Héctor Estrada
Cientos de familias han tenido que abandonar sus hogares ante la vorágine de desapariciones, muerte y el terror que hoy viven los municipios de Frontera Comalapa y Chicomuselo, Chiapas. Todo por la disputa entre grupos del crimen organizado, que ni siquiera la Guardia Nacional ha podido detener, dejando a los habitantes prácticamente solos ante el embate de la narcoviolencia en la zona.
Apenas este fin de semana, el Comité de Derechos Humanos Digna Ochoa, denunció ante los tres niveles de gobierno que miles personas de una docena de comunidades de esos municipios han dejado sus hogares y emprendieron un desplazamiento forzado huyendo de la violencia y el reclutamiento forzado de grupos del crimen organizado (ligados al narcotráfico) que se pelean esa región de la frontera sur en Chiapas.
Dentro del documento hecho público, la organización alertó que fue el pasado 22 de mayo cuando los enfrentamientos se agudizaron aún más, contabilizando durante los últimos días un saldo extraoficial de más de 60 muertos, algunos de ellos personas inocentes que quedaron en medio de las disputas armadas.
Entre los ataques recientes se ha documentado incluso, según la narrativa de hechos, el uso de “drones cargados con explosivos de C4, y armas de alto calibre”, que también habrían sido utilizados contra casas de pobladores de los ejidos donde se encuentran los principales enfrentamientos. El estado de anarquía que se vive en la zona ha dejado como saldo varios saqueos a viviendas y a la propia tesorería del ejido Nueva Independencia.
La organización Digna Ochoa destacó que tan sólo en lo que respecta al ejido de Nueva Independencia de Frontera Comalapa, conocido también como Lajerío, se tienen contabilizadas a más de tres mil personas, entre niños, hombres, mujeres y adultos de la tercera edad, que se han visto en la necesidad de dejar sus casa y bienes para migrar de manera forzada hacia otros sitios. Sin embrago, se estima que el número de personas que han tenido que huir de esos municipios durante los últimos dos años ha sido mucho mayor.
Por su parte, en Chicomuselo, la tensión por la presencia de los grupos criminales, ahora financiados por empresas mineras, también se elevó en los últimos días debido a la extracción violenta de minerales que se mantenían acumulados dentro de la zona. De acuerdo a denuncias de los pobladores, fue el pasado 20 de mayo cuando ocho camiones irrumpieron de manera abrupta en la mina, llevando consigo a un grupo fuertemente armado para evitar que los pobladores impidieran la entrada y salida de los vehículos cargados.
La situación se ha vuelto cada vez más preocupante porque, como ya sucede en otras partes del país, las empresas mineras con intereses en la extracción han comenzado a hacer uso de los mismos grupos ligados al narcotráfico para amedrantar a los pobladores. Y es que, hace apenas unos meses, se denunciaron amenazas de muerte directas en contra de activistas de la región, que
se consumaron este mismo fin de semana con el secuestro exprés de uno de los principales defensores de la tierra en esa región de Chiapas.
El despliegue de contingentes militares durante los últimos años ha sido francamente insuficientes para detener la violencia. Miles dentro de las mismas cabeceras municipales han permanecido secuestrados por los constantes bloqueos carreteros, mientras las desapariciones, enfrentamientos y asesinatos en la zona fronteriza desfilan en las noticias todas las semanas. No hay certidumbre y el terror ha crecido con el paso del tiempo. Por eso los habitantes piden hoy la urgente intervención de toda la fuerza del Estado, para regresar la paz antes que -como para otros tantos- huir sea ya la única alternativa… así las cosas.