Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Gandhi es un joven de 25 años de mirada avispada, oídos atentos; de mente ágil como si fuese cerebro de computadora. Es la primera persona a quien conozco con ese nombre; ignoro el motivo por el cual sus padres lo nombraron así, pero le va bien porque es reflexivo, transmite paz y encima, es el nombre de la librería más popular en México; y como el nombre designa, me parece que de esa forma marcaron su vocación de librero.
Gandhi se encontraba trabajando en la Ciudad de Tuxtla cuando sus padres, Mónica y Pablo, le comunican la intención de abrir una librería en Comitán. Ni tardo ni perezoso, se reúne con sus padres en esta ciudad.
—Al escuchar el nombre LIBRERÍA LA RUEDA DEL HAMBRIENTO junto con el logo propuesto por Mónica, mi primera idea fue abrir una página comercial en Facebook adicional a la de WhatsApp con la cual ya se vendían libros viejos. La idea les pareció acertada, así que de inmediato me di a la tarea de construirla.
Gandhi domina bien los algoritmos de las redes; conoce las ventajas y desventajas de ellas; está al día respecto a la normatividad, políticas y reglas de la cuales saca provecho; porque el buen manejo de una red no se limita a publicar imágenes, contenidos, comentarios ateniéndose a los seguidores orgánicos.
—La efectividad de las plataformas parte de las matemáticas, de comprender la lógica de sus algoritmos porque cada red es diferente a otras. Un diseño atractivo jala, pero es insuficiente cuando carece de alcance social. A esos cálculos debe sumarse creatividad, originalidad, contenido audaz e interesante capaz de atraer la atención de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Más allá de pretender ventas elevadas es indispensable colocar en el centro del proyecto la intensión de promover la lectura, de romper las barreras de las pocas librerías y el alto costo de los libros. Es pensar en que somos un medio para hacer accesibles los libros que le interesan a las personas.
El entusiasmo de Gandhi se refleja en sus ojos; acompaña las palabras con gestos; sus manos dibujan sus ideas. Analiza las páginas de Internet y sobre ellas, comenta.
—Sin la pretensión de descubrir el hilo negro, aspiro a crear una página atractiva, comprensible y útil para los lectores. Las fichas técnicas son necesarias; a ellas deseamos agregar la sinopsis, reseñas y comentarios motivacionales capaces de atraer la atención del cliente. Vamos a crear álbumes por géneros y autores haciendo sentir al visitante como si estuviese recorriendo las estanterías de la librería. Deseamos medir el impacto de los contenidos para definir cuáles funcionan mejor. La intención es combinar calidad con cantidad de lectores.
En esta época percibo a los niños y jóvenes distraídos con los juegos, caricaturas y contenidos baladíes de Internet y sus plataformas sociales. Los niños dominan los celulares como si fuesen parte de su cuerpo; algunos, sin la supervisión de sus padres. Las páginas de adultos carecen de candado; el bombardeo de publicidad y propaganda de todo tipo de artículos forma nuevos hábitos de consumo y no pocos, ya son compradores compulsivos. Le comento a Gandhi mi muy personal percepción. Sin pensarlo mucho, me responde.
—Quizá porque me enfoco en los libros tengo otro punto de vista y soy más optimista. En las redes encuentro a jóvenes e incluso a niños presentando reseñas de libros; comentan sus experiencias; invitan a compartir libros y comentarlos. En plataformas como Tik-tok, organizan círculos de lectura, clubes de intercambio de libros y promueven las presentaciones de libros. Esas páginas las compartiremos desde la librería virtual de la Rueda del Hambriento.
Gandhi me describe la casa amarilla junto a la fuente de agua de La Pilita en San Caralampio. La casa es antigua, grande; con amplios jardines y habitaciones de las cuales, ellos ocuparán una ubicada al frente de la casa. Me explica los detalles de la decoración y la distribución de la estantería; los colores, las sombras y las luces del lugar como si me narrara u cuento mágico. Gandhi lee cada día y se atreve a explorar diferentes géneros.
—Mónica, mi madre, como socióloga y Pablo antropólogo, acumulan una gran cantidad de libros. Empecé con algunos ensayos. Cuando cayó en mis manos La Ley de Herodes de Jorge Ibargüengoitiaacudí de inmediato a la obra “Maten al León” que me hizo comprender las experiencias de mi padre durante el movimiento zapatista de 1995. Leo en cualquier parte, en la combi, las plazas o cuando se trata de lecturas más complicadas, entonces recurro a mi habitación. Respondiendo a tu pregunta, te diré que estos libros no los subrayo porque son para venta, en todo caso, les coloco, “post-it” de colores. Subrayo los libros propios que no pienso vender; en esos, sin problema. A veces pienso que un libro viejo subrayado podría se de mayor interés porque refleja lo que el lector original consideró trascendente, eso podría ser un referente para el nuevo lector. Quizá.
Gandhi nació en San Cristóbal de las Casas; a los 5 años se muda a Mérida, Yucatán; regresa a Chiapas para estudiar; radicaba en Tuxtla hasta hace poco, y ahora se ha mudado a Comitán para sumarse a esta empresa familiar donde a la librería física sumará su esfuerzo creando la librería virtual.
Gandhi está convencido del potencial de niños y jóvenes como los promotores ideales de la lectura, el pensamiento y la reflexión. Cree con firmeza en el poder de los libros viejos para brindar acceso económico, principalmente en las comunidades de bajos recursos económicos y vislumbra su trabajo como una misión de vida; una aportación a la sociedad; un grano de arena al combate de la ignorancia. Está consciente que la empresa no será nada fácil. La contribución de quienes aporten ideas, iniciativas y compras será valioso.
—Creemos en esta Librería. Sabemos que los sueños se conquistan con sudor, esfuerzo, tenacidad y emoción. Pondremos en juego nuestra creatividad, imaginación e innovación porque en ella, vemos una fuente de sabiduría y conocimiento, antes que ser una simple fuente de ingresos.
Auguramos un éxito seguro para la Librería la Rueda del Hambriento como una cuestión de amor.