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¡Feliz día internacional del orgasmo femenino! / Sarcasmo y café

¡Feliz día internacional del orgasmo femenino! / Sarcasmo y café
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Corina Gutiérrez Wood

(Y TAMBIÉN DEL GATO, PERO ESE RONRONEA MÁS SEGUIDO)

Hoy 8 de agosto, se celebra el Día del Orgasmo Femenino. Sí, no es una campaña de condones, ni una estrategia de Netflix para promocionar una serie caliente. Es un día oficial. Real. Reconocido. 

Fue instaurado en 2006. Y no, no por una feminista radical, ni por una sexóloga harta de ver mujeres fingiendo con la dignidad de una actriz secundaria de telenovela. Fue idea de un concejal del municipio de Esperantina, en el estado de Piauí, llamado José ArimatéiaDantas Lacerda. Dicen que propuso esta joya legislativa después de conocer estudios que revelaban el elevado índice de insatisfacción sexual femenina en su comunidad. Quizá simplemente tuvo una conversación muy incómoda con su esposa. ¡Ah saber!! La historia no lo aclara, pero el hecho es uno: el hombre puso el placer femenino en la agenda pública. 


Desde entonces, cada 8 de agosto, el calendario se tensa. Porque, aunque la intención es celebrar y visibilizar la sexualidad femenina, no falta quienes se escandalizan como si hablar de orgasmos fuera lo mismo que invocar al diablo en lencería. ¡Válgame el cielo!!


La sociedad mocha, esa que aún cree que el clítoris es un personaje diabólico o un músculo que se entrena con rezos, entra en pánico. Se rasgan las vestiduras, activan la alarma moral y preguntan indignados: “¿Y los niños? ¿Qué clase de valores estamos promoviendo?”. Como si hablar del clítoris fuera más peligroso que la corrupción, el narco o los “guías espirituales” vendiendo sanación a base de ayahuasca. Como si no viviéramos rodeados de violencia, políticos con la moral distraida, pornografía gratuita, influencers con autoestima inflada que lavan el cerebro para que hagan retos ridículos y hasta peligrosos, además los graban y suben a redes.


Pero no hay que ir hasta Brasil para encontrar la resistencia. En pleno 2025, mientras se debaten derechos sexuales en comisiones legislativas pobladas de sotanas y trajes mal cortados, aún hay quienes creen que hablar de placer femenino es promover la promiscuidad.

En lugares como Polonia, hablar de placer femenino en las aulas parece más peligroso que una conspiración internacional, mientras que en estados como Texas o Florida han optado por desaparecer los libros de educación sexual antes de que alguna adolescente descubra que su cuerpo no es propiedad del Estado ni del novio.

¡Y en México no cantamos mal las rancheras!! entre congresos locales dispuestos a borrar cualquier cosa que huela a “ideología de género” y presiones para que los libros de texto no mencionen nada tan escandaloso como el clítoris, queda claro que el orgasmo femenino sigue siendo altamente censurable. Porque, seamos honestos: una mujer que goza sin pedir permiso representa un peligro real para el orden conservador. 


El Día del Orgasmo Femenino no busca likes ni flores. Quiere poner sobre la mesa (o debajo, o donde se pueda) una verdad incómoda: a las mujeres se nos ha negado hasta el derecho a disfrutar de nosotras mismas. Se nos enseña a complacer, no a gozar. A fingir, no a pedir. A cerrar los ojos, no a mirar de frente.


Y cuando una se atreve a decir que el sexo no se trata solo de él, el sistema estalla en moralismos de ocasión. Porque el placer femenino no es solo tabú: es amenaza. Es revolución desde la entrepierna. Hablar del orgasmo femenino es traicionar el guion de la buena mujer. La que no interrumpe, no exige, no gime más fuerte que él, no dice “otro más”.


Esas son las bien educadas. Las que saben su lugar. Las que se conforman con que las quieran, aunque no las escuchen. Con que las toquen, aunque no las entiendan. Con que las penetren, aunque no las miren.


El placer femenino, cuando no está editado para los ojos de otro, incomoda. Porque desarma. Porque no se puede controlar. Porque no sigue manuales. Porque no se pide por favor.


Y eso es lo que molesta. No el orgasmo en sí, sino la desobediencia que implica una mujer que lo alcanza sin permiso, sin vergüenza y sin necesidad de un espectador.

Y no hay que olvidar algo fundamental: el Día del Orgasmo Femenino no es una efeméride simpática ni un capricho brasileño. Es un acto político. Un recordatorio incómodo de que, en pleno siglo XXI, millones de mujeres aún tienen que justificar su derecho al placer. Porque en una cultura que ha normalizado el goce masculino como destino y el femenino como excepción, hablar de orgasmo sigue siendo una forma de resistencia. No por el sexo en sí, sino por todo lo que implica que una mujer decida, goce y no se excuse por ello.


Y aquí es donde entra lo irónico. Lo delicioso. Lo simbólico…


El 8 de agosto también es el Día Internacional del maravilloso, hermoso y misteriosoGato.


Sí. Del gato. Ese animal elegante, misterioso y absolutamente convencido de que el mundo gira a su alrededor. Un gato no pide permiso. No finge. No se disculpa. No le interesa complacer. Sabe cuándo quiere caricias y cuándo no. Se aparta si lo molestas. Regresa si se le da la gana. Se lame con orgullo. Se duerme cuando quiere. Se deja querer, pero no se deja usar.


Y yo, que amo las metáforas, no hay una más perfecta que esta para explicar lo que tantas mujeres aún no pueden hacer: disfrutar sin rendir cuentas. Gozar sin pedir disculpas. Decidir sin culpa.

Ojalá las mujeres pudiéramos vivir como gatos, pero a diferencia de ellos, a nosotras aún nos exigen que gocemos calladas, agradecidas y con las piernas cruzadas.


Porque el problema nunca fue el orgasmo.  El verdadero problema es que ya no lo fingimos.

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