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Sr. López

 

Martina fue “inquieta” desde chiquita y de grande llegó a tener simultáneamente cinco “novios” (sin hacerse bolas). Cuando avisó en su casa que la iban a ir a “pedir”, tío Martín, su papá le dijo que no, que él no se iba a prestar a andar engañando a ningún baboso: -Avísanos la fecha de la boda y vamos con mucho gusto, pero no quiero cargar eso en mi conciencia –fue el chisme del año en la familia. Y hubo boda y contra todo pronóstico fue buen matrimonio. Nada hay escrito.

 

No son ganas de incordiar, ni es uno aguafiestas, pero ni la corrupción, ni la impunidad ni el huachicol, se van a acabar… o sí. No hay modo de analizar ni suponer posibles escenarios de nada.

 

Las buenas intenciones del Presidente de la república, son clarísimas, están fuera de duda. Apenas este lunes (después de la explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde una turba estaba robando combustible), en su madrugadora conferencia de prensa en Palacio Nacional, volvió a insistir en que va a arrancar de raíz la corrupción:

 

“No luché ni me apoyó la gente para estar aquí, para convertirme en alcahuete de corruptos, cero corrupción y cero impunidad (…) Hay que acabar con la corrupción, hay que poner por delante la honestidad como forma de vida y como forma de gobierno (…) Estaban tomadas las instituciones, secuestradas las instituciones por bandoleros, por una pandilla de rufianes, de corruptos (aunque) a algunos no les guste y me llamen mesiánico”.

 

Sí. Peores cosas le han dicho. Estamos de su lado: arránquela de raíz.

 

Pero le decía que ya no sabe uno qué va a pasar, ni qué va a hacer, porque igual, él dijo en su discurso de toma del cargo:

 

“No habría juzgados ni cárceles suficientes y meteríamos a México en una dinámica de fractura y conflicto, confrontación y nos llevaría a consumir tiempo, energía y recursos para emprender la regeneración de la vida pública de la nación, la construcción de una nueva patria, la reactivación económica y la pacificación del país”; que fue cuando propuso “poner punto final a esta horrible historia y que empecemos de nuevo, que no haya persecución a los funcionarios del pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad los asuntos pendientes”.

 

Si va a perseguir solo a los corruptos siguientes, ya se fregó el verso, de plano no rima. Comprometerse a que no tolerará la corrupción futura es muy fácil, porque realmente no va a encubrir… la que sepa, pero comprometerse a que ya se acabó, que no habrá corrupción en el futuro, es muy difícil, porque va a haber… ahorita ya hay, seguro (no apueste, va a perder).

 

Si todo el aparato de gobierno se pone en posición de ¡firmes!, se cuadran y gritan a coro: -¡Sí, señor! -entonces la Fiscalía y la Función Pública, tendrían que desechar cualquier denuncia futura de hechos de corrupción sucedidos en el pasado, pero eso sería delito, corrupción y garantizar institucionalmente la impunidad de los malandrines que engordaron sus carteras, hasta la obesidad mórbida, robando al erario.

 

Por ahí del 20 de noviembre pasado, en entrevista con Carmen Aristegui, se comprometió a someter a consulta popular la creación de la Guardia Nacional, cosa que (bendito sea el Dios en que cada quién crea), no hizo, pues ya está muy avanzado el trámite legislativo para instalarla, compuesta por militares y policías federales; y en esa misma entrevista repitió lo de que va derecho sin voltear al pasado, en lo de la corrupción, pero dio más razones:

 

“No solo no nos alcanzarían las cárceles, hay que pensar con mucha responsabilidad de que en honor a la justicia si se trata de juzgar y abrir expedientes se tiene que empezar con los de arriba. Sería conspirar en contra de la estabilidad política del país, se suelta la confrontación, nos empantanamos. Tendría que enjuiciar a Salinas, a Fox, Calderón, Peña Nieto, habría demasiado escándalo y no podría hacer lo que quiero para acabar con la corrupción, me quedaría anclado”.

 

O sea: el chiste es ser de los gallos de los palos de arriba y entonces, ya no aplica la ley pues sería conspirar en contra de la estabilidad política del país, soltar la  confrontación, empantanarnos. ¡Jesucristo-aplaca-tu-ira! Que alguien le explique al señor que a los presidentes de México no se les puede juzgar sino por traición a la Patria (tipificación casi imposible en tiempos de paz), o por la comisión de delitos graves del fuero común (matar a microfonazos a un reportero, en vivo y en directo, horario triple A, por ejemplo).

 

… pero no: porque también propuso, en su última conferencia matutina de prensa del año pasado (28 de diciembre), hacer una consulta popular para que la gente diga si quiere que se investigue a los expresidentes. Y puntualizó cuál sería la cuestión sometida al pueblo bueno y sabio (nosotros):

 

 “Y la pregunta es: ¿Quieres que se abran expedientes en contra de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, por actos de corrupción cometidos durante el periodo neoliberal, que originaron la crisis de México? o ¿Estás de acuerdo, como lo sostiene el actual Presidente, que se ponga punto final y que iniciemos una etapa nueva sin corrupción y sin impunidad?, ¿sí o no? Algo así.”

 

Y anticipó que defenderá su posición de poner punto final a persecuciones del pasado, sin detener ninguna averiguación ya iniciada, pero que él no va a empezar ni una más: “Vamos a ser inflexibles, estrictos en lo que a nosotros nos corresponde. Es cero corrupción, cero impunidad, a partir de nuestro gobierno. Si nosotros fallamos, si nosotros cometemos ilícitos, que caiga sobre nosotros todo el peso, todo el rigor de la ley, toda la condena pública”.

 

Propuesta muy interesante, no sabía este López que haya persecuciones en México, contra expresidentes ni exgargantones. Propuesta muy interesante porque la pregunta incluye la opinión del propio Presidente (“¿Estás de acuerdo, como lo sostiene el actual Presidente…?).

 

Por eso le decía: van a seguir la corrupción y la impunidad… o no. ¡Ya!, señor Presidente, en serio.

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