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Factodiplomacia / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Le cargan la mano a Marcelo Ebrard. Es hábil con la retórica. Sale al paso de los problemas, suple funciones, es apagafuegos, pero no resuelve los problemas a fondo. Por donde se le vea la diplomacia no ha estado a la altura de las circunstancias o simplemente se opera obedeciendo ciegamente al presidente, como muchos en el gabinete, con contraproducentes resultados.
Con el tema migratorio dieron un giro a la inversa. Pasaron de abrir las puertas de par en par a las caravanas migrantes con una hospitalidad a medias que resulta nociva para el país. No tenemos empleos suficientes sobre todo en el sur ni para nuestra propia gente. Consecuencia de ello es que hoy, a pesar del cerco de la Guardia Nacional en la frontera, deambulan migrantes por las calles de nuestras ciudades. Nuestros hospitales públicos mantienen hacinados en sus pasillos a los pacientes en espera de atención o por falta de espacios, pero el presidente si tiene para regalar a Centroamérica cheques de millones de dólares para un programa asistencial de cuya aplicación y resultados no sabemos nada. El asunto correspondía a la secretaria de gobernación, pero el canciller asumió dicha responsabilidad. El hecho provocó la renuncia del comisionado de migración.
De igual manera Ebrard se desplazó al lugar en que fue masacrada la familia Le Baron y cabildeó para que las autoridades norteamericanas postergaran su solicitud de declarar como terroristas a los carteles mexicanos.  Poco antes habría externado que solicitaría la extradición del asesino en la masacre de San Antonio al que acusó de actos terroristas en contra de nuestros connacionales. Por eso no debe extrañar que Trump pidiera lo mismo, aunque las implicaciones son diferentes. La postura de México no pasó del consumo local pero la de Trump despertó enconados debates sobre un posible intervencionismo.
Una tras otra las pifias, como sucedió en el caso del embajador cleptómano al que regresaron a México exculpándolo de responsabilidades con un dictamen médico sobre posibles transtornos postoperatorios neorológicos.  Nada tienen que ver con la conducta del Embajador, al que otorgaron con ello una salida menos oprobiosa. De nueva cuenta el escándalo.
Muy atrás la asistencia de Nicolás Maduro a la toma de protesta presidencial y el giro de México ante la OEA de la que Venezuela y Cuba están expulsados. México se queda solo con Nicaragua, otro régimen opresor, y los pequeños países del caribe a los que Venezuela surte de petróleo. Que decir de la negociación del T-Mec en la que México terminó cediendo a los norteamericanos el derecho a evaluar el cumplimiento de nuevas normas en materia laboral. El propósito no es otro que el de fortalecer la conformación de bases sindicales y la exigencia de equiparar gradualmente los salarios a los de la unión americana lo que provocará en un futuro la salida de las armadoras hacia mejores alternativas. El velado propósito de Trump es favorecer el retorno de las compañías automovilísticas a su país tal y como lo ofreció en su campaña electoral, desmantelando las existentes en México.
La crisis diplomática que ahora enfrentamos con Bolivia se debe también a una equivocada observancia de los principios de la doctrina Estrada. En pleno conflicto postelectoral nuestra cancillería se apresuró a reconocer a Evo Morales como virtual triunfador cuando ni siquiera el órgano electoral de aquel país lo había hecho. Devino días después la forzada pero formal renuncia del todavía presidente y el ofrecimiento, que no solicitud, de asilo político en una inédita y complicada operación de rescate en medio de la confusión política por la que atravesaba Bolivia. Luego la recepción con honores y la permisividad con la que violando el principio de hospitalidad se permitió a Evo Morales contraatacar y mantener un activismo político que tensó las relaciones con el país sudamericano.
Ahora de nueva cuenta se divide el país por la esgrima con la que se criticó y adjetivó al presidente mexicano por las quejas de la cancillería ante el asedio policiaco que presiona a la sede diplomática para no otorgar de nuevo asilo a los 9 exfuncionarios bolivianos acusados penalmente en aquel país. No parecen estar dispuestos a que alegando la inmunidad diplomática puedan evadir la acción de la justicia o incluso albergar a más bolivianos señalados por el nuevo régimen gobernante. Al presidente se le salió decir que ni Pinochet hizo eso con la consabida respuesta que hoy nos tiene al borde de la ruptura de relaciones entre ambos países.  La diplomacia opera de facto despegada a nuestras normas y doctrina.

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