A Ricardo Cuéllar Valencia †
Los poetas como tú, no vienen del polvo de las estrellas, miente quien afirme eso; los poetas somos una parte de cada astro, nebulosa, estelas de luz migratorias, Ángel de la esmeralda verde codiciada de Colombia. El aire fino de la memoria del trueno y el rayo nos lo recuerdan
al vacío, al eterno retorno del ancestro camino del corazón, la lluvia en la montaña, las cascadas musicales, ríos fugitivos, parvadas de pájaros huyendo del frío y el fuego, ay, el fuego indomable de la lengua de la serpiente sabia, inteligente va en curvas a su capullo de
lotus.
A Chiapas llegaste peregrino, bonachón, urgido, queriéndote comer los libros sagrados mayas, el corazón del jaguar sanador de la grande época, otro cielo, otro licor de la lluvia bajo el umbral de la cierva arisca del lenguaje cósmico. Acercaste tu corazón deópalo al murmullo de la tierra, al zafiro de tu amada, a la ternura del colibrí en su ronda y su mirada de Deus. El escriba no muere, no agota su ascenso, es otro, el del regreso a la casa mayor de la mónada, el reino sin prisa, reloj, desierto, sed, arpegio, la eterna flor del mar de la poesía, la amada de Sirio, la Venus del poeta y su candela. Nos embriagamos una de las tantas noches y concluimos a carcajadas: “la muerte no existe”
Ulbester Alemán
19 de Noviembre de 2025.
2:34 am