Sr. López
Oyendo a tío Raúl, sentía uno ganas de ser su hijo; su manera de hablar sobre lo que era la vida en familia y la educación de los hijos, derretía al que no lo conociera, pero la familia lo conocía. En una sobremesa de domingo en que -¡otra vez!-, decía que con amor y alegría se formaba a los hijos, hartó a la deslenguada tía Victoria, que le dijo: -Sí, pero todos tus hijos se largaron en cuanto pudieron trabajar y tus hijas con el primero que les dijo ‘mi alma’ -se ofendió,los demás lo miraron en un elocuente silencio. Este menda entonces era niño, luego supo que era un mal tipo.
Antier fue el Día Internacional del Migrante. Al final de su madrugadora, la Presidenta de México presentó el Himno Migrante. Dijo la señora como reconocimiento a los mexicanos que han emigrado del país, “les enviamos nuestro cariño (…) son héroes y heroínas que han salido adelante, valerosos, valerosas”; luegodijo: “México también se escribe con M de Migrante”. ¡Qué vergüenza!
Sí, es vergüenza que México se escriba con esa ominosa M de migrante; esa M de muerte, menosprecio, miseria y miedo. México debiera escribirse con M de madre, de moral, de mejor. Y que su X dejara de ser cruz.
No duda este junta palabras de la sinceridad de lo dicho por la titular del Poder Ejecutivo, es mujer, debe ser más sensible que el macho promedio, supone uno. Tampoco refuta el valor de los que han tenido el intrépido arrojo de abandonar su familia, su tierra, su todo, para buscar lo que en su patria no encuentran y desde la lejanía, ayudar a los suyos.
El migrante, sea de donde sea, llegue a donde llegue, sufre. Sufre la ausencia de su gente; sufre soledad; sufre discriminación; sufre penurias; sufre. Hay los que triunfan que siempre son los menos y hay los que sin triunfar, perseveran en los trabajos más duros, esos que en su tierra no encuentran.
No se habla aquí de ese otro emigrante que no dejó su patria obligado por el hambre, la persecución o el crimen, sino voluntariamente, para ocupar destacados puestos en la academia, las artes, las grandes empresas o en gobiernos y organizaciones internacionales; esos se van ya siendo triunfadores; son muy pocos.
Tampoco se achaca al actual gobierno, el de doña Sheinbaum, el inmenso fracaso como país, que es nuestra emigración masiva; ella está apenas llegando, es -todavía-, del todo ajena a las causas de la expatriación a que se ven obligados tantos.
Se insiste: la continuada emigración masiva de nacionales de cualquier país, es la irrebatible prueba de que ese país va mal, que ha fallado, que sus gobiernos no cumplen su deber y su sociedad es incapaz de crear condiciones mejores para todos. México ha fracasado, fracasa, sin trapitos calientes, sin ser políticamente correctos, encarando nuestra realidad.
Es tema complejo la emigración masiva de mexicanos.Sin ser migración, empezamos mal en el siglo XIX cuando nuestros gobiernos fueron indiferentes ante los atropellos, persecución y despojo que sufrieron los mexicanos que quedaron abandonados a su suerte en el amplio territorio que se vendió a los EEUU, con aprobación del Congreso dominado por ‘liberales’, masones yorkinos, felices de poder arrollar en la votación a los otros masones, escoceses, ‘conservadores’ que querían conservar la dignidad del país; vergüenza.
Luego vino el Programa Bracero, por ahí de 1942, cuando los EEUU necesitaban mano de obra para sustituir a los hombres que iban a la Segunda Guerra Mundial. Duró hasta los primeros años 60. Hay quienes consideran que el Programa Bracero fue un modelo mundial de un correcto manejo de la emigración; y no fue eso, fue una solución que dio México a un problema ajeno, de los EEUU. Si tuvo éxito fue porque hubo muchos trabajadores que se apresuraron a aceptar esos trabajos en lejana y ajena tierra, porque en la propia pasaban hambre, se les pagaba mal, los explotaban los caciques y no tenían garantías en su labor agrícola. Hubo “braceros” porque México producía comaladas de pobres muy pobres.
Y no debe olvidarse que esos “braceros”, aparte de sufrir no raros abusos de los empleadores yanquis, sufrieron el atraco de nuestro gobierno que se robó el 10% de sus salarios depositado en un fondo de ahorro de ellos, de los “braceros”. Vergüenza.
Pero así y todo, por el Programa Bracero, aprendieron los nuestros que allá había no solo oportunidades reales de trabajo, sino que el salario era mucho mejor que acá y sabiendo como sabían y saben, vivir con muy poco, les alcanzaba para ayudar a los que dejaban acá. Y cancelado el Programa Bracero, continuó la emigración, legal e ilegal, que no hay tenochca simplex al que detenga un documento o la falta de él.
Los países expulsores de población son muchos, en nuestro continente están Venezuela, Cuba, Honduras, Guatemala o Haití, sí, pero México es el segundo país expulsor de migrantes del mundo, superado solo por India.
En los EEUU hay cerca de 39 millones de mexicanos contando los nacidos allá, hijos de mexicanos. Durante casi un decenio disminuyó sensiblemente la emigración, regresaban a México más de los que salían.
Sin embargo, respecto del periodo 2013-2018, entre 2019 y 2023, aumentó un 58% la emigración y este es un logro indiscutible del gobierno de la transformación, “ultima ratio”, argumento definitivo que prueba lo que ha sido y es el cuatroterismo que continúa con este nuevo gobierno. No inventa este su texto servidor, son datos de la Encuesta de Dinámica Demográfica publicados en mayo de este año, por el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), del propio gobierno.
Es una diáspora, una tragedia, y no vale decirles héroes y que los queremos muchísimo, cuando huyen del país por hambre y por miedo a los criminales.
Y hay otra migración oculta, interna, la de los desplazados, que dentro del país son obligados por el crimen a abandonar su lugar de origen, que según el Inegi solo en el año 2023, fueron 1 millón 6 mil 800 personas.
Algo anda muy mal y cantarles el Himno Migrante, es echarles a la cara un gargajo.