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Escritores y editores independientes / Al Sur

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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, Los comitecos, al visitar una casa, suelen llegar cargados de café, pan compuesto, galletas y pan cositía, alguna rosca de mantequilla o un pastel de Nataly. Llegan con cualquier detalle, pero nunca con las manos vacías. Esa tradición la sigue religiosamente Amanda al entrar a casa intempestivamente luciendo un elegante vestido bordado en Carranza con motivos chiapanecos. En la mano, también cargaba un libro de atractiva portada creada por un famoso pintor de la región.

—¿Qué leés?, le pregunto con acento cositía hojeando su libro donde resalta el título en letras grandes y su nombre casi imperceptible.

—¡Mirá!, es mi libro de cuentos escritos hace muchos años cuando estudié en la SOGEM. Son textos que nunca me atreví a publicar. 

—Como tú, muchas personas escriben sin afán de publicar. Eso es una lástima porque muchos textos brillantes mueren en algún basurero tarde o temprano sin ser leídos.

—Pues la ventaja en la actualidad es poder imprimir de forma independiente. Cada vez más, vamos conociendo a todo tipo de autores; algunos brillantes y otros, no tanto; pero de forma valiente todos se atreven a desnudar su pensamiento a través de las letras. ¿Tú que opinas de los escritores independientes?, -me pregunta llevándose un bocado de rosca.

—Bueno, ahora nadie lee, pero todos escriben. Hace muchos años, una amiga escritora comentó en las redes la diferencia entre un escritor profesional y un “escribidor”, como ella les llamó a quienes publicaban pensamientos, aforismo, poemas o relatos en las redes. Ella argumentó que el escritor profesional es alguien apasionado por la literatura con preparación, talento y resuelto a entregar su tiempo y su vida entera a escribir en busca de ser publicado por alguna editorial de prestigio para subsistir con las regalías y no distraerse con otra actividad.

—Pero con todo respeto, tu amiga…

—Amanda, esa frase de “con todo respeto”, antecede a una mentada de madre, piensa lo que vas a decir,-le comento con una carcajada que la desubica.

—Bueno, sin respeto alguno, creo que la tecnología abrió el camino a la expresión de cientos de escritores quienes no hubiesen encontrado una oportunidad para publicar “profesionalmente” con esas editoras cuyo interés comercial de pronto, discrimina a muchos autores independientes con talento. ¿No crees?. Piensa por ejemplo en Josué Nandayapa que publicó su primer libro de forma independiente y de ahí, saltó a establecer su propia empresa editora.

—Eso es cierto. Toma en cuenta que Josué Nandayapa ahora comprende por qué las editoriales le ofrecen a sus escritores entre el 5 y 15% de las ventas. Ser una editorial es un trabajo de elevados costos y difícil recuperación. Pero no seamos maniqueistas. La función de una editorial no se limita a imprimir libros. Ellas cuentan con editores y críticos calificados para revisar y seleccionar los textos bajo diferentes criterios; invierten en la corrección de estilo; también gastan en la marquetación editorial, en el  diseño de la portada, la impresión, la encuadernación; y muy importante: en la difusión, promoción y distribución de los libros. En ocasiones, le pagan a algún escritor famoso para prologar la obra, reseñarla o comentarla. Todo eso resulta muy costoso y el riesgo de la inversión es alta porque la recuperación, salvo que se trate de un best seller, resulta muy lenta. Y más en un país que no lee.

—Entonces, ¿estás en contra de los escritores independientes?,-me refuta tomando un tercer pan compuesto.

—De ninguna manera, Amanda. Conozco a bastantes escritoras y escritores independientes. He tenido la oportunidad de sorprenderme gratamente son sus obras y hasta acepto el honor de presentar sus libros. Por eso, te aclaré; no caigamos en maniqueísmos. Independientes o profesionales, ambos tienen sus méritos. Los escritores independientes han dado origen a impresoras especializadas y también a editoriales independientes quienes cada vez son más nutridas buscando la profesionalización de sus empresas bajando costos gracias a las facilidades que brinda la tecnología actual.

—Pues esa es una ventaja, ¿no lo crees?—

—Lo sería Amanda, pero la OCDE señala que México ocupa casi el último lugar en educación; el informe dice: “México sufrió un grave retroceso del 2018 a la fecha; lo supera con mucho Perú donde el 98% de la gente lee como en otros países latinoamericanos. México destina únicamente el 2.96%. Para alcanzar el mínimo recomendado, México tendría que aumentar su presupuesto educativo en 355.5 miles de millones de pesos, lo que equivale a aumentar el presupuesto promedio que se destina por alumno en 35%. Y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana reveló que la producción y venta de libros en México continúa con una tendencia a la baja; desde 2018 hasta 2023 se ha visto afectado todo este sector.

—¿Cuál es la situación de la industria editorial desde tu punto de vista?

—Desde el análisis de la CNIEM, en 2018 la producción fue de $134.8 millones; mientras que las ventas se posicionaban en $133.5 millones; pero en 2021 la elaboración cayó a $89.1 millones. Toma en cuenta que de los 105.1 millones de títulos que se produjeron en 2020, se vendieron 98.9 millones y después, esta cifra cayó estrepitosamente.

La comercialización de libros también se encuentra a la baja, toda vez que en 2018 la derrama económica fue superior a 10 mil 500 millones de pesos; mientras en 2021 fueron nueve mil millones. La CANIEM registró que en 2021 el 47.9 por ciento de las ventas se hicieron a través del sector gubernamental; 23.7 por ciento en librerías; 8.6 en escuelas y universidades; 3.3 por exportación; sólo 2 por ciento vía virtual; 2.8 en puntos de venta de la editorial; 4 por ciento en tiendas departamentales y 7.8 en otros canales.

—Lo que yo sé es que la producción de libros en México totalizó 319 millones de ejemplares en el 2009, registrando un crecimiento promedio anual del 3,7% en los tres últimos años. Es muy triste la situación actual de la industria editorial, ¿no te parece? Y encima, se les grava con el 4% de IVA.

—Claro Amanda, y eso tiene que ver con la piratería, el copiado ilegal y la falsificación de cerca de 10 millones de libros al año. Y a eso se suma la proliferación de las editoriales independientes. Considera también que las compras internacionales totalizaron 312 millonesde dólares, siendo EE UU el principal proveedor de textos en México, al concentrar el 46,6% del mercado. Le siguieron España, con el 18,4%; China, con el 10,7%; Colombia, con el 5,2%, y Hong Kong, con el 2,8%.

—¡Qué triste que en México sólo se leen 2.9 libros en promedio al año, eso nos coloca en los últimos lugares en el mundo. 

—Por ese motivo, tenemos la responsabilidad de promover la lectura en casa, colegios, centro culturales, en Clubes de Lectura como el de Comitán pues los libros nos abren la mente, el espíritu, las emociones y sentimientos a nuevas formas de ver y enfrentar la vida.

La charla con Amanda se prolongó por varias horas y al final llegamos a la misma conclusión: escribir, editar y leer, es una cuestión de amor.

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