cuando en 1981 presentaba una colección de ensayos bajo el titulo de Música para Camaleones, tres años después, moriría a los 60 años, el 25 de agosto de 1984. Con agilidad, Georgina abrió el libro y empezó a leer:

— “La interrupción ocurrió porque yo me encontraba ante un montón de problemas: sufría una crisis creativa, y, a la vez, personal. Como la última no tenía relación, o muy poca, con la primera, sólo es necesario aludir al caos creativo. […] Aún cuando era bueno, vi que jamás trabajaba con más de la mitad, a veces sólo con un tercio, de las facultades que tenía a mi disposición. ¿Por qué? El problema era: ¿cómo puede un escritor combinar con éxito en una sola estructura todo lo que sabe acerca de las demás formas literarias? […] Ahora, me sitúe a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo estricto y sobrio, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes. Tras escribir centenares de páginas sobre esas cosas tan simples terminé por desarrollar un estilo. Había encontrado una estructura dentro de la cual podría integrar todo lo que sabía acerca de escribir “.

Cuando Georgina detuvo la lectura, supe que era una bruja. ¿Por qué hacer alusión a un párrafo que describía exactamente mi estado de ánimo en este instante? ¿Casualidad, coincidencia? El texto me perturbó, no lo había leído antes y las palabras se me repetían incesantes en la cabeza.

— Te has quedado muy pensativo, me dijo.

— Si. Este texto me hizo pensar en cosas; escucha: “Ahora, me sitúe a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo estricto y sobrio, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes. Tras escribir centenares de páginas sobre esas cosas tan simples terminé por desarrollar un estilo”. —Mira Georgina, siento que eso me sucedió también; tras escribir ensayos y columnas políticas, terminéreconstruyendo charlas triviales con mujeres que fui conociendo al paso. 

Antes de continuar, Georgina estiró sus largas piernas fuera de la mesa; encendió un cigarrillo y mirándome muy fijo a los ojos, me dice:

— ¡Ah! Entonces escribes y también le haces al periodismo… Pues Capote también combinaba el periodismo con la literatura y no en pocas ocasiones se confunde su relato con una nota periodística y viceversa. Por ejemplo, en su primera novela escrita cuando apenas tenía 23 años, plantea los conflictos de identidad de un joven sureño donde seguramente proyectaba su propia crisis ante su homosexualidad. Y no olvides que después de viajar por el Mediterráneo escribiendo relatos, retorna al periodismo como entrevistador en la revista Play Boy cuando apenas surgía ésta en los años 50.

El bamboleo de sus piernas meciendo una sobre la otra me distrae, me divierte, se lo quiero comentar pero en vez de ello, sigo con el hilo de la charla.

— Creo que para Truman fue difícil aceptar su homosexualidad habiendo nacido en Louisiana en una ciudad como Nueva Orleans donde los conservadores alternan con el Ku Klux Klan y el libertinaje de la bohemia del jazz y el blues. Y de ahí, esa primera novela de Otras voces, otros ámbitos, a la que te refieres.

El mesero acerca la tercera tasa de café y con ella un programa de eventos donde anuncian actividades de danza. Georgina retoma la conversación mientras aplaca su cabellera.

—Pero entiende, esa transformación nos sucede a muchos. Cuando mi padre me dio a leer A sangre fríquise dedicarme al periodismo de investigación y ¡ve! terminé siendo investigadora privada, ¡cosas de la vida!

—¡Así que tú eres investigadora privada! Pues no tienes aspecto de serlo. Bueno, a decir verdad, no conozco a ninguna para definir qué aspecto puede tener una investigadora; pero el buen periodismo cuenta con excelentes investigadores que por cierto, son escasos en México.

—Sí, quizá se deba a que no son bien pagados como en otras partes del mundo; a Truman Capote le financiaron cerca de 6 años la investigación sobre el homicidio de la familia Clutter…

— Es cierto, Georgina, y esa investigación periodística sobre el homicidio de la familia Clutter que Capote cubrió para su editor, terminó siendo su obra maestra como novela.

— ¡Su obra de vida y de muerte!, casi grita Georgina entusiasmada —Truman consiguió que el lector conociera y sintiera aprecio por los Clutter antes de ser asesinados. Pero lo mismo sucedió con los asesinos, los caracterizó tan magistralmente, que realmente llegas a conocer cómo son, te los puedes imaginar físicamente e incluso, puedes conocer su reacción ante distintas situaciones. Esta combinación hace que cuando lees el momento del asesinato, realmente llegues a visualizar todo lo que sucedió en esa casa ubicada en un pequeño pueblo de Kansas en 1959. Capote a lo largo de sus investigaciones encontró detalles, tanto de la familia, como de los asesinos e incluso de la gente del pueblo muy afectada por lo acontecido, lo que le da mucho realismo a su obra. ¿Y no es eso periodismo literario?

Me quedo reflexionando en ello, y pienso en quienes aún destinan tiempo para la investigación y con arte, relatan hechos sin apartarse de la realidad pintando con detalle cada momento, como es el caso de Luis Spota y de mi amigo José Luis Castillejos. 

Ana Karen, la charla se extendió tanto, que tendré que continuar este artículo mañana; en tanto seguiré pensando que el relato de Capote fue una cuestión de amor.

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