Por Armando Rojas Arévalo
JIMENA: El sábado pasado, el Congreso de Oaxaca –morenista, por supuesto- acordó desaparecer bajo el argumento de los altos costos que representaba— el Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Oaxaca (TJAO), para crear en su lugar el Tribunal de Justicia Administrativa y Combate a la Corrupción del Estado de Oaxaca (TJACCO).
Hace semanas, por consigna del –me ahorro el calificativo- gobernador de Veracruz, CUITLÁHUAC GARCÍA, se encarceló a una juez fijándole una fianza para liberarla de ¡un millón de pesos!, solamente porque no le gustó un veredicto de la servidora.
Hace una semana, en el Tribunal de Justicia de Morelos Cuernavaca se produjo un intento de levantamiento de magistrados y jueces, cuando se supo en Cuernavaca que se preparaba una especie de golpe de estado en contra del cuerpo directivo para sustituirlo por uno a modo del gobierno.
Estos hechos que constituyen pruebas de un plan premeditado desde Palacio Nacional, para acabar con la actual estructura de la impartición y administración de justicia en el país, a fin de aniquilar a la Suprema Corte de Justicia como quiere el mesías, poniendo ministros (aunque sean espurios), magistrados y jueces a modo que le permitan hacer lo que quiere. ¡Qué grave!
Hay que reconocer que este presidente no solamente es astuto y perverso, sino que es un estratega político electoral como no habíamos visto. Nos trae embelesados defendiendo e impulsando a XÓCHITL, sin caer en la cuenta de que el objetivo de este señor es manipulación la comunicación con una retórica engañosa.
XOCHITL es una especie de víctima propiciatoria que le permite al de Palacio estar presente de tiempo completo en la campaña electoral. Descubrió que a XÓCHITL le encanta el protagonismo y la hizo su víctima, al grado de que en pocos días XÓCHITL, con su discurso anti-amlo rebasó la popularidad de las “corcholatas”, porque los medios, periodistas, analistas y el movimiento feminista de inmediato hicieron causa común y se fueron en contra del que se cree mesías a favor de la senadora, ignorando que le hacen el juego.
Reconozcamos que nos hemos ido con la finta, arropando a XÓCHITL para la carrera presidencial, cuando en realidad le hemos dejado al mesías el terreno libre en la lucha por el gobierno de la Ciudad de México, para el cual no hay candidatos de peso en la oposición más que la propia XÓCHITL, quien, dicho sea de paso, vencería sin grandes problemas, por su perfil competitivo. O sea, la pelearla con éxito, no así la carrera presidencial, cuya estructura y plataforma de MORENA (la del propio presidente, porque el partido es él) está diseñada para ganar.
Reconozcamos: El tema de XÓCHITL no está fuera de control para el presidente. Repito; la tiene donde quiere. XÓCHITL no tiene propuestas de peso, y las que ha formulado las presenta tan mal que el presidente inmediatamente se las echa abajo. La retórica de XÒCHITL es anti-amlo, pero no hay planteamiento ni propuestas que muevan al electorado a buscar el cambio.
El presidente desvía la atención con el tema de XÓCHITL, de la renovación del Congreso. Quiere tener la mayoría calificada para que se aprueben cuanta reforma y leyes mande a las Cámaras. ¡¡Cuidado!! No permitamos que nos desvíe la atención con el distractor tema de la senadora. La oposición debe concentrarse en ganarle el Congreso y el gobierno de la Ciudad de México.
No hay que ser ingenuos, con toda la estructura y plataforma electoral que en sus noches de insomnio (que son todos los días), el presidente ha creado, XÓCHITL la tiene perdida. La carrera presidencial no le preocupa porque la tiene ganada. Pero en la Ciudad de México el voto es diverso. Ya se le ganaron varias alcaldías y le dolió bastante; ahora, imaginemos que perdiera el gobierno capitalino y la mayoría en el Congreso. Tendría que desayunar y comer corcho todos los días para pararle el chorrillo del coraje.
No hay que morder el anzuelo.