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Esa borracha / La Feria

Esa borracha / La Feria
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Sr. López

“Filosófico estás, dijo don Quijote y Sancho le respondió: es que tengo hambre”, dicen que la frase danza en alguna parte de la novela, aunque López no la ha podido encontrar (y duda que esté, pero debería). Se le digo por esto:

 

El actual gobierno, cada vez más cercano a su fin, nublado su seso por el endiosamiento de la propaganda que pagan para repetir incansablemente sus pregones, ignora también (no es lo único), el riesgo real de dejar a la nación en histéresis… filosófico este menda (histéresis… dominguera).

 

Hay fenómenos que continúan después de interrumpido lo que los causó; eso es la histéresis. En Economía se usa, por ejemplo, para explicar la continuidad del desempleo adicional causado por una recesión ya superada (o lo que sea que lo haya causado). En Física, la información grabada en un disco duro de computadora, permanece en él después de interrumpirse el impulso magnético que la grabó (por eso no pierde usted su información, por histéresis, para que se lo sepa). En Sociología, el desorden o fractura social continúa aun cuando el gobierno cambie: no se reordena la conducta colectiva en cuanto mejora el gobierno; el despelote tiende a permanecer (por eso luego hay autócratas que usan la fuerza bruta para regresar al buen camino a sus queridos compatriotas, modelo Porfirio Díaz, por decir uno). Nota: se recomienda no decir a la esposa que sigue enojada días después de una travesura de usted, que padece histéresis, cuidado.

 

El mayor daño causado a la nación por este gobierno, no es la corrupción tolerada a algunos gobernadores o favoritos (si nada más hubo de esa), ni siquiera las consecuencias previsibles de la contrarreforma energética, sino la demolición de la vida política del país, empezando por  los dos partidos políticos mayores (PAN y PRD), en acuerdo con el PRI para empujarle las reformas estructurales a La Patria (ya sabe qué señora, la de la portada de los libros de texto gratuitos); partidos que ya perdida la honra se fueron diluyendo hasta la alianza (Frente), para no mencionar otra vez que el PRI con sus nuevos estatutos, es otro partido: un Sidral en botella de Coca, no es Sidral, por más que la botella diga Coca Cola.

 

Sin partidos políticos quedamos (a menos que piense usted que los partidos chiquitos de veras representan algo en la escala nacional), en riesgo de caer en manos de algún audaz improvisado, que los liderazgos locales queden a la deriva, que las organizaciones regionales y hasta nacionales, vayan a lo suyo sin cota ni mando. La parranda política de este sexenio nos puede a costar una cruda de larga duración (y después de ganar el Estado de México, ya se creen su propio cuento: grave, como el mago que cree que sí hace magia).

 

Seamos optimistas: el próximo Presidente será santo, sabio y de mano firme, nieto de Einstein, hijo de Santa Teresa y Stalin… el día 2 de diciembre del próximo año no amanecerá ordenada y cívica la sociedad.

 

Lo hemos comentado antes: lo de más fácil arreglo es la corrupción institucionalizada (no la del burócrata de ventanilla o el cartero que se roba las revistas), sino la de arriba, la que ha penetrado en los despachos del más alto nivel; esa se acaba casi a rape en un día: basta que sepan que el Presidente no la permite y que -sin “debido proceso”-, los fulmina si se atreven a pensar en hacer negocios (así lo hizo de un día para otro, Plutarco Elías Calles). Créame, la corrupción (esa, la de algunos gobernadores y secretarios de Estado, briagos de poder, de dinero insaciables), tiene pronto remedio y es el menor de nuestros problemas.

 

Lo de no fácil arreglo pero muy posible de acotar primero, y erradicar después, es la delincuencia organizada, cuya existencia es imposible sin la colusión con autoridades. Delincuentes habrá siempre pero no esto, endémico ya en algunas regiones y ciudades importantes.

 

Aunque le parezca horrible, lo importante es que se rehagan los partidos políticos, que recuperen su credibilidad y tengan prestigio. Sin ellos es imposible la vida política ordenada y seria, que encausa los reclamos sociales, organiza instituciones y vigila el desempeño de las funciones del gobierno. Eso es vital. Sin eso viene el despelote y de este, la dictadura civil o militar. ¿Imposible?… mire a Venezuela.

 

En el presente sexenio no se hizo todo mal y no son raros los funcionarios serios. El descontento y desencanto de este gobierno provienen -orquestadas campañas de prensa extranjera aparte-, de la evidencia sobrentendida por la gente de que se sirvió a intereses ajenos al país (privados y públicos), antes que al país; que el Presidente creyó que por ser presidencial su palabra era creíble, en lugar de hacer creíble su palabra con sus actos. Perdió pronto la principal herramienta del político profesional: la palabra. Por eso ruega que contemos cosas buenas, que nosotros acreditemos sus dichos. Vano afán.

 

De esto, el refugio en la propaganda, sin ver, por su modo de entender la política, que la publicidad engañosa, resalta defectos. El reflector, si hay granos, los exhibe. Las campañas de alabanza solo consiguen el repudio, el rechazo colectivo.

 

Ahora a punto de tomar decisiones sobre la sucesión presidencial, créalo o no, don Peña Nieto sigue confiando en la propaganda y en su buena suerte (mire adonde lo llevó), y no abandona la idea de montar al tal Nuño, lo que si no fuera trágico sería cómico.

 

Lo que tampoco sabe don Peña, Peñita, Peña, es lo que sí dice Sancho en el Quijote: “(…) esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza”.

 

A lo seguro caballero: es Meade o el Diluvio; ya pagaremos algún precio por su falta de habilidades en el albañal, pero con Nuño de candidato prederrotado y el Pejehová, también (aunque vuelva a ganar no lo dejan)… ¿qué?, ¿otro fraude tipo Salinas de Gortari?… no está el palo para cucharas, piénsela bien: a fin de sexenio siempre se acaba la suerte, esa borracha.

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