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Eros y Thánatos: corpus diabölus de Rogelio Urrusti en Tabasco

Eros y Thánatos: corpus diabölus de Rogelio Urrusti en Tabasco
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*El alma es transparente, no a medias tintas. No se puede resumir tanta vida tan solo en treintaicinco años. Siete lustros llenos de poesía en la palabra y el trazo de Rogelio Urrusti.

Ulises R. Guzmán

Eros y Thánatos. Rebelión y libertad, noche-día. He aquí la dualidad de un artista que no conoce los límites de la creación, los transgrede. Crea mientras la paloma de patas rojas come migas debajo de la mesa y el gato Morbo husmea, mete el hocico en el escote de la musa y juguetea sus pezones. El perro llamado dolor se retuerce, aúlla, babea en los confines del insomnio y se carcajea entre la frontera de la oscuridad y el alba.

Es Rogelio Urrusti, hojeando las páginas de un grimorio imaginario, llegado desde el siglo XIII con sus ángeles y demonios, con la magia creada por los pinceles sobre el lienzo en blanco, la superficie inmaculada donde esparce las manchas de café para dar forma a la imagen, las gotas de sangre viva oxidándose en una hoja de algodón o la opalina o el simple cuaderno de apuntes, su diario invento.

Tres décadas y un lustro de mudanza sin pausas en la plástica del originario de Mendoza, Veracruz, ha sido varia. El universo representado en una breve muestra bajo la técnica del grabado en punta seca o del grabado en linóleo, o mixta porque el artista experimenta y no se limita, ya lo dijimos antes. Puede que una acuarela levante el vuelo e intente habitar en una simple servilleta aun- que su vida sea efímera.

Somos testigos de esto último: cae una gota de tinta china que se esparce sobre la frágil hoja texturizada, el artista coje su pincel y lo humedece en el vaso de cerveza tibia y manos a la obra: nace la imagen: Sandra con una mirada melancólica lleva puesta una cinta oscura a modo de banda que mantiene su cabello a raya en la frente amarfilada.

¡Cuántas veces no hemos visto aparecer a Sandra en cada trazo que Rogelio Urrusti lanza en cada pincelada! Toros, sangre, mujeres vampiras, arena, peces, alas, fetos en el vientre de la madre, fetos aun atados con su cordón umbilical a la niña del ojo que se resiste a perder la luz. Una semana en el terraverno, comas diabéticos, días carcomidos por la soledad, sueños de vigilia en sepia, a color, en blanco y negro; musas desnudas tendidas en un colchón raído, danzas de carnaval, carne. Monjas de piel azul con ojos ciegos, nahuales en la rama de los árboles, brujas, chamanes, licántropos-licandros cantando a la luna. «Eros: ¡por dios-eros!» 35 toros 35. Siete lustros del trabajo plástico de Rogelio Urrusti en una tierra donde sus mejores amigos se han ido: Fontanelly Vázquez Alejandro, Gútenberg Rivero, Pepe Submarino, Ramón Bolívar, Chava Córdova León, Férido Castillo. Pero hay algo de todos ellos que recuerda y no es sólo un dejo de melancolía, es la fiesta de la vida que a través de todos estos años ha reflejado en su creación artística y humana.

El universo del artista es inmenso, aunque solo seamos capaces de contemplar unas cuantas estrellas. Su trabajo es auténtico porque se ha hecho a corazón abierto: nuda veritas. El alma es transparente, no a medias tintas. No se puede resumir tanta vida tan solo en treintaicinco años. Siete lustros llenos de poesía en la palabra y el trazo de Rogelio Urrusti.

Blues, rock, metal, folk, Chabuca Granda, Mercedes Sosa, Eugenia León, Marian Lafourcade, Lee Oskar, Morrison, Dylan, Aute, Sabina, Serrat, Lara y José Alfredo. Mucho de toda esta música, literatura, historia plástica, teoría filosófica, traslacionista hay en este hombre que el pasado 16 de octubre cumplió 63 años de vida.

Todo este legado acontece en el diálogo que puede suscitarse entre el espectador y la obra artística del mendocino, quien no lo conoce quizá no lo entenderá, sin embargo algo se moverá dentro de sus tejidos corporales y el sistema arterial. Ese «algo» es el secreto que hay en cadacuadro y no es necesario comprenderlo.

¿Acaso la dualidad vida-muerte tiene algún sentido? Nadie lo sabe. Solo quien se adentre en el Panis Angelicus podrá descifrarlo, el acto sacramental carne-espíritu no es para todo el mundo, es para quienes no conocen los límites ni el miedo, para aquellos que se atrevan a contemplar la descomposición química de la sangre en esta obra inspirada por Eros y Thánatos, y el resto de los ángeles rebeldes.

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